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Sánchez abre el melón de las cotizaciones cuando las pensiones máximas sufren ya un hachazo de 4.400 euros al año

El Gobierno de Pedro Sánchez maneja la opción de 'destopar' las bases máximas de cotización para financiar las pensiones. El asunto, sin embargo, es delicado. Por la propia naturaleza del sistema. Y porque los afectados ya están sufriendo un recorte considerable.

21 junio, 2018 04:00

Pedro Sánchez ha dejado más que claro que está trabajando en nuevas medidas para reforzar la financiación de la Seguridad Social y las pensiones públicas. Entre ellas, el nuevo presidente del Gobierno ha mencionado la posibilidad de ¿destopar las cotizaciones máximas¿. O dicho de otro modo, que los que más ganen, contribuyan más. Pero esta iniciativa tiene, al menos, dos problemas.

El primero, más directo al `bolsillo¿, que acentuaría el `tijeretazo¿ que ya vienen sufriendo en los últimos años las pensiones más altas, derivado de una creciente brecha entre las bases de cotización máximas y las pensiones máximas. Y el segundo, de corte más teórico pero no por ello menos importante, que esa opción colisiona con uno de los principios básicos del actual sistema de pensiones.

Por partes. Por un lado, en 2018 la pensión máxima que se puede cobrar en España ¿con excepciones- asciende a 2.580,1 euros. Como son 14 pagas al año, esa suma conduce a unos ingresos de 36.121,4 euros. Y por otro, en 2018 la base máxima de cotización que se puede abonar en España alcanza los 3.751,2 euros. Como va por mensualidades -12-, esa suma conduce a unas aportaciones de 45.014,4 euros. Es decir, los ingresos equivalen al 80% de las contribuciones.

DIFERENTES RITMOS

Aquí reside la clave. En este 80%, una ratio inferior a la existente en España hasta hace no tanto. Haciendo esos mismos cálculos para el periodo 2003 y 2012 ¿diez años-, esa proporción arrojó una media del 90%. En 2013, bajó ya al 86%. Entre 2014 y 2016, ya con el Índice de Revalorización de las Pensiones (IRP) en vigor y actuando como freno a la subida de las pensiones, descendió hasta situarse entre el 82% y el 83%. Y en 2017 y ahora en 2018, mengua hasta ese 80%.

En dinero, la brecha entre la contribución máxima y la pensión máxima, tomando los datos anuales, ha pasado de moverse en torno a los 3.500 y los 4.000 euros entre 2003 y 2012 a acercarse ahora a los 9.000 euros. Y aún más, con la base máxima actual -3.751,2 euros al mes o 45.014,2 euros al año-, la pensión máxima crecería hasta los 40.512,96 euros al año con la anterior proporción del 90%. O lo que es lo mismo, la situación actual se traduce en 4.391 euros menos al año. O 313 euros por paga.

Más datos. En la última década, mientras la base máxima de cotización ha aumentado un 25%, la pensión máxima lo ha hecho un 15%.

Es decir, las pensiones más altas ya están sufriendo un recorte real importante. Es lo que Ignacio Conde-Ruiz, economista de Fedea y experto en pensiones, denomina como¿la reforma silenciosa¿. O como también escribió: ¿Se trata, por lo tanto, de una reforma en toda regla pero hecha por la puerta de atrás¿.

Una reforma que, como las restantes que se han puesto en marcha en los últimos años ¿algunas de las cuales han quedado matizadas o han sido pospuestas-, persigue recortar los gastos para intentar aliviar la creciente presión que sufre el sistema. Eso sí, acapara menos atención y levanta menos polémica porque afecta a quienes más cobran, obviando que en el pasado también fueron los que más contribuyeron.

Incrementando la pensión máxima a menor ritmo que las bases máximas de cotización, se obtiene como resultado que la pensión recibida cada vez queda más alejada del salario. O como explica Conde-Ruiz, ¿este mecanismo silencioso consigue romper la relación entre la pensión media y la productividad media (o el salario medio), logrando reducir el gasto total¿. En números gordos, gracias a haber rebajado esa proporción del 90% al 80%, el sistema se ahorra al año 1.300 millones de euros.

UN MARCO PELIGROSO

Por tanto, con la propuesta de Sánchez de destopar las pensiones llovería sobre mojado, porque el efecto sería el mismo: aumentar las bases de cotización máximas por encima de lo que suben las pensiones máximas para reducir así el gasto total. Esto es, insistir en esa 'reforma silenciosa'.

Con todos los efectos secundarios que conlleva. Como el de limitar la capacidad de ahorro de quienes se vieran afectados, que sufrirían así una penalización doble: la de tener menos capacidad de ahorro en el presente y recibir una proporción menor de pensión en el futuro. O como el de desincentivar al acceso a sueldos más altos o incentivar la fuga de quienes los cobren. O como el de incrementar los costes laborales, un salto que superaría los 4.000 millones de euros al año para las empresas y los trabajadores.

Con el agravante del segundo gran problema que puede traer esa propuesta: el de alterar la esencia misma del sistema público de pensiones. Entre sus principios básicos, figura que es un modelo contributivo. Es decir, que existe una correspondencia entre lo aportado durante la vida laboral y lo que se cobra durante la jubilación. Cuanto más se contribuye, más se cobra.

Pero si este principio se quiebra, y la brecha entre lo que se aporta y lo que se cobra se amplía, como viene ocurriendo en los últimos años, ¿el sistema pasaría de ser contributivo a ser asistencial¿, avisa Conde-Ruiz. Es decir, otro en el que las pensiones son las mismas o tienden a serlo independientemente de lo contribuido.

Este cambio de criterio se eliminaría si las pensiones máximas subieran tanto o más que las cotizaciones máximas, pero en ese caso la nómina total de las pensiones, que en junio va a superar el umbral de los 9.000 millones al mes por primera vez en la historia, también se dispararía. Es decir, justo lo contrario de lo que el sistema, al que le faltan entre 15.000 y 20.000 millones de euros al año, necesita.

CADA VEZ MÁS

Porque, además, el número de pensiones máximas no deja de crecer. El diferente ritmo al que vienen aumentando las bases máximas y las pensiones máximas, combinado con unos salarios más altos de las personas que están pasando a cobrar pensiones, se traduce en que el número de pensiones máximas cada vez resulta más nutrido.

A finales de 2007 se contaban en España 96.481 pensiones máximas, una cifra equivalente al 1,1% del total. Justo diez años después, al término de 2017, el sistema acogía 291.172 pensiones máximas, el 3% del total. O lo que es lo mismo, en una década se han disparado un 200%, cuando el crecimiento del conjunto de las pensiones ha sido del 15% en el mismo periodo.

Precisamente por la `reforma silenciosa¿ que se está haciendo, los expertos anticipan que el sistema seguirá actuando como una `presa¿ en los próximos años. Es decir, soportando un número cada vez mayor de pensiones máximas que chocan contra el muro de la pensión máxima.

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