China ya sabe dónde estará en 2025

China ya sabe dónde estará en 2025

La tribuna

China ya sabe dónde estará en 2025

6 abril, 2021 03:13

Uno de los factores que explica el milagro económico chino es la planificación a largo plazo, que se concreta en los sucesivos planes quinquenales. La historia reciente demuestra que estos planes no plantean meras intenciones, sino que se logran implementar casi íntegramente. Por lo tanto, esas 'hojas de ruta' son una guía útil y fiable para empresarios e inversores sobre cómo evolucionará su economía en los próximos años.

El Congreso Nacional Popular acaba de aprobar y publicar su 14º Plan Quinquenal 2021-2025. Su mensaje es inequívoco: China está decidida a liderar las transiciones tecnológica y energética, dejando atrás el modelo de producción de bajo coste para convertirse en una economía puntera. El plan se estructura en seis pilares.

El primero es el impulso del consumo interno. China planea aumentar la renta de los hogares y la confianza para que se la gasten, fomentando un empleo de mayor calidad, universalizando las vacaciones pagadas y los sistemas sanitario y de pensiones. Además, el país promoverá la economía digital y a las pymes, liberalizando la mayoría de los servicios.

China está decidida a liderar las transiciones tecnológica y energética, dejando atrás el modelo de producción de bajo coste para convertirse en una economía puntera

El segundo es invertir en áreas específicas. La primera, el urbanismo con dinero destinado al transporte metropolitano, a la rehabilitación de cascos urbanos y a las infraestructuras en las zonas rurales. Otra de ellas, es la tecnología con inversión en 5G, inteligencia artificial, centros de datos, Internet de las cosas y redes de fibra. Por último, en grandes infraestructuras como el ferrocarril de alta velocidad, clústeres aeroportuarios, centrales hidroeléctricas, energías renovables y satélites.

El tercer pilar es la innovación y la autosuficiencia tecnológica. El plan establece un aumento de la inversión en I+D superior al 7% anual, así como la mejora de la protección de la propiedad intelectual y el fomento de la innovación empresarial con mayores incentivos a los investigadores.

Como respuesta al pulso con Estados Unidos, aspira a contar con capacidad para fabricar en China todo el espectro de componentes electrónicos, incluidos los más avanzados.

En cuarto lugar, China plantea la mejora de la estructura económica. Se asume un peso estable de la industria en el PIB (26,2% en 2020), pero con un giro desde las actividades tradicionales a otras con mayor valor añadido y que contribuyan a la autosuficiencia tecnológica. Es el caso de los equipos de transporte, la electrónica y las energías renovables.

En paralelo, el plan busca desarrollar sectores como la asistencia sanitaria, geriatría, cultura, turismo, ocio y gestión inmobiliaria.

El quinto punto es la transición ecológica. China pretende comenzar a reducir sus emisiones de CO2 desde el año 2030 y convertirse en neutra en emisiones netas en 2060 como tarde.

El Plan Quinquenal prevé aumentar la proporción de energías limpias del 16% en 2020 al 20% en 2025, a la vez que reduce la intensidad energética del PIB. También plantea establecer un mercado nacional de energía y de derechos de emisión de CO2.

China pretende convertirse en neutra en emisiones netas en 2060 como tarde

Por último, este programa establece más reformas y apertura. Se promete impulsar más reformas estructurales para aumentar el potencial de crecimiento. También incluye relajar las restricciones a la migración interna (hukou) y a la venta de tierras rurales y abrir muchos sectores hasta ahora dominados por las empresas públicas.

En este capítulo, se incluye además una mayor apertura del sector financiero y la internacionalización de su divisa, el yuan.

Junto con esos seis puntos, también es destacable cómo el plan de las autoridades chinas trata de afrontar las incertidumbres económicas y geopolíticas, la falta de capacidad tecnológica e industrial en algunas áreas críticas, la gran brecha urbana-rural y entre las regiones, los desafíos ambientales, el declive demográfico, el elevado endeudamiento y la precariedad de su 'Estado del bienestar'.

Las acciones chinas han cotizado en Bolsa casi siempre con un descuento, porque la prima de valoración que merecerían por su mayor crecimiento se ve contrarrestada por la intervención pública.

Sin embargo, la visibilidad que proporciona un plan de desarrollo económico y tecnológico mucho más robusto y realizable que en la gran mayoría de países desarrollados también debería tenerse en cuenta.

Por esto, es razonable que China cotice a unos múltiplos similares a los del conjunto de las acciones globales. La corrección de sus mercados financieros en las últimas semanas es una oportunidad para dar el peso apropiado al que ya es el segundo mayor mercado bursátil mundial.

*** Roberto Scholtes Ruiz es director de Estrategia UBS España.

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