Álvaro Jabón, Ricardo Cañete, Gustavo Trillo y Maximiano Pablos, socios fundadores de Panza Capital.

Álvaro Jabón, Ricardo Cañete, Gustavo Trillo y Maximiano Pablos, socios fundadores de Panza Capital.

Fondos de inversión

No me llames ex Bestinver, llámame Panza Capital: las 7 claves del “value sensato”

Gustavo Trillo, Ricardo Cañete y compañía quieren desmarcarse con su nuevo proyecto de Bestinver, Cobas o Azvalor.

28 marzo, 2022 02:18

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“No es buen momento de mercado para lanzar un proyecto”. “El estilo value ha pasado de moda”. “No tienen músculo financiero suficiente”. “Vaya nombre tan chistoso”… Estas son solo algunas de las frases que el mercado, muy expectante a su debut, ha dicho del nuevo proyecto de Gustavo Trillo, Ricardo Cañete & cía, al que previsiblemente se unirá en octubre Beltrán de la Lastra.

Este equipo de gestores y comerciales no quiere que se les asocie a su antigua casa y se les llame los “ex Bestinver”. Ahora son, y con mucho orgullo, Panza Capital, en honor al fiel escudero del Quijote, una lealtad literaria que ha durado más de 500 años y que ellos quieren extrapolar a sus inversores y clientes.

Quizá sea por peso, antecedentes y expectativas, el mayor reto que afronta este año la industria española de fondos de inversión. Y, precisamente por eso, es necesario analizar las siete claves que marcarán el value sensato” que quieren traer a las bolsas.

‘Value’ sí, pero sin dogmatismo

“Posiblemente, cuando todo el mundo hablaba de value, era el mejor momento para salirse, y cuando nadie habla de value, es el mejor momento para meterse”. Esto cree Trillo, por ahora presidente y CEO de Panza Capital, y así lo remarcó en la presentación oficial de la gestora. La firma aplicará lo de comprar barato para tener margen de seguridad, pero “sin ser más ni menos value que nadie”.

Si atendemos a su lustro en Bestinver y damos por hecho que habrá cierta continuidad, raro sería ver en cartera valores concentrados al límite de lo legal o títulos de pequeña capitalización. La liquidez y la diversificación son sagradas.

Tras más de una década en la que la filosofía growth batió por goleada al value, desde el último trimestre de 2020 esta ha remontado posiciones y algunos fondos asociados a este estilo han volado hasta sus máximos, mientras que otros han recortado pérdidas. Panza llega en un momento de inflexión. Está por ver si queda recuperación económica por delante y las empresas invertibles aún mantienen potencial o si se ha entrado en una gran recesión que les complique el punto de partida.

El largo plazo todo lo puede

La guerra rusa en Ucrania, los altos precios energéticos y la inflación desbocada, las próximas elecciones en Francia o Brasil o las subidas de tipos por parte de la Fed o el BCE. Este ejercicio lleva aparejados numerosos eventos (o contratiempos) que generan volatilidad e incertidumbre. Y los cisnes negros que rompen con la probabilidad y al final ocurren cuando no deberían.

Desde Panza Capital son conscientes que no es un año fácil para iniciarse, pero también lo son de que a largo plazo, el riesgo paga si se tiene la paciencia y disciplina necesarias. Cualquier momento es malo (o bueno) para empezar. Según se mire. De hecho, cualquier gestor diría que la volatilidad es su amiga y su mejor herramienta de trabajo, no su adversaria.

Don Quijote de la Mancha

La obra de Miguel de Cervantes les ha servido de inspiración aun sabiendo que muchos colegas de profesión o rivales usarán el nombre de su gestora para vilipendiarles con chistes fáciles. Algunos ya circulan por los corrillos financieros y las redes sociales: “El fondo va panza arriba”; “Se me ha empachado la panza de tanto fondo”… Y hasta dónde dé la imaginación.

Pero todo tiene su lógica. En un sector donde las multinacionales están olvidando sus orígenes y su idiosincrasia, con marcas donde desaparecen las vocales (de Aberdeen Standard a Abrdn), imperan las siglas (de Prudential a PGIM) o se tira de acrónimos (de Crèdit Andorrà a Creand), contar con un nombre universalmente reconocible y de fuerte arraigo ibérico puede abrir las puertas de los inversores extranjeros. Y facilitar el recordatorio de marca. Al fin y al cabo, fue Sancho Panza quien dijo aquello de “hablen cartas y callen barbas”.

“No hay que ser demasiado sofisticado para hacer las cosas bien, el arte está en hacerlo bien por sí mismo”. Bajo esta premisa quieren que se desarrolle su labor.

¿Hace falta un fondo ibérico?

Venir de España no tiene por qué equivaler a lanzar un fondo de renta variable ibérica. Buena parte de los gestores de esta corriente disponen entre su oferta de un fondo de acciones españolas y portuguesas, pero lo cierto es que este mercado ha perdido gran parte de su patrimonio y el interés por parte del público. En 2006, su máximo histórico, este tipo de fondos gestionaban 10.720 millones de euros, y en la actualidad apenas administran 3.370 millones, menos de un tercio que por aquel entonces.

Según ha podido saber EL ESPAÑOL-Invertia, Panza Capital se plantea si tenerlo o no. Podrían salir con un fondo europeo o global y renunciar a un fondo local, aunque todavía no tienen nada decidido, confirman fuentes próximas. Seguramente, la gran mayoría de inversores no lo echaría de menos, porque las acciones ibéricas pueden entrar a formar parte de cualquier cartera europea. Pero renunciar a él les dejaría fuera de los grandes mandatos soberanos que destinan una parte de su presupuesto a empresas españolas.

Un mercado de 13.000 millones

El mejor Bestinver tocó los 10.000 millones de euros bajo gestión gracias a varios mandatos institucionales. Con la marcha de Francisco García Paramés en 2014, el segmento value se ha atomizado en numerosas firmas que, en vez de hacer crecer este nicho el doble o el triple, lo que han hecho es repartirse casi la misma parte del pastel. Un hueco donde ahora hay un nuevo jugador.

En la actualidad, hay algo más de 13.000 millones en juego para los gestores value. Bestinver controla 7.050 millones, mientras que Azvalor, Magallanes y Cobas tienen 1.900, 1.850 y 1.600 millones, respectivamente. El resto se lo reparten True Value, Valentum, Horos, Metagestión, Lierde Sicav, Equam Capital y fondos de autor como los de John Tidd (Hamco) o Carlos Val-Carreres (MyInvestor), entre otros.

Si siete años y medio (y una decena de proyectos) después el mercado solo se ha incrementado en 3.500 millones, donde el principal acicate ha sido el propio efecto bursátil y no las captaciones, nada parece indicar que vaya a crecer considerablemente por mucho que Panza Capital entre en escena.

Necesidad de un ‘family office’

Los socios de Panza, sus familiares y amigos aportarán de inicio unos 100 millones de euros a los fondos, un nivel por debajo del cual es difícil ser eficiente y a partir del cual los inversores institucionales empiezan a evaluarte con mejores ojos. Pero la gestora estudia la fórmula de incorporar a algún family office -como accionista e inversor ancla- que le dé músculo financiero y estabilidad en el despegue, con otros 200 o 300 millones más. Como Magallanes con Blanca Hernández, de Ebro Foods, pero salvando las distancias.

Porque Trillo, Cañete y el resto quieren mantener su independencia. De la banca y las aseguradoras, pero también de un inversor que no les limite la libertad de movimiento. “No queremos a nadie que nos controle ahora ni en el futuro”, aseveró Trillo en la puesta de largo. Se lee entre líneas que el grupo familiar que quiera asociarse con ellos tendrá que conformarse con una participación minoritaria, por muy relevante que sea. Hernández aglutina el 51% de Magallanes, por un 45% Iván Martín, su alma máter. Y como ha podido constatar este periódico con fuentes conocedoras, el capital riesgo (véase el caso de True Value con Inveready) queda descartado. No les convencen ni el control ni las prisas.

Sin fugas en bloque

Cuando Paramés se fue de Bestinver y sus lugartenientes Álvaro Guzmán de Lázaro y Fernando Bernad fundaron Azvalor, los analistas se movieron en bloque con estos con la (falsa) esperanza de que Paramés se uniera después, lo que hubiera supuesto un reencuentro idílico fuera del paraguas de Acciona. Pero todo se fue al traste, Paramés lo rechazó y montó su propia gestora. Cuando estuvo registrada, casi todos los analistas abandonaron Azvalor y recalaron en Cobas. Aquellos meses se parecieron a una telenovela.

En Panza no están dispuestos a repetir la misma jugada. Quizá algún gestor o analista pueda incorporarse desde su antigua casa -donde quedan cinco del equipo anterior a Fidentiis- u otros competidores, pero parecen ya muy lejanos aquellos días en los que un golpe de mando provocaba la desbandada de decenas de personas al unísono.