Redes eléctricas.

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Observatorio de la Energía

El laberinto de la red eléctrica en España: duplicidades, especulación, falta de inversión y hasta 11 años de burocracia

Más del 83,4% de los nudos de la red de distribución eléctrica están ya saturados.

Más información: Las grandes eléctricas confían en que el plan de redes del Gobierno sirva para que la CNMC mejore la retribución

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El caos que enfrenta la red eléctrica en España se ha convertido en foco de preocupación para los sectores energético, industrial y el propio Gobierno.

Un colapso del que se lleva advirtiendo meses, pero que ahora empieza a revelar su verdadera dimensión: el 83,4% de los nudos de la red de distribución eléctrica están saturados, según los mapas de capacidad publicados por las compañías distribuidoras -Endesa, Iberdrola, EDP España y Naturgy-.

Las cifras reflejan el interés que llega a España en forma de industria, centros de datos, proyectos de almacenamiento y planes urbanísticos ansiosos por conectarse a la red. Pero bajo ese flujo de demanda se oculta también un entramado de duplicidades, proyectos que nunca verán la luz, trámites que se eternizan y una inversión en la red que, en los últimos tiempos, ha resultado insuficiente.

El problema de la tramitación

Un proyecto solar necesita entre uno y cinco años para obtener todos los permisos necesarios para obtener estatus de ready to build -es decir, para estar listo para empezar la construcción-, mientras que uno eólico puede tardar entre dos y nueve.

No obstante, en el caso de los proyectos de conexión para nueva demanda, los plazos son todavía más llamativos. Un consumidor que necesite engancharse a la red -una fábrica, un polígono industrial o un gran centro de datos- puede encontrarse con plazos de entre seis meses y diez años en media tensión, y hasta once en alta.

El boom de apetito inversor de los últimos años ha desbordado a unas administraciones públicas sin recursos suficientes para procesar el alud de expedientes.

A la falta de recursos se suma la disparidad de criterios entre territorios, la escasa digitalización de los trámites, las consultas que se repiten una y otra vez y la falta de coordinación entre organismos, lo que convierte cada permiso en una carrera de obstáculos interminable.

La maraña se complica aún más con la falta de información clara. No hay una fotografía completa de qué infraestructuras están en operación ni de cuáles están en tramitación. A ello se añade la oposición social en determinados territorios, que se traduce en largos litigios y en retrasos añadidos de varios años.

Además, las concesiones de acceso no son transferibles entre transporte y distribución, lo que resta flexibilidad a los promotores a la hora de ajustar sus planes.

Duplicidades y triplicidades

En 2024, las solicitudes de acceso y conexión a la red se dispararon hasta los 67,2 gigavatios (GW), el equivalente al 40% de toda la potencia contratada en España (178 GW).

El dato es muestra del interés por enchufarse al sistema eléctrico, pero también deja ver un problema estructural para dar respuesta a esa demanda: casi la mitad de esas peticiones, 33,2 GW, fueron rechazadas; otros 27,8 GW siguieron en los trámites, y apenas 6,2 GW lograron luz verde.

La patronal eléctrica Aelec ha reconocido que parte de esas iniciativas están duplicadas.

Hasta ahora, ante la ausencia de un mapa de capacidad claro, muchos promotores se veían obligados a presentar solicitudes en varios puntos distintos de la red con la esperanza de que al menos una prosperara.

Esa práctica infló artificialmente las estadísticas, aunque las distribuidoras esperan que ante la reciente publicación de las guías de capacidad se depure la cifra.

Y aun con estas medidas, el panorama sigue siendo preocupante. Incluso si las solicitudes se redujeran a la mitad tras eliminar duplicidades -un escenario que en Aelec consideran muy optimista-, la red no tendría capacidad suficiente para absorber todas las conexiones.

Especulación

Según fuentes del sector de la distribución eléctrica, a cierre de 2024 más de 16 GW de permisos de demanda concedidos en el pasado continuaban sin utilizarse, y en muchos casos su situación era incierta.

Parte de esta capacidad atrapada se explica por duplicidades, pero otra se debe al aumento de proyectos “fantasma” y a la especulación con los puntos de conexión a la red eléctrica, tendencia que se ha intensificado en los últimos años.

En estos casos, se presenta una solicitud de acceso a la red acompañada de un proyecto, aunque muchas veces no exista intención real de construir la instalación.

Una vez obtenido el permiso -que en ocasiones no exige garantías económicas elevadas-, el solicitante lo retiene hasta que aparece un comprador dispuesto a pagar por ese acceso.

En ese momento, el punto de conexión o incluso la sociedad creada específicamente para el proyecto (la conocida figura de la SPV) se revende, generando beneficios sin que nunca se haya instalado un solo panel solar o aerogenerador.

El Gobierno ha intentado introducir cierto orden mediante un real decreto-ley que establece hitos para priorizar los expedientes más avanzados, de manera similar a lo que se hizo con los proyectos de generación. El objetivo es filtrar los proyectos maduros y permitir que avancen antes, agilizando así la capacidad disponible y frenando la compraventa de permisos como si fueran simples activos financieros.

Falta de inversión

España se encuentra rezagada en inversión en redes eléctricas frente a sus socios europeos: apenas invierte un 0,18% de su PIB. Mientras Países Bajos dedica un 0,55%, Alemania alcanza el 0,40%, Italia el 0,34% y Francia el 0,24%.

Según las grandes eléctricas, el despliegue de las redes en España se ve frenado por un marco retributivo poco atractivo.

Actualmente, España ofrece una tasa de retribución de alrededor del 5,58% -la nueva propuesta de la CNMC es del 6,4%-, muy por debajo del 7,3% de Finlandia y Austria, del 7,4% de Alemania, del 7,5% del Reino Unido o incluso del 8,7% de Italia y 8,8% de Irlanda.

Las compañías distribuidoras han advertido que, sin un ajuste, atraer inversión suficiente para modernizar las redes será imposible.

No obstante, y pese a los obstáculos, las señales son alentadoras. Con el plan de redes milmillonario que ha lanzado el Gobierno, España tiene la oportunidad de desbloquear capacidad y convertir la red eléctrica en un motor de crecimiento y competitividad para el país.