La jornada laboral de cuatro días por semana, propuesta por Más País (Errejón) se estudia por el Gobierno. Primero sería voluntaria, como experimento. Se apoyaría con 50 millones de euros de los fondos europeos para compensar a empresas que la implementen. El fin de semana de los empleados de estas compañías podría empezar el jueves por la tarde, cobrando lo mismo.

En Europa, los viernes rezarían los musulmanes, los sábados los judíos y los domingos los cristianos y los tres días libres para todos tengan o no confesión religiosa. Aunque también algunos tendrían que 'currar' esos días, para atenderlos. Trabajadores de weekend (fin de semana) que librarían otros tres días diferentes. Suena bien, moderno y progresista, yo me apuntaría. Todo se basa en mantener esa jornada con los mismos salarios y ahí está la dificultad.

Hay empresas europeas y estadounidenses que la han aplicado y dicen que: subió su productividad por hora/persona; bajó el estrés de los trabajadores; el absentismo por enfermedad descendió; su rendimiento no disminuyó; y aumentó la conciliación trabajo/familia. Una tuvo que volverse atrás. La americana Treehouse (software de RR. HH.) lo probó e indicó que la competencia le ganaba en costes y, después de un año, revirtió el experimento.

Nueva Zelanda es proclive a generalizar esa jornada laboral de cuatro días. Sus empresas lo hacen de forma paulatina, sin ayudas estatales. La que puede sí y la que no, no.

El aprendizaje es evidente. Una empresa o un país puede aplicar esa jornada si su productividad es superior a la de su competencia. Por eso no es válido un experimento basado en subvencionar las empresas por parte del Estado lo que puedan perder por costes salariales extras.

Una empresa puede aplicar esa jornada si su productividad es superior a la de su competencia. Por eso no es válido un experimento basado en subvenciones

Lo interesante sería ver si hay empresas capaces de competir con sus homólogas nacionales y extranjeras, con una jornada laboral de cuatro días sin ayudas estatales. Errejón propone que se les sostenga "financieramente" durante ese experimento; con reversión final si no funciona. Así seguro que habrá empresas que lo harán. No arriesgan nada y reciben el beneficio las subvenciones públicas.

50 millones de euros no son muchos para las arcas públicas. Pero 'tacita a tacita' acabaremos con un déficit insoportable que pagamos con más impuestos. Además, seguro que en esa cantidad hay una partida para los 'científicos sociales' que estudiarán el experimento. Científicos que suelen pertenecer a 'consultoras' a las que son tan aficionados el grupo de profesores universitarios que tienen a la izquierda radical secuestrada. Intelectuales de aula que se alimentan de contratos con entidades públicas.

Soy partidario de que la empresa que pueda lo experimente. Pero a su riesgo. En el mercado "cada palo aguanta su vela". Estoy seguro de que, en el futuro, como dijo Keynes, la gente tendrá jornadas de menos de cuatro días a la semana. Pero no será porque las empresas estén subvencionadas por el Estado, sino porque el mercado lo hará posible y el acuerdo dirección/sindicato y la legislación laboral lo habrá regulado.

Además, tener tres días libres no supone necesariamente dedicarlos al ocio. Muchos trabajadores completarán sus ingresos con ocupaciones distintas; otros se formarán y estudiarán para mejorar sus perspectivas profesionales o su bagaje intelectual personal; algunos mejorarán su vida familiar, etc.

Errejón aduce que al disminuir el número de horas por trabajador se aumentará el empleo. Una ventaja para un país con un 20% de paro (ERTEs incluidos). Está por demostrar. Si de verdad aumenta la productividad las empresas no necesitarían más trabajadores.

También afirma que al aumentar el consumo se crearan puestos de trabajo para satisfacer a los 'paseantes de weekend' Pero es posible que en España prolifere el pluriempleo y muchos trabajen los cuatro días más otros de los de teórico descanso. En la postguerra muchas familias españolas salieron adelante por los pluriempleados (mi padre uno de ellos). Entonces, una jornada de cuatro días a la semana puede convertirse en una de seis o siete. Cuidado, toda medida social puede dar lugar a efectos perversos si no se hace bien.

Errejón tiene razón, tarde o temprano el weekend empezará el jueves. Propongo que se llame errejonear. Pero que no sea a costa del erario y, menos aún, financie a los estudiosos errejoneadores.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.