Un bróker observa las pantallas de negociación en la Bolsa de Nueva York.

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Mercados

Los grandes inversores urgen a los políticos a pasar a la acción tras la contundencia de los bancos centrales

Los estímulos monetarios se han desplegado en una cantidad y agilidad insólita, pero los planes económicos y fiscales siguen sin concretarse.

30 octubre, 2020 02:34

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Al tablero de la recuperación económica le faltan peones. Aunque los grandes bancos centrales han regado el mercado de liquidez como nunca antes en cantidad y agilidad, las cifras macroeconómicas no se sostienen y los mercados no cambian de rumbo. Un desajuste que los grandes inversores no dudan en atribuir a las faltas de la clase política.

Las instituciones llevan tiempo advirtiendo de que la recuperación económica pierde velocidad de crucero. Y el gran riesgo es que esta ralentización se convierta en un frenazo en seco que agrave tremendamente los efectos de una pandemia que mandó al paro solo en Estados Unidos y en su primer mes de azote a tantos ciudadanos como habían encontrado empleo desde la crisis financiera de 2008.

Si bien muchos de estos parados han logrado volver a sus puestos de trabajo o encontrar otra ocupación, las eternas rivalidades políticas amenazan con truncar esta mejoría. Precisamente, a todas luces en EEUU ya no habrá pacto alguno para liberar estímulos económicos antes de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre. Algo parecido ocurre en Europa, donde los fondos de reconstrucción económica siguen esperando un plan para ponerlos a trabajar.

Campaña electoral

La directora de estrategia de JP Morgan AM para España, Lucía Gutiérrez-Mellado, lo explica con claridad al señalar que aún hay tiempo para que un pacto fiscal en EEUU “no llegue demasiado tarde”, pero que “lo deseable es que llegue cuanto antes”. Y es que cada retraso pone en juego la supervivencia de un ingente número de empresas y la solvencia de muchos hogares.

“Más ahora que el regreso de las medidas de confinamiento como último recurso viable para contener la epidemia vuelven a provocar el cierre de sectores completos y una drástica reducción del consumo”, señala un economista consultado por este portal. Y el foco está en el sector servicios, clave en la mayoría de mercados desarrollados y, especialmente, en el caso de España por el peso de la hostelería y el turismo.

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.

El economista jefe de Lombard Odier, Samy Chaar, es contundente al señalar que para que la economía alcance su ahora atenuado potencial requiere de “políticas de apoyo constantes” que desde la parte del estímulo presupuestario siguen sin cuajar, mermando la confianza de los consumidores. Algo que el experto no duda en atribuir a factores como "la incapacidad de republicanos y demócratas de alcanzar un acuerdo”.

Si bien los mercados habían sido capaces de “ignorar en gran medida los crecientes titulares sobre el virus, la desaceleración de la movilidad significa debilitamiento económico y eso presiona la renta variable”. Así explican Jack Janasiewicz y Garret Melson, gestores de Natixis IM, lo que está ocurriendo en las últimas semanas en los principales parqués del mundo.

Apoyo presupuestario

En este sentido, aquí encuentran explicación al reciente retroceso de Wall Street, que incluso ha diluido las ganancias anuales que acumulaban algunos de sus índices. Los gestores atribuyen este tembleque de la bolsa estadounidense al intento de los inversores de adivinar la respuesta a lo que llaman “la pregunta de los 500.000 millones a 5 billones de dólares”.

Esta es la horquilla que los de Natixis IM calculan para el próximo paquete de estímulos a liberar en EEUU. Sus extremos están definidos por el montante de fondos que prevén que podría aprobarse en función de si, respectivamente, se imponen los republicanos de Donald Trump o se produce una ‘ola azul’. Así denominan al vuelco electoral que otorgaría la Presidencia, el Congreso y el Senado a los demócratas de Joe Biden, más favorables a la implementación de subsidios públicos.

Todos estos argumentos han encontrado un altavoz en la boca de Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Si hace unos meses ya urgía a los políticos europeos a alcanzar un acuerdo “sin perder el tiempo”, este mismo jueves hacía lo propio para que los fondos pactados por el Consejo Europeo comiencen a desplegarse.

La exministra francesa ha urgido a que “ya que se ha alcanzado el acuerdo, hay que asegurar la eficiencia en la implementación de los fondos”. Un tono mucho más contundente que el que se ha permitido gastar el presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed), Jerome Powell, que vigilado de cerca por Trump se ha conformado con marcar su propio ritmo y hasta alterar el mandato fundacional del organismo.

El caso español

En opinión de Lagarde, la combinación de medidas monetarias y fiscales es la única vía para asegurar “una recuperación más rápida, más fuerte y más uniforme”. “Es vital”, sentenció justo después de haber asegurado que en diciembre “recalibrará” cada una de las medidas a su disposición, así como su alcance.

El plan de reconstrucción europea Next Generation está sobre la mesa y en negro sobre blanco en los papeles, pero sus fondos por 750.000 millones de euros siguen sin fluir. Bruselas apenas ha comenzado ahora a distribuir un primer paquete de ayudas a los mecanismos para la contención del paro procedentes del mecanismo comunitario SURE.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante la presentación de los Presupuestos Generales del Estado.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante la presentación de los Presupuestos Generales del Estado.

Y mientras, en España las dudas se multiplican. Para empezar, el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos todavía tiene que asegurarse suficientes apoyos políticos como para sacar adelante sus Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el próximo ejercicio. Incluso los morados han insinuado que su apoyo sin fisuras no está garantizado.

Para seguir, la sombra de la duda se posa sobre la capacidad del país para gestionar adecuadamente el dinero del programa comunitario. Y es que a estas alturas solo ha consumido un 34% de los fondos con los que se había dotado al país para el periodo 2014-2020.