Vías de salida a una pesadilla

Vías de salida a una pesadilla

50 OPINIONES PARA SALIR DE LA CRISIS XXVIII

Vías de salida a una pesadilla

4 mayo, 2020 03:08

Tempus irreparabile fugit. Ya decían los romanos que el tiempo pasa irreparablemente, para bien y para mal. La epidemia del Covid-19 pasará, y para los supervivientes será como dejar atrás una pesadilla. Es decir que saldremos de ésta. Ahora la cuestión es el coste de salida.

El primer dilema de esta pesadilla es que cuanto antes salgamos menores pérdidas tendremos. Sin embargo, salir pronto puede significar un rebrote, lo que nos llevaría de vuelta a la pesadilla. Por otra parte, mantener restricciones sine die quizás disminuya el ritmo de nuevos contagios, pero hará inviables económicamente muchas actividades. En resumen, ¿cómo se sale de aquí al menor coste posible?

En primer lugar, con información y sabiendo todo lo posible sobre a qué nos enfrentamos. En cualquier cuestión la información tiene un coste. Pero el coste de saber si alguien está infectado es muy inferior al coste de un contagio o de la inactividad. Es mucho más barato hacer test masivamente que impedir trabajar. No hace falta ser premio Nobel de economía para llegar a esta conclusión, aunque ya haya alguno que haya afirmado esta obviedad. Otra cuestión obvia es que dar elementos de protección es barato. Siempre es más barato pagar 10.000 mascarillas que pagar la hospitalización de 100 personas y la UVI de 10.

La información tiene un coste. Pero es mucho más barato hacer test masivamente que impedir trabajar

Se podrá reactivar más rápidamente la actividad económica si hay más información, es decir más tests, compartiendo los resultados y aislando a los infectados asintomáticos, y más elementos de protección. Y un inciso, resulta mucho más efectivo subvencionar y confiar en las leyes de mercado que fijar precios máximos e incautar. Si la oferta es insuficiente, pero los beneficios son elevados, más pronto que tarde la oferta reaccionará. Y si el incentivo no es suficiente, siempre se puede realizar una compra pública o subvencionar total o parcialmente el producto.

El ir contra las leyes de la economía produce desabastecimiento, aunque pueda evitar beneficios injustos. Sin embargo, lo que se pierde, lo que perdemos todos, no evitando contagios, hospitalizaciones e incluso fallecidos que podíamos haber evitado es muchísimo más costoso.

Más allá del muy corto plazo, cómo se debe abordar la "nueva normalidad" para que no se convierta en la peor crisis económica que se recuerda. La respuesta a esta pregunta es cualquier cosa menos sencilla. Con independencia de cómo se haya gestionado la pandemia, está claro que una economía como la española se iba a ver muy afectada por las consecuencias de la epidemia.

Pensemos solo en el turismo que aporta nada menos que el 13% del producto interior bruto. Pues obviamente nos enfrentamos no sólo a una drástica disminución de la demanda, sino también a que la oferta de servicios turísticos sólo se puede realizar a un mayor precio, con menores comodidades para cliente. Ante esto, toda una industria se enfrenta a una amenaza nunca vista.

Ante situaciones como ésta, llega la pregunta más difícil, ¿qué se puede hacer? Lo primero que hay que tener claro es que hay que proteger y que no se puede ignorar la realidad ni refugiarse en un mundo de fantasía. A alguien le puede parecer preferible que en España nos dedicásemos más a la computación cuántica y a la biotecnología y menos al turismo. Sin embargo, que se nos caiga la industria turística, con millones de españoles condenados al paro, no va suponer que se creen, y mucho menos de forma inmediata, otras industrias alternativas, donde de momento no tenemos ventajas comparativas.

Puede parecer preferible que en España nos dedicásemos a la computación cuántica. Pero que se caiga la industria turística es condenar a millones de españoles al paro

Para paliar el golpe, en primer término, hay que proteger rentas a muy corto plazo. Esto garantiza demanda, pero, sobre todo es una exigencia de justicia social. Sin embargo, esto no se puede pagar, y mucho menos indefinidamente, sin actividad económica y empleo. En consecuencia, hay que intentar proteger las empresas y actividades. Esto es algo que no hay que hacer en condiciones normales.

Si una empresa es ineficiente acabará quebrando, y acabará siendo sustituida por otras. Ahora, sin embargo, nos encontramos con que las empresas quiebran por un factor externo, sin ser ineficientes, y que, además, quiebran muchas al mismo tiempo, retroalimentando una dinámica de destrucción.

Para impedir este círculo diabólico hay que proveer de liquidez a las empresas. Esto pasa por los famosos créditos con garantía del Estado (créditos ICO) pero también por los aplazamientos tributarios (que son en la encuesta del Banco de España la medida más valorada por los empresarios) y de cuotas a la Seguridad Social.

Esto no es suficiente, especialmente si la recuperación no es inmediata: la famosa recuperación en 'V' que es cada día más dudosa. Si no hay un crecimiento rápido y vigoroso, los créditos y menos a corto plazo no son más que un paliativo.

La única forma de mantener actividades es compensar, vía subvención, reducción de impuestos… una parte del mayor coste que suponen las restricciones que implican las medidas de distanciamiento social que se imponen por razones sanitarias. Si se paran las obras, por ejemplo, ¿tiene lógica que los empresarios de la construcción sigan pagando no solo los salarios, sino también las cuotas a la Seguridad Social?

¿Tiene lógica que los empresarios de la construcción sigan pagando no solo los salarios, sino también las cuotas a la Seguridad Social?

Esta cuestión va a ser crítica, especialmente, en el sector servicios, que es también el sector más importante en la economía española. Si, por ejemplo, queremos que nuestros bares y restaurantes vuelvan a abrir y se mantengan, entonces no podemos imponerles restricciones que afectan directamente a sus ingresos y mantenerles los costes constantes.

Aquí no solo hablamos de sueldos y cotizaciones sociales, sino también, por ejemplo, de los módulos de IRPF. Por cierto, soy muy crítico, como casi todos los inspectores de Hacienda que conozco, con el sistema de módulos que en muchas ocasiones es un nido de facturas falsas. Sin embargo, no es el momento de hacer reformas, por muy deseables que nos parezcan, aprovechando esta situación, que tengan un objetivo distinto de salir, lo mejor que se pueda, de esta terrible pandemia. Como señalaba San Ignacio de Loyola, en tiempos de tribulación no hacer mudanzas, y ésta es la peor tribulación que se recuerda en mucho tiempo.

Todo esto, proteger rentas, y luego, mucho más importante, proteger actividades es trasladar riesgos y costes al sector público, y también a los contribuyentes futuros. Esto puede ser más liviano si hay solidaridad europea.

No es el momento de hacer reformas, por muy deseables que nos parezcan, aprovechando esta situación

De hecho, y aunque a algunos no se lo parezca, ya lo está siendo porque gracias al euro y a la actuación del Banco Central Europeo (BCE), estamos pudiendo financiar nuestra deuda, a un interés que sigue siendo bajo, cuando estamos emitiendo más deuda que nunca. Pero esta solidaridad será mucho más fácil de conseguir, y con menos coste y condicionalidad, si España puede ofrecer unas cuentas realistas, estabilidad política y un plan de salida.

El tiempo de los ajustes también, inevitablemente llegará, pero ahora deberíamos concentrarnos en salvar nuestra capacidad productiva. Ésta no es la única forma de salir, porque el tiempo pasará y la noche quedará atrás, pero si sería la forma menos dolorosa y costosa… en todos los sentidos.

Concluyo estas líneas, agradecido a los que se han dejado algo más que la libertad que todos hemos sacrificado estos días, porque también han entregado todo su esfuerzo por salvar vidas en esta tragedia, y en recuerdo de los que ya no están con nosotros.

*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda. Fue presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso hasta marzo de 2019.

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