Sede de Duro Felguera, en una imagen de archivo.

Sede de Duro Felguera, en una imagen de archivo.

Construcción e Infraestructuras

El rescate a Duro Felguera se complica: puede retrasarse varios meses y tener condiciones muy duras

La SEPI tiene sobre la mesa una solicitud de 100 millones de euros del actual equipo directivo de la compañía.

22 octubre, 2020 01:06

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El rescate a Duro Felguera sigue en el aire. El pasado 28 de agosto el equipo gestor dirigido por el CEO José Luis Orihuela solicitó el rescate a la Sociedad de Participaciones Industriales (SEPI). Dos meses después no han recibido respuesta. Las fuentes consultadas por Invertia indican que la contestación del organismo público puede tardar varios meses en llegar, básicamente por las dudas que existen sobre la actual marcha de la compañía.

Orihuela pidió el rescate y ofreció la entrada de la sociedad pública en el capital a cambio de 100 millones de euros, que se dividirán en un préstamo participativo de 70 millones y una ampliación de capital suscrita por SEPI por importe de 30 millones.

Según explicó la compañía, este apoyo público temporal se enmarcaba dentro del proceso de reestructuración financiera global, que comprendía, además, la refinanciación de la deuda sindicada vigente, el otorgamiento de una nueva línea de liquidez con garantía ICO y de una línea de avales con cobertura CESCE.

Sin embargo, parece que el Estado no tiene claro qué hacer. En el mercado hay coincidencia en que Duro Felguera debe resolver varios temas pendientes que amenazan con complicar las finanzas de la compañía. La principal, es la deuda de 95 millones de euros que mantienen con la banca.

El actual equipo directivo lleva varios meses intentando cerrar un acuerdo con los bancos acreedores. En mayo, Orihuela envió una carta a BBVA, Banco Cooperativo Español, Sabadell, Santander, Bankia, Caixabank y Liberbank, pidiendo una quita del 85% de una deuda de 85 millones. La carta no fue contestada.

Consideraciones

De hecho, seis meses después no hay ningún acuerdo, y las negociaciones avanzan lentamente. Tal y como ha contado este diario, la banca exige la entrada de un nuevo inversor para dar liquidez a la compañía, un plan industrial y cambios en el equipo de dirección.

Tres consideraciones que parece estar siguiendo de cerca el comité que analiza la petición de rescate, según explican fuentes financieras. Lo que está claro es que la sociedad pública pide el máximo apoyo al proyecto de Duro Felguera, que no existan dudas respecto de su viabilidad y que tenga el apoyo de todas las instituciones.

Entre éstas últimas se deben encontrar el del Gobierno de Pedro Sánchez y del Principado de Asturias, dos organismos que no apoyan la gestión del actual equipo de Orihuela. Las fuentes consultadas por este diario, y que siguen de cerca todo este proceso, indican que todos estos elementos decantan la balanza para que, por ahora, el rescate siga en el cajón de la SEPI y que no haya fecha para su aprobación.

En paralelo, Blas Herrero ha presentado un plan para salvar a la compañía en el que precisamente se incluye la entrada de la SEPI y el Principado de Asturias en el Consejo de Administración de Duro Felgura, un nuevo equipo directivo y tres vías de financiación.

El pago de la deuda de 85 millones de euros, la solicitud de 200 millones por parte del Gobierno a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y otros 300 millones de euros cubiertos por la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce).

Plan de Blas Herrero

En el primero de los casos, Herrero propone a la banca crear una sociedad instrumental para capitalizar la deuda, en la que los bancos acreedores invertirán 63 millones y el empresario aportará ocho millones de euros. Los restantes treinta millones, hasta cubrir la deuda total, se transformarían en un crédito participativo. En este caso, los bancos pasarían a ser accionistas de la compañía.

En el caso de la SEPI, la propuesta de Herrero -que ha trasladado a la sociedad pública- es que no sean accionistas pero que entren con un sillón en el consejo y con un voto de calidad y dirimente, lo que significa que podrá vetar cualquier proyecto. La idea es que la SEPI pueda vigilar toda la marcha de la compañía desde el consejo y si es que al final de nueve años el crédito no es satisfecho, se quede con la compañía.