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Opinión

La Fiesta mayor de las cotizadas

1 mayo, 2019 06:00

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Llegó marzo y junto a la floración y las alergias comienzan a sucederse las Juntas Generales de Accionistas, el día grande de cualquier compañía cotizada, un día especial para muchas personas; muy notable para la alta dirección de la compañía y su consejo y sobresaliente para los responsables de las direcciones de comunicación.

Además de cumplir la obligación legal de proponer a los accionistas la aprobación de las cuentas anuales y el informe de gobierno corporativo, las juntas son cada vez más dinámicas en la medida en que la participación de los propios accionistas, o de representantes de una gran variedad de organizaciones, las han hecho más participativas y en ocasiones no exentas de tensión en la aprobación de alguna propuesta del consejo que llega a contar con una cierta oposición en la medida en que algún representante de un accionista institucional asesorado por los cada vez más activos 'proxy advisor' no vota de acuerdo con el sentido de la propuesta.

Los proxy no son las únicas firmas implicadas en el desarrollo de las juntas asesorando a los grandes inversores sobre el sentido de voto; sensu contrario los 'proxy solicitors' ayudan a las compañías cotizadas a optimizar la relación con sus accionistas y a favorecer los resultados de las diferentes votaciones. Las juntas de hoy poco se parecen a las de hace unas pocas décadas en donde lo único que realmente se tenía en cuenta era el obsequio que la compañía regalaba a sus accionistas.

"Me resulta llamativa la inexistencia de una evaluación ulterior de la junta y una valoración más sosegada una vez metabolizados los resultados y las decisiones adoptadas"

En mi opinión resulta positivo este dinamismo e incluso el activismo que algunas organizaciones del tercer sector protagonizan en ocasiones, especialmente las medioambientalistas en las juntas de las compañías energéticas o algunas asociaciones de consumidores en empresas de diversos sectores. Todo ello contribuye a la transparencia y, por ende, al buen gobierno de las sociedades cotizadas; sin embargo, y dada la cantidad de esfuerzos que despliegan todos los actores de esta gran fiesta, me resulta llamativa la inexistencia de una evaluación ulterior de la junta y la valoración, un poco más sosegada, de la población informada a través de los medios de comunicación una vez metabolizados los resultados y las decisiones adoptadas.

Una evaluación rigurosa del desarrollo de la junta, de acuerdo con las recomendaciones específicas del Código de Buen Gobierno de la CNMV; la propia recogida de la opinión de una pequeña muestra de accionistas presentes mediante un simple cuestionario que resultaría muy fácil obtener tras la conclusión de la junta; el contraste entre el discurso del presidente y el comunicado de prensa distribuido por la compañía con relación a la información publicada; la consulta con algunos expertos del ámbito empresarial… Todo ello aportaría vías de mejora del acto más importante que una sociedad cotizada celebra anualmente incrementando con ello su reputación corporativa.

* Justo Villafañe es catedrático de la Universidad Complutense