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Mercados

El grave error de interpretar a los bajistas del Popular

Muchas veces buscando una explicación o una justificación se abre un nuevo camino perverso. La CNMV ha interpretado a los bajistas que operaban en Popular y Liberbank y a unos les permitió seguir porque había material y a los otros decidió ponerles freno. Demasiada consideración. Los bajistas son alimañas, especuladores natos que muerden cuando aparece la primera gota de sangre. Y ni siquiera les hace falta.

22 junio, 2017 10:05

Los inversores bajistas apuestan a que la acción caiga. Piden prestadas acciones, las venden hoy a un precio y las devuelven al que se las prestó dentro de un tiempo recomprándolas más baratas en el mercado. Ha sido un grupo siempre despreciado por las empresas, cuya única virtud en términos de mercado es mejorar y ampliar la liquidez.

En Invertia hace algunos años hicimos una encuesta a las 35 empresas del Ibex sobre si eran partidarias de que se prohibieran. El resultado fue abrumador en favor de la desaparición o de la limitación de esta operativa, aunque no querían decirlo en su nombre, temerosos de ser acusados de no ir con la corriente de los tiempos financieros, o de ocultar debilidades.

Para el inversor típico que espera que la acción suba, confiado en que los humanos y sus empresas tienden a prosperar, el bajista es un maldito. Moralmente se podría equiparar con el que se alegra del mal ajeno y en este caso no solo disfruta con ello sino que obtiene una ganancia (también se arriesga a perder, si las cosas no pasan como esperaba).

Pero de la noche a la mañana, esta calaña inversora se ha convertido en una guía para discernir lo que va bien y mal. Se equivocan. Esta cualidad que les ha regalado la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no es cierta, ni recomendable. Los bajistas ostentaban el 12% del capital del Banco Popular y un porcentaje siete veces inferior de Liberbank.

Ellos no son medida de nada, ni baremo, ni guía. Se limitan a especular en una sociedad que muestra dificultades esperando que todo vaya a peor. Vamos, como diría Rajoy, ¿cuanto peor, mejor...¿  O por distintos motivos. Simplemente si la Bolsa se ha puesto muy cara habrá que tomar posiciones bajistas para ganar esperando un batacazo, un crash inesperado y forrarse.

En el verano de 2011 varios países europeos decidieron poner fin a las operaciones bajistas de la banca durante 6 meses. El 23 de julio de 2012, la CNMV prohibió todas las operaciones bajistas sobre la totalidad de la Bolsa española. Se les trató como lo que son: simples especuladores a los que se quería frenar para que no hundieran primero la banca europea y luego al mercado español.

Nadie intentó comprenderlos, interpretarlos, saber si llevaban o no razón. Se les dio trato de especuladores indeseables temporalmente y supongo que pese a las presiones de los grandes intermediarios financieros mundiales se les expulsó del templo de la inversión.

Ahora, Sebastián Albella, presidente del organismo supervisor del mercado, les ha tratado como inversores respetables y lo más grave es que este discurso empieza a cuajar incluso en directivos de la banca. Ayer, el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, a preguntas de un periodista sobre los bajistas y la presencia del Estado en su accionariado, argumentó que a Bankia la protegían de sus ataques el ser ¿el banco más rentable y solvente de España¿.

Goirigolzarri, sin querer, entra a un trapo peligroso, el de interpretar y dar categoría de inversor serio al bajista. No les dolerían prendas en atacar a Bankia si encuentran el momento y no siempre atendiendo a razones sólidas de balance. ¿Se acuerdan de cuando Soros tumbó la libra?

Los bajistas son desde ahora una prueba de salud o enfermedad de los valores. Se han convertido en las nuevas agencias de rating, las nuevas auditoras del mercado, los que marcan la calidad. ¡Qué peligro!