Los fundadores de Bimbo, Lorenzo Servitje y Jaime Jorba; y la segunda generación al frente de la empresa, Daniel Servitje.

Los fundadores de Bimbo, Lorenzo Servitje y Jaime Jorba; y la segunda generación al frente de la empresa, Daniel Servitje.

Distribución

Los años dorados de Bimbo: gustaba a los turistas, a los niños cantores de Viena y hasta a la marina de EEUU

En un país acostumbrado al bocadillo de pan, Bimbo se hizo hueco impulsado por los turistas y por ser sinónimo de frescura.

24 septiembre, 2022 02:53

No corren buenos tiempos para Bimbo en España: ha decidido echar el cierre a la planta que tiene en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama “por temas organizativos y productivos”. Una decisión que afecta a unos 200 empleados de manera directa, y a otros 75, de manera indirecta.

No es la primera vez que la multinacional mexicana acomete este tipo de decisiones. Así, hizo lo propio en Palma de Mallorca, Sevilla, Granollers (Barcelona) y Tenerife entre los años 2016 y 2021. En el otro lado de la balanza, la compra de dos plantas del Grupo Siro en Paterna (Valencia) y Medina del Campo (Valladolid).

Una situación, la actual, que contrasta con sus inicios cuando aterrizó en España hace 57 años. Concretamente, fue el 21 de febrero de 1965 cuando de su planta de Granollers salió el primer pan de molde. Desde esa fecha, no pararon de abrir factorías. Incluso hubo momentos en los que salían a inauguración por año. ¿Cuál fue la razón de su éxito?

Así se hizo popular

Jaime Jorba, uno de los fundadores de la empresa en México, fue quien decidió dar el paso. Quería dar a conocer en la tierra de sus antepasados el producto que estaba teniendo éxito al otro lado del Atlántico, donde había emigrado la familia.

¿Cómo era la España de mediados de los años 60 que se encontró Jorba? El salario mínimo estaba en 1.800 pesetas (10,8 euros). El litro de diésel se situaba en 6,5 pesetas (4 céntimos) y un chalé en el barrio madrileño de El Viso costaba un millón de pesetas (6.000 euros). Los Beatles hicieron gira por España y Manuel Santana ganó Wimbledon.

Las armas que utilizaron para conseguir que el pan de molde acabara conociéndose como pan Bimbo fueron tres. Para empezar, la garantía de higiene que proporcionaba. Es decir, que estaba envuelto. Además, era sinónimo de frescura ya que regularmente se suministraba a los clientes, retirando de las estanterías los caducados. Y todo gracias a una red de repartidores que aumentaba a pasos agigantados. Y, por último, las promociones. Por ejemplo, La vuelta al mundo con Bimbo triunfó en la radio.

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Pero lo que le dio el empujón definitivo fue el boom del turismo. Si en 1960 el número de visitantes en España fue de 6,1 millones, en 1965 se alcanzaron los 14,2 millones, para llegar en 1970 a los 24,1 millones. Incluso los niños cantores de Viena fueron de gira por la Península Ibérica y visitaron la fábrica de Bimbo que, nunca mejor dicho, rompía moldes.

En un país acostumbrado al bocadillo, la llegada de estadounidenses o británicos impulsó este producto bien conocido en sus países de origen como sándwich o como decía Pilón, uno de los personajes de la serie de dibujos Popeye, emparedado. Incluso la marina de Estados Unidos, cuando hacía escala en España, se abastecía de pan Bimbo.

Rápida expansión

Tan rápido fue el crecimiento que, en 1967 (dos años después de la inauguración de la factoría de Granollers), se abría una nueva fábrica en Coslada (Madrid). En 1973, la apertura tuvo lugar en el polígono de Las Mercedes, también en Madrid. Todo porque las ventas no paraban de crecer. Fruto de ese desarrollo, aumentaban las delegaciones, así como las fábricas: Palma de Mallorca (1974), Solares, en Cantabria (1975), …

Fue a principios de esa década cuando se asoció con la firma estadounidense de panificación Campbell Taggart. Lo hizo para hacer frente a la cada vez mayor competencia. Y, a finales de la misma, le vendió el 50% que todavía estaba en manos españolas.

Un repartidor de Bimbo.

Un repartidor de Bimbo.

Ya en los 80, hubo otro hecho que impulsó de nuevo sus ventas y, por ende, sus fábricas: las campañas publicitarias. ‘Los frescos del barrio’, que resaltaba la calidad y la frescura del producto, fue todo un éxito. Como resultado, dos nuevas factorías en Antequera (Málaga) y Almansa (Albacete). Sin olvidar el patrocinio: apoyó, por ejemplo, al equipo olímpico de tenis de Barcelona 92.

Campbell Taggart vendió más adelante la empresa a la firma estadounidense Sara Lee. Era la época de los dos Bimbos, el de México y el de España. Ya en 2011 llegó la unificación, tras comprar la parte mexicana el negocio en España a Sara Lee. Por aquel entonces, Bimbo se había ganado la fama de ser un producto ‘typical spanish’.