BLUE MONDAYS

El ciclo se acaba cuando el último tonto compra

15 junio, 2020 03:28

La historia ha sido testigo de largos ciclos económicos coincidentes con no menos destacadas tendencias alcistas en las bolsas. Sabiendo que no hay dos ciclos iguales y que las oscilaciones de punto a punto se componen de fases que difieren en la duración y en la amplitud, la gran mayoría muestran patrones coincidentes que llevan a finales predecibles.

La década de los 60 experimentó un notable crecimiento impulsado, entre otros muchos factores, por el desarrollo tecnológico y por un boom de consumo. En ese período se hicieron famosas las Nifty Fifty, un grupo de compañías con el “mejor y mayor” crecimiento de beneficios, entre las que se encontraban empresas tan conocidas como J&J, IBM o General Electric. Acciones growth cuyo crecimiento se pagaba a múltiplos cada vez más elevados. No era por tanto raro ver valoraciones de 100 veces los beneficios esperados. Como era previsible, cuando el crecimiento se invirtió la burbuja pinchó.

En la década de los 90 se repitió un patrón similar tanto en lo económico como en lo bursátil, todavía más acentuado por la repentina disrupción que supusieron a final de la década las compañías “.com”, generando lo que conocemos como la burbuja tecnológica. Compañías como Yahoo, Altavista o Qualcomm, llamadas a dominar el mundo cuando la grandísima mayoría eran humo. Muchas no eran capaces de generar beneficios recurrentes, algunas nunca los tuvieron, por lo que las valoraciones se inflaban utilizando múltiplos sobre ventas, clicks o usuarios. Treinta años después, otra burbuja pinchó.

La primera década de este nuevo siglo no es ajena a ese patrón. Tras la Gran Crisis Financiera, se dio paso a un período de prosperidad liderado por la “nueva economía”. Hoy nadie osa discutir el modelo de Amazon, por la que se paga noventa veces beneficios. Netflix es el líder del contenido online de entretenimiento pero al inversor poco le importa esperar 100 años para recuperar lo invertido vía beneficios por acción. Qué decir de Tesla, que no conoce beneficio y su cash flow es un sudoku. Incluso toda una Nifty Fifty como Walt Disney, a 40 ó 50 veces beneficios parece un chollo porque Iron Man o Frozen “trabajan” en la factoría.

Esta semana me llamó la atención uno de esos eventos que sirve para entender la exuberancia irracional que vivimos. Immuron es una pequeña empresa de biotecnología. Aunque es australiana cotiza en el Nasdaq. Se trata de uno de esos negocios difíciles de valorar que cuanto más te explican menos se entienden. El pasado martes multiplicó su precio por diez en apenas unas horas por los motivos que habitualmente disparan el precio de las acciones de este sector, rumores.

Podría dedicar mi columna a analizar ejemplos de compañías sobrevaloradas. Y no tendría que buscar chicharros. Posiblemente bastaría con analizar algunas de las mayores cincuenta empresas por capitalización.

Esta semana hemos presenciado la enorme violencia del movimiento reflejado en el mercado americano con un Nasdaq que cerró por encima de 10.000 puntos por primera vez en su historia para concluir el viernes luchando por defender los 9.500. ¿Después del alocado rally ha llegado la cordura?

Quédese tranquilo, las bolsas volverán a subir con toda seguridad por el efecto dopante de la Fed, los QE, los tipos negativos, la ausencia de yield... Todos los argumentos que se han venido utilizando como excusas perduran pero, por encima de todo, hay un elemento psicológico decisivo. Y es que el mayor motivador de compra sigue siendo el miedo a no participar.

Hoy, igual que hace sesenta años o veinte años, el mercado se ha vuelto irreflexivo con las valoraciones alejando el ciclo de su tendencia estructural. Las inversiones siguen dominadas por las emociones. A pesar de que el ciclo de mercados es demasiado largo, que la economía está parada, si no en recesión en la mayoría del mundo, y que en este punto la continuidad del rally depende de justificar a toda costa las valoraciones, el riesgo viene del comportamiento de los participantes del mercado.

Warren Buffett dijo que el inversor inteligente compra cuando el último optimista vende, algo que se puede entender a la inversa. Yo creo que el mercado cierra su ciclo cuando el último tonto compra. Está por determinar por tanto si los que pensamos diferente a los demás somos realmente los tontos o los únicos inteligentes. El tiempo nos pondrá a todos en su sitio.

*** Alberto Roldán, economista y gestor

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