Central nuclear en plena actividad.

Central nuclear en plena actividad.

Observatorio de la Energía

Cuatro años de renacer nuclear en Europa: así ha cambiado el mapa de países impulsores y detractores de esta energía

Suecia, Italia, Bélgica o Dinamarca... los países del Viejo Continente dan un giro hacia la energía atómica.

Más información: Las nucleares tienen mayoría en el Congreso: el PP logra revisar su cierre con el apoyo de Vox y la abstención de Junts

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En apenas cuatro años, Europa ha vivido un giro inesperado en torno a la energía nuclear. Lo que hasta hace poco era un continente muy dividido entre detractores y defensores del átomo, hoy muestra un movimiento claro hacia su reapertura.

La crisis energética, la guerra en Ucrania y los objetivos climáticos han empujado a países que durante décadas rechazaban la nuclear a reconsiderar su papel, mientras que los tradicionales baluartes del átomo refuerzan su apuesta. Otros, sin embargo, permanecen firmes en su veto, recordando que hay una oposición histórica que sigue viva.

Entre inversiones, nuevos proyectos y debates políticos, se dibuja un mapa dinámico: un continente donde el átomo vuelve a situarse en el corazón de la estrategia energética y geopolítica europea.

Suecia

Suecia ha sido el último país europeo en dar un paso clave hacia el renacer nuclear. El gobierno sueco acaba de presentar un proyecto de ley que permitirá reautorizar la minería de uranio, el elemento esencial para producir el combustible de sus centrales nucleares.

Una decisión que marca el inicio de un giro estratégico de gran calado: la construcción de nuevos reactores nucleares después de 40 años de parálisis.

La postura de Suecia sobre la energía nuclear ha ido virando de forma progresiva. En 1980, un año después del accidente de Three Mile Island en Estados Unidos, el país aprobó el abandono de la energía nuclear en un referéndum.

Aunque Chernóbil reforzó el enfoque antinuclear durante los 90 y principios de 2000, el aumento de la demanda, los precios y las preocupaciones climáticas llevaron a Suecia a abandonar su plan de cierre nuclear en 2010.

Pero fue el impacto geopolítico de la invasión rusa a Ucrania lo que motivó al país nórdico a dar el giro completo en 2022. Bajo el gobierno conservador de Ulf Kristersson, la energía nuclear se convirtió en el eje estratégico nacional.

En 2023, la nueva hoja de ruta energética de Suecia multiplicó por tres el objetivo de producción nuclear del país en las próximas dos décadas y en 2025 el Parlamento sueco aprobó una propuesta del gobierno para conceder ayudas estatales a las empresas que deseen invertir en nuevos reactores.

Italia

Italia fue uno de los países pioneros en abrazar la energía nuclear. En los años setenta ya contaba con cuatro reactores comerciales en funcionamiento.

Pero Chernóbil lo cambió todo: el miedo social se tradujo en un referéndum que ordenó su cierre y en 1990 el país desmanteló definitivamente su parque nuclear.

El giro llegó con Giorgia Meloni. En 2022, su gobierno reabrió el debate y un año después el Parlamento dio luz verde a reincorporar el átomo al mix energético. El paso decisivo se dio en febrero de 2025, cuando se aprobó el proyecto de ley que establece el marco legal necesario para el retorno de la energía nuclear al país.

El plan no mira a las grandes centrales de hormigón, sino a la nueva generación de reactores modulares pequeños (SMR). La ambición es clara: que en 2050 la energía nuclear aporte entre un 11% y un 22% de la electricidad nacional, con hasta 16 GW de capacidad instalada.

Bélgica

Bélgica había marcado 2025 como fecha límite para el apagón nuclear, según la ley aprobada en 2003. Sin embargo, la guerra en Ucrania y la crisis energética obligaron a dar marcha atrás: los reactores más recientes, Doel 4 y Tihange 3, seguirían activos hasta 2035.

El giro se consolidó en mayo de 2025, cuando el Parlamento derogó la ley antinuclear por amplia mayoría, abriendo la puerta a nuevas inversiones y a un futuro nuclear que hasta hace poco parecía clausurado.

Dinamarca

Dinamarca mantuvo durante 40 años una política antinuclear muy estricta, motivada por los accidentes de Three Mile Island y, poco después, Chernóbil.

Nunca ha tenido centrales nucleares operativas (sólo reactores de investigación) y ha priorizado un modelo energético basado en renovables como la eólica y la solar, que cubren más del 80% de su electricidad actual.

Ahora, el gobierno danés ha iniciado un debate público y técnico sobre posibles beneficios de las nuevas tecnologías nucleares, en especial los reactores modulares pequeños.

Dinamarca está evaluando la posibilidad de levantar su prohibición de 1985 sobre la energía nuclear, en un giro significativo hacia la diversificación energética y la seguridad de suministro. El ministro de Energía y Clima, Lars Aagaard, anunció en mayo que el gobierno analizará el potencial SMR como complemento a las fuentes renovables, que actualmente generan más del 80% de la electricidad del país.

Alemania

Alemania fue durante años la voz más firme contra la energía nuclear en Europa. En 2021, cuando la UE debatía si debía considerarse “verde”, Berlín lideró el rechazo.

No era casual: aunque llegó a operar 37 reactores, el país cultivó desde los ochenta un poderoso movimiento antinuclear, alimentado por Three Mile Island, Chernóbil y la fuerza política de Los Verdes.

El rumbo quedó sellado en 2002, con la primera ley de abandono nuclear. Merkel lo retrasó en 2010 con el Energiewende, pero Fukushima lo precipitó todo: en seis meses se apagaron ocho centrales y en abril de 2023 cerraron las tres últimas.

El apagón, sin embargo, abrió grietas. La guerra de Ucrania y la crisis energética forzaron a Alemania a sustituir con carbón la electricidad nuclear y gas importado de Rusia. El país que había hecho del antinuclear su bandera se descubría vulnerable.

El vuelco llegó en febrero de 2025 con la victoria del democristiano Friedrich Merz, cuyo programa apostaba por reactores SMR, investigación en fusión y un debate sobre los cierres anticipados.

Alemania sigue dividida y difícilmente reabrirá sus centrales, pero el cambio es claro: ya no encabeza la oposición frontal y empieza a reconocer un papel para la energía nuclear en el futuro europeo, algo inimaginable hasta hace poco.

Francia y Reino Unido

Francia convirtió la nuclear en pilar de soberanía desde los años 70 y hoy redobla su apuesta: el gobierno ha lanzado una “reactivación masiva” con hasta 14 nuevos reactores EPR2 previstos hacia 2035, la extensión de vida de los actuales y el desarrollo de SMR. Con más del 75% de apoyo social tras Ucrania, París refuerza su papel como potencia nuclear europea.

El Reino Unido, pionero en la energía nuclear civil, vive ahora su propia “edad de oro” nuclear. Con Sizewell C en marcha y un plan para cuadruplicar la capacidad hasta 24 GW en 2050, Londres impulsa tanto grandes centrales como SMR bajo el paraguas de Great British Nuclear.

Otros países pro-nucleares

Varios países europeos también reabren la puerta al átomo. Suiza estudia levantar la prohibición de nuevas centrales aprobada en referéndum en 2017, presionada por la crisis energética y el cambio climático.

Países Bajos ha pasado de la parálisis al impulso, situando la nuclear como eje de su transición. Mientras, Hungría refuerza su histórica planta de Paks, ampliando la vida de sus reactores y construyendo dos nuevos con tecnología rusa.

Bulgaria planea añadir dos unidades más a su central de Kozloduy antes de 2040 y Finlandia lleva décadas apostando por esta tecnología.

Polonia, aun sin centrales activas y dependiente del carbón, planea seis reactores para 2040. Rumanía quiere consolidar la nuclear con la modernización de Cernavodă y la construcción de dos nuevos reactores, mientras que Eslovenia aprobó en 2023 la extensión de la vida de la planta Krško hasta 2043.

España, en medio del debate

España pactó en 2019 el apagón nuclear para 2035, pero aquel calendario empieza a tambalearse. Los siete reactores en operación, responsables de alrededor del 20% de la electricidad nacional, siguen siendo pieza clave del sistema, y cada vez son más las voces que piden prolongar su vida útil. La guerra de Ucrania y la crisis de suministro han devuelto el tema a la agenda, rompiendo la sensación de debate cerrado.

El país tampoco ha sido inmune a la presión climática y geopolítica que revaloriza al átomo. En este contexto, las propietarias de Almaraz -primera central con fecha de cierre en 2027- preparan una reunión decisiva: de ella podría salir una propuesta oficial para pedir al Gobierno que reconsidere y alargue el horizonte nuclear español.

Países detractores

En Europa hay países donde la energía nuclear sigue siendo ampliamente rechazada. Austria, con sentimientos antiatómicos profundos, nunca puso en marcha la central de Zwentendorf tras un referéndum en 1978 y mantiene una prohibición constitucional, además de oponerse a que la UE la considere “verde”.

Irlanda prohibió la nuclear en 1999 y Luxemburgo nunca ha tenido reactores y mantiene un rechazo firme sin discusión pública relevante. Mientras, Portugal, igualmente sin centrales, basa su electricidad en hidroeléctrica, solar y eólica, y mantiene el veto nuclear como política estable.