Imagen aérea de una central nuclear

Imagen aérea de una central nuclear Zhongguo iStock

Observatorio de la Energía

La energía nuclear tendrá la etiqueta de verde en la UE pese al rechazo de España y la división francoalemana

España lidera un último intento para tratar de convencer a la Comisión de los riesgos de las centrales atómicas.

22 enero, 2022 07:00
Bruselas

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¿Es la energía nuclear la solución definitiva para reducir las emisiones de efecto invernadero y a la vez abaratar la factura de la luz y reforzar la soberanía energética de Europa? ¿O se trata por el contrario de una receta para el desastre por sus residuos altamente radioactivos y el riesgo de catástrofes como la de Fukushima o Chernóbil? La enésima consulta entablada por Bruselas desde principios de año tampoco ha servido para resolver este dilema.

Este viernes concluía el plazo para que los Gobiernos de los Veintisiete y los asesores científicos se pronunciaran sobre la propuesta que hizo la Comisión Europea el pasado 1 de enero de introducir en la lista de inversiones verdes (o taxonomía en jerga bruselense) la construcción y mantenimiento de centrales nucleares y de gas, al mismo nivel que los parques de renovables. Y los Estados miembros siguen tan divididos como siempre.

Pese a todo, la etiqueta 'verde' para la nuclear y el gas saldrá adelante en las próximas semanas, según el análisis de la mayoría de expertos en Bruselas. El Ejecutivo comunitario dispone de amplios poderes para adoptar esta decisión. Sólo una 'supermayoría' de Estados miembros (al menos 20 de los 27 que representen como mínimo al 65% de la población de la Unión) podría tumbar la nueva clasificación. O una mayoría de eurodiputados (al menos 353) en el pleno. Unas cifras que ahora mismo son inalcanzables.

El frente de rechazo a la energía nuclear no suma. Así lo demuestra la última carta que acaba de enviar al Ejecutivo comunitario la vicepresidenta tercera y responsable de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en protesta por sus planes. Una misiva que coincide con la reunión informal de ministros de Medio Ambiente y Energía de la UE que se ha celebrado este viernes en la ciudad francesa de Amiens. Sólo Austria, Dinamarca y Luxemburgo se han sumado al texto.

Aún así, el Gobierno de Pedro Sánchez hace un último intento para convencer a Bruselas de que rectifique. "Consideramos que ni el gas ni la nuclear cumplen los criterios científicos y legales para ser considerados sostenibles", ha dicho Ribera en Amiens. El principal argumento esgrimido por los cuatro firmantes de la carta es el "importante impacto perjudicial de los residuos de alto nivel radioactivo". "Tras más de 60 años de utilizar la energía nuclear, ni un solo elemento de combustible ha sido eliminado de forma permanente en ningún lugar del mundo", resalta la misiva.

Además, "los accidentes graves provocarán daños significativos, como ha quedado demostrado en Chernóbil y Fukushima". "La propuesta de la Comisión pone en riesgo la transición energética en la UE y en el mundo y socava la taxonomía. Este borrador envía una señal equivocada a los mercados financieros y corre un grave peligro de ser rechazado por los inversores", sostienen España y sus aliados.

Alemania se abstendrá

Entre los firmantes de la misiva destaca la ausencia clamorosa de Alemania, que tras la catástrofe de Fukushima decidió apagar todas sus centrales en 2022 y que hasta ahora había encabezado el frente antinuclear en la UE. Sin embargo, en el nuevo Gobierno de coalición 'semáforo' de Olaf Scholz conviven sensibilidades muy divergentes.

Los verdes se oponen tanto al gas como a la nuclear, los socialdemócratas rechazan las centrales atómicas pero no el gas y los liberales no descartan a priori ninguna fuente de energía. Con esta cacofonía de voces, en Bruselas se da por descontado que Berlín se abstendrá en la votación de la taxonomía.

Por su parte, el grupo de expertos que asesora a la Comisión en esta materia ha elaborado un informe que también es muy crítico con la etiqueta 'verde' para la nuclear y el gas, según ha adelantado el diario Financial Times. Sin embargo, los científicos no piden excluir por completo estas dos fuentes energéticas de la taxonomía, sino imponer más restricciones.

Bruselas ha propuesto que se consideren sostenibles las inversiones en gas hasta 2035, siempre que provenga de energías renovables o tenga bajas emisiones. En el caso de la nuclear, la fecha límite es 2045 para los reactores de tercera generación, mientras que los reactores modulares pequeños no tienen ninguna restricción temporal.

Soberanía energética

En el bando contrario, el presidente francés, Emmanuel Macron, es el máximo defensor de clasificar la nuclear como inversión 'verde'. Más del 70% de la electricidad consumida en Francia procede de plantas atómicas. Defender la nuclear es "una decisión coherente con la lucha contra el calentamiento y el cambio climático" porque no produce emisiones de efecto invernadero. Pero además refuerza la soberamía de la UE porque "la producimos en nuestro suelo, mientras que el gas lo importamos", dijo Macron el pasado miércoles en la Eurocámara.

En todo caso, el presidente francés ha conseguido fraguar una amplia coalición de Estados miembros que apoyan la nuclear, pero también el gas, y que garantizan que la propuesta de Bruselas saldrá adelante. Un grupo en el que están Polonia, República Checa, Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Croacia, Bulgaria, Holanda o Suecia. 

¿Qué es lo que está en juego en la decisión de declarar o no a la nuclear como energía 'verde'? A nivel nacional no tendrá ningún impacto directo. Cada país mantendrá su plena soberanía para decidir la composición de su cesta energética. El Gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado el cierre paulatino del parque nuclear español, que ahora mismo genera más del 20% de la electricidad consumida en el país, entre 2027 y 2035. Ninguna decisión de Bruselas le obligará a cambiar sus planes.

De lo que se trata es de que los inversores que quieren descarbonizar sus carteras se fijen en la nuclear, que requiere una inyección inicial de fondos enorme si se quieren construir nuevos reactores. Bruselas espera que la etiqueta 'verde' impulse el flujo del dinero y reduzca los costes para estos proyectos.

550.000 millones de inversión

Según los cálculos del Ejecutivo comunitario, las centrales nucleares existentes en la UE necesitan una inversión de 50.000 millones de euros de aquí a 2030, a la que hay que sumar otros 500.000 millones de aquí a 2050 para las plantas de nueva generación. Es decir, un esfuerzo de alrededor de 20.000 millones al año. "Incluir la nuclear en la taxonomía es por tanto crucial para permitir al sector atraer todo el capital que necesitará", ha dicho el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, en una reciente entrevista a Le Journal du Dimanche.

España y sus aliados contraatacan con el argumento de que esto desviará inversiones que deberían dirigirse de forma prioritaria a las energías renovables. Austria y Luxemburgo ya han anunciado que están dispuestas a llevar el caso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

¿Cuáles son los siguientes pasos? Una vez escuchada la opinión de los Estados miembros y los expertos, Bruselas aprobará en las próximas semanas de forma definitiva incluir la nuclear y el gas en la clasificación de inversiones 'verdes'. Todavía no hay fecha, pero será muy pronto. "La Comision no tiene intención de posponerlo de ninguna forma, se adoptará una decisión lo antes posible", ha dicho este viernes su portavoz, Eric Mamer.

A partir de ese momento, tanto los Gobiernos como la Eurocámara dispondrán de un plazo de cuatro meses (prorrogable a seis) para presentar objecciones. Unas objecciones que requieren las mencionadas supermayorías de 20 Estados miembros o 353 parlamentarios. Una vez que concluya el periodo de escrutinio, y si ninguno de los colegisladores plantea problemas como parece seguro, la norma entrará en vigor y empezará a aplicarse. Es decir, a principios de verano.