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El Gobierno de Estados Unidos ha echado el cierre parcial. Las consecuencias económicas que puede tener el conocido como government shutdown son limitadas, salvo una: la no publicación de estadísticas oficiales.

Durante el cierre, las oficinas federales echan la persiana, también las encargadas de publicar los datos macroeconómicos. Es decir, el mercado no tendrá referencias con las que evaluar la evolución de la primera economía del mundo.

Más importante aún: la Reserva Federal (Fed) se quedará ciega y sorda. Si el shutdown se alarga, no contará con los datos de empleo e inflación de septiembre.

Ambas estadísticas son esenciales para que los responsables de la política monetaria en Estados Unidos tomen su próxima decisión sobre los tipos de interés.

Que la Fed y el mercado se queden a oscuras cobra más importancia en este momento, en el que el banco central y los inversores se debaten entre darle más importancia al enfriamiento del mercado laboral estadounidense o a una inflación que se resiste a bajar al 2%.

Veinte cierres de Gobierno

La causa que ha provocado este cierre de Gobierno ha sido la falta de acuerdo político en el Congreso para aprobar la ley que financia el presupuesto federal.

La principal consecuencia es que las agencias y los programas federales dejan de recibir fondos públicos, lo que obliga a suspender temporalmente su actividad no esencial.

Estados Unidos se ha enfrentado a 21 cierres de Gobierno desde 1976. La duración media de estos bloqueos suele ser de unos ocho días, aunque el último de ellos –que tuvo lugar en 2018, durante el primer mandato de Trump– sobrepasó el mes.

Afortunadamente, las repercusiones económicas y para los mercados de los cierres siempre han sido limitadas. A pesar de que la mayoría de analistas advierten de que este puede ser un cierre largo, esperan que esta vez ocurra lo mismo.

Sin datos

Por ello, el foco de los inversores se centra en la ausencia de datos. Entre las agencias gubernamentales que limitan su actividad se encuentra la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), que es la responsable de publicar los datos de empleo y el índice de precios al consumidor (IPC).

Sin fondos públicos no hay actividad. Y sin actividad no hay datos.

Si no se llega a un acuerdo rápido para la reapertura del Gobierno federal, la BLS no difundirá los datos de empleo de septiembre. La publicación está prevista para este viernes, 3 de octubre.

También está en peligro la publicación de las cifras de inflación de EEUU de septiembre. La difusión del IPC está programada para el 15 de octubre. Es decir, hay más margen para que demócratas y republicanos pongan fin al cierre del Gobierno.

Ambas referencias son esenciales para que la Fed evalúe la conveniencia de volver a bajar los tipos de interés o de dejarlos en el rango actual de entre el 4% y el 4,25%. También son básicas para que el mercado se haga una idea de cuál será la senda que seguirán las tasas de referencia.

Para los analistas de Link Securities, “si la Fed no dispone de esta información, lo más sensato por su parte sería no mover ficha y dejar los tipos sin cambios, algo que podría ser negativamente recibido por algunos inversores”.

Los miembros del banco central estadounidense volverán a reunirse los días 28 y 29 de octubre. Según datos de LSEG, los inversores dan una probabilidad del 95% a que la institución decrete una nueva reducción de 25 puntos básicos del precio del dinero.

“Es muy probable que la Fed vuelva a bajar los tipos en octubre, pero dada la importancia que tiene el mercado laboral en su planteamiento actual y las diversas presiones políticas a las que se ve sometida, esta falta de claridad en los datos no le facilitará la tarea”, advierten en Aberdeen.

Consecuencias económicas

Más allá de la ausencia de estadísticas, las repercusiones del cierre de Gobierno tanto para la economía estadounidense como para los mercados financieros suelen ser limitadas, aunque dependen de la duración del shutdown.

Los economistas calculan que los cierres gubernamentales reducen el crecimiento en alrededor de 0,15 puntos porcentuales a la semana. Pero, “cuanto más se prolongue el cierre, mayor será el lastre económico”, advierten en Aberdeen Investments.

La Oficina Presupuestaria del Congreso estima que los empleos de 750.000 funcionarios serán suspendidos, con un coste diario de 400 millones de dólares. Si las suspensiones se prolongan o pasan a ser despidos permanentes, podrían elevar la tasa de paro de EEUU.

La principal repercusión para los mercados en un aumento de la incertidumbre que podría desembocar en un incremento de la volatilidad. De nuevo, los efectos dependerán de la duración del cierre.

“¿Podría esta incertidumbre ser lo suficientemente grande como para afectar al contexto económico y, con ello, a los activos de riesgo?”, se preguntan en Natixis IM Solutions.

Los mismos expertos se contestan al considerar que “probablemente no tenga un impacto duradero, pero cuanto más se prolongue la incertidumbre, mayor será el riesgo”.

En Link Securities esperan, “en principio, que los mercados de divisas, bonos y acciones reaccionen sin estridencias ante esta situación, al menos en el corto plazo”.

Teniendo en cuenta lo ocurrido en otros cierres, las acciones han sufrido ligeramente al principio de los mismos, pero después, una vez ha comenzado el shutdown, han repuntado.

Según los datos recogidos por Deutsche Bank, el S&P 500 –el índice más importante de Wall Street- ha subido en los últimos seis bloqueos gubernamentales.

Pero, según recoge Vanguard, el índice ha caído cuatro de las siete veces en las que el cierre ha durado diez o más días.

En contra del comportamiento de la renta variable, el interés de los bonos se ha elevado en los días previos al cierre, pero ha vuelto a caer una vez iniciado. El dólar suele depreciarse, mientras que el oro resulta beneficiado.