Opinión

¿Qué estamos sacando a Bolsa?

La bondad sobre que las empresas salgan a Bolsa es uno de esos mensajes incontestables. Un tic mental que ya hemos hecho propio. Sin embargo, ¿qué estamos sacando a Bolsa? ¿Cómo van esas empresas? ¿Cómo les ha ido a sus accionistas? Y lo que es más usual en los últimos años, ¿qué pintan estas compañías en Bolsa?

28 abril, 2016 22:56

El sentido económico de la Bolsa para la empresa es casi único: lograr financiación no siempre más barata que la que pueda obtener en los mercados de deuda o en los bancos sino, sobre todo, más flexible. El dividendo es el coste de pedir ese dinero a los inversores, a los accionistas, o sea, a los dueños. Pero como son todo al mismo tiempo, es posible decirles que este año no te pago o te pago menos, o que recurro a soltarte acciones.

Esa gran flexibilidad al accionista, basada también en la expectativa de revalorización a medida que el negocio se hace más grande y rentable, es casi milagrosa. Muchas empresas con sus trabajadores, su facturación y sus bienes se han librado de cierres inminentes gracias a la apuesta que han hecho sus inversores en Bolsa al acudir a ampliaciones de capital en momentos muy críticos. Recuerdo, por poner solo un ejemplo, a Tubacex que ahora está en una posición envidiable ¿a ver cómo termina lo del petróleo- y que logró sobrevivir por el apoyo de sus inversores congregados en el parqué.

La grandeza de los bancos españoles que han cruzado continentes con su gestión, al igual que las grandes multinacionales de aquí, tiene en la Bolsa su explicación, su impulso. No son tan lejanas aquellas OPS de Santander y BBVA con la que extendían sus dominios allende los mares. La Bolsa toma todo su sentido para el ámbito empresarial. Lo del inversor ya es otra historia para otro día. Lléndonos más atrás (años setenta) el crecimiento eléctrico y de la telefonía también pasó por Bolsa.

Esta semana ha resalido Telepizza y se ha despeñado un 20% el primer día de cotización y en este segundo siguen las pérdidas. Una compañía que no gana dinero ni piensa ganarlo en un futuro inmediato y que difícilmente puede prometer un dividendo continuado en el tiempo.

Bajo esa máxima, impulsada sobre todo por Bolsas y Mercados Españoles (BME) que mira por su negocio como por los poderosos intermediarios que obtienen grandes beneficios por la colocación de las compañías, están saliendo al mercado valores que no sabemos a qué vienen ni lo que hacen.

Además, desaparecieron los requisitos a la entrada en Bolsa. Aquellos tiempos en los que era necesario estrenarse con una cuenta de resultados con beneficios. Ahora no hace falta y pueden tocar la campana rodeados de abundantes pérdidas. Este es el caso de Telepizza. Pero, bueno, la apuesta es a que esa tendencia se enderece. En lo que va de 2016 se han estrenado pocos valores, muy pequeñitos y las pérdidas dominan. Algunos pertenecientes al Mercado Alternativo Bursátil (MAB) carecen casi por completo de liquidez y subidas o bajadas son poco relevantes sobre cómo va la compañía.

Otro gran coladero, salvo excepciones, son las Socimi, sociedades patrimoniales inmobiliarias que buscan un mejor tratamiento fiscal. Las hay grandes que se mueven, compran inmuebles, pero en su gran mayoría utilizan el mercado para lograr un mejor trato fiscal, tanto como sociedades como a sus socios. Una especie de Sicav del mundo del ladrillo.

La Bolsa se ha convertido en un coladero de empresas cuyos socios buscan dar su particular pelotazo con la salida al mercado y luego se olvidan de todo¿ hasta de cotizar. O simplemente se someten a la disciplina bursátil para pagar menos impuestos.

Todo muy lejos de la Bolsa como un financiador flexible con el que es posible convertir una pyme en un emporio empresarial. Nos congratulamos de que el año pasado entraron entre el MAB y el mercado continuo más de 25 sociedades. ¿De cuántas recuerda su nombre? A mí me suenan Aena, Talgo, Cellnex... y pare usted de contar.