2050. Largo me lo fiais, que diría un clásico. Mejor tener mirada larga que no. Aunque esa mirada larga debe ser acompañada de pisada segura. Lo decía un resistente francés, de nacionalidad española, que entró en París con la División Le Crec. Lo hacía con una frase, por cierto copiada de la Guardia Civil: "paso corto, mirada larga, diente de lobo, cara de bobo". Con estos cuatro consejos daba sus claves para la victoria.

De momento, el presidente Sánchez ha demostrado en varios escenarios que ha sido maestro en el paso corto, pero ahora está dando algún traspié.

Pasos cortos con éxito han sido la moción de censura que le subió al Gobierno o la continuación de su coalición Frankenstein en el Congreso; las esperanzas que se trae de Europa con el Plan de Reconstrucción y Resiliencia; la retirada del exvicepresidente Iglesias, que facilita la llegada de esos 140-000 millones de euros; una recuperación económica que anuncia ya la subida del IBEX 35, etc.

Pero últimamente, quizás por la resaca de la pandemia, está dando más tropiezos que pasos seguros.

Entre ellos en política: el fracaso de Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat; las mociones de censura a los Gobiernos autonómicos del PP; su derrota personal, con su candidato intermedio, Ángel Gabilondo, en las elecciones de Madrid; la desastrosa política de relaciones exteriores, con el asalto en Ceuta y Melilla de inmigrantes; el pandemonio autonómico en la regulación de la pandemia...

En economía, es un traspié la presencia de la ministra Yolanda Díaz (comunista confesa) que con guante de seda y mano de hierro está intentando destruir la poca flexibilidad que la Reforma Laboral de 2012 dio a nuestro mercado de trabajo.

Lo está intentando con la ayuda de los sindicatos y la pasividad de la CEOE. Salvo que Bruselas, a través de la ministra Calviño se lo impida. También es un error que el déficit público superará el 8% del PIB este año y la deuda el 125%. Todo con un horizonte a medio plazo en el que la amenaza de inflación puede hacer subir los tipos de interés lo que colapsaría la economía española.

Ahora el presidente Sánchez ha presentado su mirada larga. En 2050, tendré 106 años que espero cumplir publicando es este medio si su director (¡a quién Dios guarde larga vida!) me lo sigue permitiendo.

Sánchez tendrá muchos menos. En ese horizonte acepta tener un paro del 7%, por encima de la media europea actual. España necesitará varios millones de inmigrantes, dada la situación demográfica actual. Aunque el Plan 2050 prevé ayudas a la familia. Ayudas discutibles, pero que, al menos, muestran preocupación en este aspecto. Hacer previsiones es bueno. Pero ¿quién sabe lo que ocurrirá hasta entonces?

Por eso el gran error de esa mirada larga no es que se explique y se trabaje para hacerla. Es que se haya hecho sin consenso con las diversas fuerzas del arco parlamentario.

Es como si la UCD hubiera hecho una Constitución con sus expertos y se la hubiera ofrecido luego al PSOE, PCE, PNV...

Porque lo que es seguro, y deseable, es que en ese periodo habrá una alternancia de ellas en el Gobierno y, por tanto, serán otros los que deberán ayudar a conseguir los objetivos de futuro. El esfuerzo ha sonado más a propaganda desesperada en un bajón de popularidad, que ha intento serio de proyectar el futuro.

En eso, Sánchez ¿ha mostrado su "diente de lobo"? Ha pretendido sacar fuera de la discusión inicial a la oposición y llevarse todos los triunfos. Jugársela para apuntárselos; expulsarlos de la discusión de futuro. No es raro que se hayan revuelto.

Es como si la UCD hubiera hecho una Constitución con sus expertos y se la hubiera ofrecido luego al PSOE, PCE, PNV, CiU,... Hubiera sido un fracaso y no habría resistido los más 40 años que ha durado. Digamos que en ese diente de lobo se observa una caries importante. Su dentista, Iván Redondo, no está siendo capaz de taponarla. 

Por último, ¿cara de bobo? El lector opinará sobre ello... o ¿será mejor definirlo como diente de bobo y cara de lobo?

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.