José Alberto García Avilés durante su entrevista con EL ESPAÑOL en la Asociación de la Prensa de Madrid, antes de la presentación de su libro 'Águilas y colibríes'.

José Alberto García Avilés durante su entrevista con EL ESPAÑOL en la Asociación de la Prensa de Madrid, antes de la presentación de su libro 'Águilas y colibríes'. Gabriel Lavao

Medios MEDIOS

Noticias con pollo, periodismo-reality y otros modelos: viaje al interior de los medios más disruptivos de Europa

"Águilas y colibríes", recién publicado por el catedrático de Periodismo José Alberto García Avilés, es una inmersión en los proyectos periodísticos europeos más disruptivos del momento.

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Con muchos pájaros en la cabeza. Y de los buenos. Así me encamino a la Asociación de la Prensa de Madrid. He sido convocado por José Alberto García Avilés (Granada, 1965), catedrático de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Lo que nos une esta tarde es todo un acontecimiento: la presentación de un libro optimista... ¡sobre el periodismo! Se titula Águilas y colibríes. Todo un rara avis este Avilés. Como un quijote de la noticia, ha recorrido las redacciones más disruptivas de Europa para preguntar a esos directores que han diseñado un modelo que funciona.

"Una persona me dijo: ‘He perdido la ilusión por el periodismo’. Otra: ‘Estoy en la rueda del hámster haciendo noticias como churros’. Ese fue el detonante para escribir el libro", comenta el autor, quien nos invita con su relato a migrar como golondrinas hacia otras latitudes del Viejo Continente, haciendo escala en 16 países europeos para conocer más de 30 aves vencedoras del periodismo.

Tenemos el caso de The Kyiv Independent, un medio que ha sabido hacer de la necesidad virtud, para salir airoso de las más adversas circunstancias. Fue en 2021 cuando Daryna Shevchenko, directora del The Kyiv Post, y sus compañeros fueron despedidos por el propietario del medio, un magnate inmobiliario que pretendía el control de la línea editorial.

José Alberto García Avilés.

José Alberto García Avilés. Gabriel Lavao

Lejos de amedrentarse, se comprometieron con la libertad informativa y la cobertura de la guerra de Ucrania, fundando The Kyiv Independent. Para ello, los periodistas que lo integran trabajaron desde sótanos y refugios en el frente, haciendo acopio de apoyo internacional y financiación colectiva mediante su ubicua presencia en redes sociales; todo un revulsivo contra la pérdida de ilusión y las dificultades económicas que aquejan a muchos medios actualmente.

“Fuimos más rápidos que nuestros competidores, aunque tenían más recursos. Atrajimos a la audiencia del antiguo Kyiv Post y muchos líderes se interesaron por nosotros. Al principio, los periodistas hacíamos de todo: artículos, recaudar fondos y captar publicidad”, explica Shevchenko en el libro de Avilés.

En tiempos de pájaros de cuentas. En tiempos de pájaros de mal agüero. En tiempos de canciones de cisne que entonan fúnebres un réquiem por el periodismo, aparece estas estrofas que espantan los malos presagios; casos similares a los de El Español, que han alcanzado la rentabilidad y la influencia en un contexto difícil.

Nos topamos en este viaje con medios como Mediapart, periódico francés de investigación dirigido por Carine Fouteau que practica una transparencia financiera ejemplar, publicando cada año el detalle de sus cuentas. En su 15º aniversario, organizó encuentros con sus lectores en 15 ciudades, reivindicando su lema: “Sin nosotros, no lo habrías sabido”, lo cual destaca su rol en destapar escándalos silenciados.

Durante la pandemia, Mediapart lanzó À l’air libre, un programa audiovisual diario que surgió en solo dos días como respuesta creativa a la necesidad de conexión con la audiencia. Rápidamente, se convirtió en un formato exitoso por su cercanía, agilidad y capacidad para generar debate público.

En una línea similar, conectando con su audiencia mediante la implementación de formatos alternativos, hallamos la apuesta de Francesca Milano, nacida en Campania, quien desarrolló desde pequeña una conexión con la naturaleza y una pasión por contar historias. 

Desde 2015, organiza el Premio Subito, un certamen de periodismo innovador que considera un laboratorio de nuevas narrativas: datos, redes, cómic, gifs o vídeos breves. Durante 15 años fue responsable de redes sociales y podcasts en II Sole 24 Ore

Francesca es una firme defensora del poder del audio para crear intimidad con el oyente. Su actual proyecto, Chora News, combina periodismo narrativo con actualidad en formato podcast. Cree en la fuerza emocional de las historias bien contadas, y en que la calidad del sonido, el ritmo y la voz son esenciales para generar impacto. Para ella, los podcasts no son solo un formato: son un modo distinto de escuchar y narrar la realidad.

El autor de Águilas y colibríes es un periodista que escribe para periodistas en un mundo marcado por la disrupción de las nuevas tecnologías y el fantasma del efugio digital colonizando las redacciones: “Hemos puesto demasiada atención en lo que supuestamente iba a salvar el periodismo desde fuera: las redes, el vídeo, la IA. Y han sido fuegos artificiales que nos han distraído de nuestra misión”.

Como antídoto para esta pérdida de norte informativo, Avilés no duda en transportarnos hasta Portugal, donde Catarina Carvalho, tras dejar su puesto en Diário de Notícias, fundó Mensagem Lisboa, un medio digital local.

Desde el barrio popular de Mouraria, el proyecto da voz a los vecinos y combina periodismo profesional con contribuciones comunitarias. Su modelo rompe la frontera entre redacción y audiencia, apostando por una comunicación de ida y vuelta. En palabras de Catarina: “Queremos ser un espejo de Lisboa. Escuchar antes de hablar. Dar espacio a quienes nunca lo tuvieron”.

En el libro de Avilés, el águila, por un lado, representa un ave fastuosa capaz de alzarse hasta una altura de 6.000 metros y simboliza como ninguna otra la capacidad de liderazgo y el talante visionario. 

Por otro lado, los colibríes, versátiles e infatigables, representan un principio de innovación, de un tesón inasequible al desaliento, de una capacidad de trabajo a prueba de bombas.

Innovación y liderazgo como los ingredientes que hacen que la magia suceda: "Entonces comprendí que eran dos formas complementarias de ejercer el liderazgo: el que planea y ve de lejos, y el que revolotea con energía cerca de la gente".

Por ello, en Águilas y colibríes no podemos soslayar una premisa irrecusable: la de escuchar mejor a los lectores. El periodismo más innovador que encontramos entre sus páginas es aquel que pone a su audiencia en el centro de sus informaciones: "Estos periodistas no piensan en el lector como un número o un dato, sino como una persona a la que deben respeto y con la que quieren dialogar".

Se destaca el caso del diario noruego Aftenposten, que decidió responder de forma personal a cada lector que se comunicaba con la redacción, incluso si eran cientos de correos a la semana. El director general, por ejemplo, escribe a mano a quienes donan al medio más de 50 euros. 

Al analizar datos de comportamiento de la audiencia, descubrieron que los lectores valoraban historias útiles, humanas y cotidianas, más allá de los temas políticos. Preguntas sobre relaciones personales o crianza de los hijos generaban mayor conexión y número de suscripciones.

Además, este diario no renunció a la inteligencia artificial para conectar con su público: ha creado una voz robótica basada en la periodista Anne Lindholm para leer artículos en su web, con una aceptación similar a la de la periodista real.

"Y estos periodistas no son ingenuos. Son periodistas que saben perfectamente cuáles son los retos que afrontamos en el periodismo hoy día. Y precisamente por eso tienen la energía, la nobleza, la capacidad para inspirar a sus equipos, a las personas que trabajan con ellos", apostilla Avilés.

Inspirados por águilas y colibríes, descubrimos nuevas veredas innovadoras, como el caso del medio británico Tortoise, que ha construido una comunidad activa de miembros a través de un modelo participativo. En lugar de perseguir la velocidad y el clic, Tortoise apuesta por el slow journalism, un periodismo pausado, reflexivo y profundamente comprometido con la escucha.   

Los miembros no sólo consumen contenido: también lo moldean. Sugerencias de lectores han derivado en nuevos productos y enfoques editoriales. Esta retroalimentación activa ha permitido a Tortoise salir de “la burbuja londinense” y comprender mejor la diversidad del Reino Unido.

Una muestra de su ambición es la reciente compra de The Observer (diciembre de 2024), el dominical más antiguo del mundo, por parte de Tortoise. La operación incluye una inversión de 25 millones de libras para lanzar una nueva versión digital con boletines, vídeos y podcasts. El fundador de Tortoise, James Harding, asumirá la dirección del nuevo proyecto.

Pero la innovación puede llegar desde cualquier otro ángulo. Así lo ha hecho Florence Martin-Kessler, creadora de Live Magazine, un formato original en el que periodistas, fotógrafos y escritores narran sus vidas en vivo sobre un escenario, frente a una audiencia real. No hay grabaciones ni transcripciones: lo que ocurre allí solo sucede una vez. Es periodismo efímero, oral, emocional

Florence escucha los relatos como una directora teatral, valorando tanto la trama de la historia como su potencial dramatúrgico. Aporta consejos, cambia ritmos: “Siempre hay que introducir algo inesperado y extraño”.

Los ensayos son casi rituales. En su casa, mientras sirve vino y pollo asado, Florence convence a los participantes de que pueden narrar su historia sin caer en el ridículo: Live Magazine convierte la noticia en experiencia y al periodista en narrador, rompiendo la rutina informativa y devolviendo al periodismo su dimensión oral, teatral y colectiva.

Los protagonistas del libro de Avilés, ya lleven a cabo investigaciones para destapar un caso de tráfico de órganos en Suiza o desarrollar sofisticadas operaciones tecnológicas con IA en Reino Unido, tienen siempre en su punto de mira la razón de ser del periodismo que vuelve a sus raíces; ponen la verdad por delante, pues sin verdad no hay confianza, y sin confianza los lectores no otorgan credibilidad al periodismo en una época de bulos hasta en la sopa y algoritmos que nos asedian con medias verdades hechas a la medida de nuestros sesgos cognitivos.

Resaltan las palabras de uno de sus entrevistados por Avilés, Serge Michel de Heidi.news, en Suiza: "El periodismo trata de sacar a la luz la verdad. Alguien dijo que la información es algo que alguien no quiere que se publique. Todo lo demás es publicidad".

Pero siempre con la mirada desengañada y curtida, a la que nos remite, con penetrante perspicacia, una de sus entrevistadas, Sofía da Palma Rodrigues de Divergente, en Portugal: "La gente no es ni buena ni mala, sino que es buena y mala al mismo tiempo". 

La motivación inicial de da Palma fue huir del periodismo apresurado. Tras una experiencia en Guinea-Bisàu, Sofía decidió apostar por el periodismo narrativo y documental. Su medio, Divergente, nace con este enfoque distinto: fuerte componente visual, tiempos largos de producción y escucha activa a las personas afectadas por los temas tratados: “Antes de hablar con políticos o expertos, siempre escuchamos a quienes viven la historia”, afirma. El proceso de trabajo no sigue la lógica industrial, sino artesanal: cada historia se teje lentamente, desde la curiosidad, la empatía y la observación.

Uno de sus reportajes más premiados, Es por ti, requirió un año de entrevistas en Guinea. El compromiso ético y narrativo del medio es intachable: las historias no se imponen, se descubren. Divergente representa así una forma de hacer periodismo que desafía los tiempos rápidos, apostando por el calado humano y la mirada pegada a la realidad.

“La innovación no es cuestión de geografía, sino de actitud. A veces está en Londres, otras en Bratislava”, afirma el autor con convicción. Águilas y colibríes no hace distingos entre quienes desarrollan un periodismo desde la atalaya de los grandes recursos, y quienes informan con lo puesto, en lugares fuera del radar mediático. 

Para Avilés, tanto una boyante redacción en Londres como un intrépido periodista freelance en Bratislava que se queda sin wifi cuando hace fact-checking, le merecen idéntica admiración. Solo existe una regla de oro: “El periodista tiene que ser una persona ecuánime: equilibrado, justo, que recoge todas las versiones”.

En ocasiones, incluso, para trascender los viejos paradigmas, deberemos adentrarnos por vericuetos que nada tienen que ver con un camino de rosas; este libro recoge el sentir de personas como Lisa MacLeod, del Financial Times Strategies: "Los periodistas son buenos para conseguir información,  pero no para contarla. Son gente solitaria y no suelen trabajar bien en equipo. Se guían por el ego y el interés personal. Por eso, la mayoría de periodistas que llegan a directivos no son auténticos líderes".

¿Y España? Aunque decidió centrar el libro en otros países, incluye dos homenajes merecidos: uno a Mar Cabra, que tras un Pulitzer por Los papeles de Panamá decidió cuidar la salud mental en el periodismo; otro a Mario Tascón, pionero digital y figura fundamental del oficio en nuestro país: “Fueron elegidos porque aportaban esa visión humana, reflexiva, comprometida, y eran personas que habían aportado mucho al periodismo”.

Avilés escribe para romper una lanza por el periodismo que no ha claudicado ante los cantos de sirena tecnológicos, sino que abraza la tormenta para incorporar los cambios a un quehacer informativo que tiene claro su propósito: “La inteligencia artificial puede ser útil, pero no puede decidir qué contar y cómo hacerlo. Esa es una tarea humana, ética, radicalmente responsable”.

Tal vez en este último aspecto resida la clave de Águilas y colibríes. En entender que el periodismo nos se salvará desde Silicon Valley ni desde los despachos. Lo salvarán quienes aún creen en desmontar medias verdades, en caminar por la cuerda floja de la ecuanimidad, en poner en tela de juicio los trampantojos de lo autoevidente, en aras siempre de aproximarnos a la verdad de las cosas: “Solo los periodistas enamorados salvarán el periodismo”.