Terapia en grupo.

Terapia en grupo. E.P

Observatorio de la sanidad

Así funcionan las clínicas de desintoxicación privadas: 5.000 euros al mes por internamiento, gimnasio y terapias

También las hay exclusivas con servicios VIP para pacientes de alto 'standing'. Estas tienen un piso con servicios individualizados y de lujo.

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Las claves

Las clínicas de desintoxicación privadas tienen tarifas que alcanzan los 5.000 euros mensuales por internamiento, incluyendo gimnasio, actividades diarias y terapias de bienestar.

Existen opciones de internamiento completo o solo servicios de psicología y terapia, con precios que varían según las necesidades del paciente y su situación económica.

El aumento en las admisiones a programas de rehabilitación, tanto públicos como privados, ha crecido un 15% en la última década, impulsado por el mayor consumo de sustancias como cannabis y cocaína.

Las clínicas ofrecen desde tarifas low cost hasta servicios VIP para pacientes de alto standing, con precios que pueden oscilar entre los 10.000 y 20.000 euros al mes.

Tarifas de 5.000 euros de media por cada mes de internamiento que incluyen gimnasio, actividades diarias y terapias de bienestar social. Así es el funcionamiento de las clínicas privadas de desintoxicación (drogas, alcohol) por las que cada vez más pacientes pagan por ingresar en alguno de estos centros ante las eternas listas de espera (de seis meses a un año).

Los precios pueden variar dependiendo de las necesidades del interno y su situación económica. Hay clínicas que ofrecen un internamiento completo (que puede ser entre tres y cuatro meses, un año o incluso hasta tres) o sólo servicios de psicología y terapia: el adicto visita el centro varias veces a la semana.

Como ha podido saber este periódico, también hay las que ofrecen tarifas low cost para atraer a personas que no tienen tantos recursos para costearse estos servicios.

También hay exclusivas con servicios VIP para pacientes de alto standing. Estas tienen un piso o cabaña con servicios individualizados y de lujo e, incluso, hasta personal de enfermería 24 horas. Su precio puede llegar a oscilar entre los 10.000-20.000 euros al mes.

Cabe destacar que todo esto sucede en un contexto en el que las admisiones a programas de rehabilitación para tratar adicciones han aumentado un 15% con respecto a hace diez años. De hecho, dicho incremento incluye tanto ingresos en centros públicos como privados. Todo esto responde al mayor consumo de sustancias (cannabis, cocaína...), según los datos del último Informe OEDA 2025 del Observatorio Español de las Drogas.

Este periódico ha podido conocer el testimonio en primera persona de dos pacientes que han accedido a los servicios de dichos centros privados, uno de ellos hasta en cuatro ocasiones.

"En esas clínicas no existe la curación, sino la rehabilitación", cuenta Óscar (52 años), que sigue lidiando con su adicción desde hace 20 años. Empezó con la dependencia al alcohol con 15 y esto le llevó a consumir otro tipo de sustancias. Con 18, ingresó en su primer centro de rehabilitación. Ha estado en un total de cuatro. En su caso, estuvo en una clínica privada que le incluía la rehabilitación psicológica.

Rehabilitación

"A mí lo que me entraba era una desintoxicación en el hospital, que me internaron allí durante una semana y entonces me pudieron parar la adicción física. Estuve un poco tiempo interno y luego tuve que asistir al tratamiento con un psicólogo especializado asignado para mí", cuenta.

Durante un año, estuvo visitando el centro semanalmente por el que pagó un total de 10.000 euros al año. Por otro lado, también se tenía que costear la medicación necesaria para tratar la adicción.

En su caso no convivió en el centro, pero depende del grado del paciente, "para la mayoría es fundamental estar interno porque el problema es que si sales, teniendo un síndrome de adicción, es muy probable que vuelvas a recaer", señala a este diario.

Asegura que las tarifas varían dependiendo de los servicios que demande el paciente, no obstante, suelen llegar hasta los 5.000 euros al mes por internamiento para dormir y hacer vida en las instalaciones. "En muchas puedes estar interno y externo, todo esto lo evalúa la propia clínica cuando entras. Son ellos los que un poco te guían cuando llegas".

"El tema esto es como una carta, ¿no? ¿Tienes más dinero? Pues a lo mejor te comes un chuletón, no sé. Entonces depende de qué tipo de enfermedad tienes, hasta dónde llega, qué valoración hacen los profesionales de allí y cuánto dinero tienes", reflexiona.

Por su parte, Alberto (39 años) ingresó con 26 en un centro de desintoxicación privado. "El hartazgo y mis recaídas con la adicción al alcohol y las drogas, hicieron que mis padres me echaran de casa. Ya no tenía nada más que perder, un amigo que conocía y que había estado ahí me pasó el contacto de la clínica y me dijeron que tenía que ser yo el que llamara, no mi familia. Y menos mal que lo hice, porque si no a día de hoy estaría muerto", cuenta.

Crédito

Una vez reconoció su dependencia a la cocaína, ingresó en uno de estos centros en los que estuvo casi cuatro meses conviviendo en un piso con más compañeros. Por esta estancia pagaba 1.500 euros al mes. "Mis padres decidieron confiar en mí a pesar de todo y corrieron ellos con todos los gastos. Hasta tuvieron que pedir un crédito para pagarlo", relata Alberto.

En las instalaciones del centro, tenían servicios de todo tipo: desde gimnasio, clases de acupuntura, trabajos, terapias de bienestar y paseos matutinos, además de consultas de psicología. Normalmente, cuenta Alberto, que la mecánica de estas clínicas es de ofrecer una estancia de cuatro meses y luego derivar a programas como los de Alcohólicos Anónimos.

"Estando ingresados en ese centro, de alguna manera siempre nos obligaban a ir a los grupos de doce pasos. En estas clínicas nos decían que esto es una enfermedad que no tiene cura: "aquí os ayudamos a parar el consumo, pero la recuperación la vais a conseguir en esos grupos". "Y así hice", explica.

También, cuenta a este periódico que en el centro privado le ofrecieron quedarse más tiempo que en un piso de reinserción. "No obstante, no vi la necesidad, rápidamente capté el mensaje que donde hay recuperaciones es en los grupos, que yo lo que necesitaba era estar siempre rodeado de personas que quisieran recuperarse".

Aunque reconoce que la clínica le ayudó con su adicción, también asegura que el paciente tiene que tener una gran fuerza de voluntad para querer cambiar.

"Los terapeutas y los responsables a las seis de la tarde se iban a su casa, y nos quedábamos solos conviviendo. Enfrente había un chino, ninguno se iba a beber, pero tenías la tentación. O sea, al final, el éxito de estas clínicas o no, tiene que ver mucho con el paciente".

Así, cuenta que muchos de sus compañeros con los que estaba han vuelto a consumir: "No por pagar recuperación uno la logra", termina.

Ahora, al igual que Óscar, lleva años visitando estos grupos en los que personas, con diferentes tipos de adiciones e historias, comparten y se ayudan con sus testimonios poco a poco a superar esta enfermedad.

Vista aérea de una de las fincas de The Balance en Mallorca, una de las clínicas más lujosas de España para 'ultrarricos''

Vista aérea de una de las fincas de The Balance en Mallorca, una de las clínicas más lujosas de España para 'ultrarricos'' Álvaro Imbert.

Lleva 13 años sin consumir. En los grupos siente tranquilidad, en paz. "Aquí se respira un amor incondicional, hay toda una comunidad inclusiva. Hay gente de todo tipo, de clase, de raza, de pensamiento, de ideología, de teología. Nos reunimos con el único propósito de compartir fortaleza, esperanza y experiencia".

Y continúa añadiendo que gracias a esta comunidad ha logrado "mantener un trabajo, ser más responsable, ser más productivo, tener mejor humor, aceptarse y valorarse. Cosas que el alcohol y las drogas no me hubieran permitido, de hecho, no sé si estaría vivo", reflexiona.

En esa idea también coincide Óscar. Este resalta la gran labor de los grupos, ya que el ir a diario a ellos hace que puedas llegar a alcanzar algún día la curación.

"Tú vas a la comunidad y tienes a gente como tú, que está intentando mantenerse un día más sin beber. Y entonces no se te olvida. Tú llegas, vas a las reuniones cada quince días, en la semana, siete veces al día, no importa lo que sea y lo que necesites", dice Óscar.

Sobre las clínicas, reflexiona: "Me decían cosas, sí. Me decían lo que me pasaba y que tenía una enfermedad, sí. Pero, nadie me contaba exactamente lo qué tenía que hacer, nadie. Cuando yo entré a la comunidad me lo dijeron, pero no me obligan a hacerlo. Esa era la gran diferencia. Entonces eso te motiva a tu interior y dices, joder, que otra persona conozca que hay una salida, no debe ser tan difícil, ¿no?", termina Óscar.