La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, este martes en Moncloa.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, este martes en Moncloa. JuanJo Martín Efe

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Soraya aborta el relevo de Cebrián para no perder el control de Prisa

César Alierta y Amber Capital fueron los principales beneficiados del movimiento de la vicepresidenta del Gobierno para frenar el desembarco de Javier Monzón.

14 octubre, 2017 01:46

El pasado martes al mediodía, media España se sorprendía con la noticia: Javier Monzón era el hombre elegido por los bancos acreedores de Prisa -con el apoyo de Telefónica- como sustituto de Juan Luis Cebrián en la Presidencia Ejecutiva de la compañía. Una operación que se realizó a espaldas de Amber Capital y los Polanco, los dos principales accionistas que desde hacía un año venían preparando el relevo del primer ejecutivo del grupo.

La llegada de Monzón fue bendecida incluso por el propio Cebrián, que recibió la oferta de seguir tutelando editorialmente el grupo, aunque ya sin ninguna función ejecutiva ni de gestión empresarial. No obstante, los bancos cometieron el error de no comunicar a Moncloa su acuerdo, lo que finalmente terminó por dinamitar la operación.

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría conoció la noticia por la prensa mostrando su enfado a sus más cercanos. En primer lugar, porque no se le consultó sobre este movimiento y en segundo lugar porque el elegido, Javier Monzón, era un personaje lejano a Moncloa.

Monzón no era del agrado de Soraya

Monzón fue sustituido en enero de 2015 al frente de Indra por el Gobierno y con el apoyo de la Telefónica de César Alierta. El caso Púnica, las pérdidas en Brasil y los contratos con empresas de los hijos de Felipe González y Jordi Pujol fueron clave para tomar esta decisión, pero desde entonces la cosa se ha complicado aún más tras conocerse las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre su papel en la operación Lezo.

Quienes conocen a la vicepresidenta indican que no tiene demasiado apego a Juan Luis Cebrián, pero con él se asegura el control del grupo Prisa, su “coto privado de caza”, según ella misma ha comentado a sus más cercanos. Es más, Soraya no ve con malos ojos la sustitución de Cebrián, pero no quiere que se haga a sus espaldas y espera tener la posibilidad de promover a alguien de su total confianza.

Es por ello que tras conocer el acuerdo para aupar a Monzón, comenzó a mover los hilos para frenar su desembarco. Y lo consiguió in extremis. El exnúmero uno de Indra comunicaba por carta el mediodía del viernes que declinaba la oferta de formar parte de la compañía, desmontando el plan de Santander y Telefónica para relevar a Cebrián.

Alierta y Amber salen reforzados

Oficialmente, Monzón argumentó diferencias en la forma en que se haría el relevo, pero la realidad y las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL indican que las presiones de Moncloa a los accionistas de Prisa pudieron más e hicieron desistir a sus valedores de que situar al exdirectivo de Indra al mando de Prisa con la vicepresidenta en contra no era la mejor idea.

Este movimiento de última hora ha beneficiado a César Alierta y a Amber Capital, que durante toda la semana manifestaron su descontento por el movimiento del Santander. Amber y Alierta llevan preparando el relevo de Cebrián desde comienzos de este año e incluso habían logrado convencer a los Polanco, segundos accionistas, para que aprobasen su salida.

Como ya contamos en EL ESPAÑOL, la llegada de Monzón era un jarro de agua fría para Alierta, que ha valorado en varias ocasiones postularse él mismo como Presidente de Prisa, pero que optó hace dos semanas por Manuel Pizarro como una figura de consenso. Ahora se ha quedado sin candidato -tras la negativa de Pizarro- pero con una ampliación de capital a su favor.

Se activa la sucesión de Cebrián

El consejo del viernes activó la sucesión de Cebrián, sujeta a la ordenación de la deuda de la compañía, pero además dio luz verde a la ampliación de capital de 550 millones de euros, que abre la puerta a la llegada de nuevos inversores a la compañía. El propio Alierta y su equipo están allanando el terreno para el posible desembarco de nuevos accionistas.

Junto con Amber y Henneo, confían en que Telefónica, Banco Santander y Caixabank no suscriban la ampliación, lo que diluiría su peso en la compañía. Si a esto le sumamos que está en juego casi el doble del actual capital de Prisa, las posibilidades de tener un nuevo consejo de administración cuando se cierre la ampliación son bastante elevadas.

Nuevo candidato, pero con el apoyo de Soraya

Los tiempos juegan a favor de Alierta y Amber Capital, ya que la sucesión de Cebrián ha quedado totalmente atada y sujeta al éxito de la ampliación de capital. Después de esta operación y con una nueva estructura de capital, se podría nombrar a un candidato propuesto por Amber.

Lo único que cambia respecto de sus planes es que deberá elegir con mucho cuidado al sucesor de Cebrián y siempre con el apoyo y la aprobación de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría, que ha demostrado que no está dispuesta a apoyar a un grupo Prisa sin un primer ejecutivo de su confianza.