
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, en la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo.
BCE y FMI ven "riesgos a la baja" en el crecimiento por los aranceles y se preparan para un futuro "imprevisible"
Las presidentas de ambas instituciones reclaman a Europa avanzar en la unión de capitales, la mejora de la productividad y eliminar trabas burocráticas.
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Pocas veces hay tanta coincidencia entre los organismos internacionales. Pero esta vez no ha habido dudas. Tanto Kristalina Georgieva como Christine Lagarde avisaron este jueves de que la guerra arancelaria que se avecina genera "riesgos a la baja" para el crecimiento de la economía mundial.
Ambas coincidieron también en que en un mundo de "aranceles bilaterales, que pueden subir o bajar, la planificación resulta difícil", según la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI). Eso nos lleva, dijo la máxima responsable del Banco Central Europeo, a una situación "imprevisible" donde habrá que actuar "con datos y agilidad" en cada momento.
Por ahora se descarta la recesión global, tampoco para la eurozona, aunque la banquera central dio por hecho que en las próximas semanas habrá una revisión -seguramente a la baja- de las perspectivas de crecimiento.
"Todavía no sabemos cuál es el impacto que tendrán los aranceles sobre el PIB, pero tampoco sobre la inflación", aseguraba Lagarde. Y es que, en este momento, todo apunta a que podría tener un efecto desinflacionista.
¿Por qué? Porque el euro se fortalece sobre el dólar abaratando las importaciones y, al mismo tiempo, puede haber una "resituación" de las cadenas de suministro que hagan que productos antes destinados a Estados Unidos desembarquen en el Viejo Continente.
Como ha contado EL ESPAÑOL, China mira ya a la Unión Europea como el mercado que sustituya a Estados Unidos para colocar sus exportaciones. Esto haría que se produzca una entrada masiva de productos chinos, impulsando los precios hacia abajo. De hecho, en Bruselas se trabaja ya para que esa entrada se produzca de forma controlada y no provoque problemas en algunos sectores.
Lo que el Banco Central Europeo parece tener claro es que la inflación rondará el 2% cuando acabe el año. Es decir, que estará en el objetivo que se fija la institución. Todo ello si las "inversiones en Defensa e Infraestructuras" no lo presionan al alza. Algo que podría ocurrir también con el crecimiento.
Y es que como recordaba Georgieva desde Washington, "la autosuficiencia empieza a cobrar importancia" aunque, al mismo tiempo, provoca "un proteccionismo que erosiona la productividad a largo plazo, sobre todo de las economías más pequeñas".
De momento habrá que esperar. El Banco Central Europeo actuará reunión a reunión. En la última, celebrada este jueves, ha recortado un cuarto de punto los tipos hasta el 2,25%. Es lo que los analistas de ING denominan como un "recorte defensivo" para evitar quedarse alejado de las necesidades de la economía.
Había numerosas voces en el mercado solicitando a Lagarde un recorte de medio punto porcentual; sin embargo, la presidenta del BCE asegura que la decisión se tomó por "unanimidad" y que ningún miembro del consejo se pronunció a favor de bajar 0,5 puntos los tipos de interés.
Eso sí, Lagarde, a su manera, dejó claro que aunque todavía es pronto, en las próximas reuniones se examinarán todos los datos y se aplicarán las "medidas y herramientas" que sean necesarias para mantener la inflación en el 2%. Y, a la par, evitar que la economía europea pueda ralentizarse en exceso.
Aunque el FMI dará más detalles de sus previsiones la próxima semana, Georgieva sí que lanzó algunas recomendaciones a la Unión Europea para prepararse para lo que está por venir.
En concreto, reclamó avanzar en la unión bancaria, un mercado único de capitales y reducir las trabas al comercio interno de servicios. Es decir, reducir barreras burocráticas -entre otros- a los gigantes digitales y que, en la práctica, actúan como aranceles de entrada.
Lagarde, por su parte, en un inédito mensaje al final de su intervención tras el consejo del BCE reclamó a los líderes europeos "rapidez" y "un gran esfuerzo" para lograr una mejora en la productividad, la creación de un mercado único de capitales y en el euro digital.
Esto último, indicó, sería un paso clave para "garantizar la soberanía monetaria" de Europa, por lo que es "urgente" una legislación en esta materia. De hecho, el proyecto para ponerlo en marcha está encima de la mesa y el Banco Central trabaja ya para desarrollar la infraestructura necesaria para su sostenimiento y correcto funcionamiento.