
Ilustración sobre el euro digital. Pixabay.
Bizum, euro digital.. las armas de la UE para garantizar la "soberanía monetaria" y reducir el uso de Visa y Mastercard
En un contexto geopolítico tan desafiante cobra importancia la necesidad de controlar el sistema pagos, tan necesario en la economía.
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La guerra arancelaria iniciada por Donald Trump está llevando la incertidumbre a todos los rincones de la economía. También al mundo de la banca, que, al menos a priori, está protegida de los aranceles, aunque no de sus consecuencias. Pero lo cierto es que los servicios financieros en Europa dependen -y mucho- de proveedores de Estados Unidos, especialmente en el mundo de los pagos, donde Visa y Mastercard dominan el mercado.
De hecho, la Unión Europea trabaja para impulsar la creación de un servicio de pagos europeo que permita reducir la dependencia que tiene de ellos, que no sólo deciden qué tecnología se utiliza, sino que ponen las normas de los pagos a nivel mundial. Su punto fuerte es la universalidad: con una tarjeta Visa o Mastercard se puede pagar en prácticamente cualquier lugar del mundo.
La dependencia es tal que más de dos tercios de los pagos efectuados con tarjetas emitidas en la zona euro se realizan a través de redes internacionales, principalmente las de estas dos empresas, según datos del Banco Central Europeo (BCE).
Algo que los mandamases del supervisor bancario han lamentado en varias ocasiones. "Ahora mismo, los comercios en Europa son muy dependientes de un puñado de métodos de pago dominantes -online o con tarjeta-, a menudo dependientes de proveedores no europeos", afirmaba el pasado otoño Piero Cipollone, uno de los miembros del Comité Ejecutivo del BCE, durante un discurso ante el Parlamento Europeo.
Según dijo, esta situación "cuesta a los comerciantes europeos mucho dinero". "En conjunto, pagan una cantidad considerable cada año a sistemas de tarjetas internacionales, como Visa o Mastercard. Y el coste recae principalmente en los pequeños comercios, que incurren en cargos entre tres y cuatro veces superiores a los de sus competidores más grandes", explicó.
El pago móvil también depende de EEUU
Pero la dependencia no es sólo de las estadounidenses Visa y Mastercard. La digitalización de los pagos ha visto nacer plataformas como la clásica PayPal y las más recientes Apple Pay y Google Pay, que también provienen de la primera potencia mundial y pertenecen a sus gigantes tecnológicos, a las que se suman otras, como la china Alipay.
Plataformas que dominan los pagos móviles, que, según datos del BCE, ya representan cerca de una décima parte de los pagos en comercios y crecen cada año a un nivel de doble dígito.
En un discurso mucho más reciente, del pasado marzo y, por tanto, cercano a la guerra arancelaria, Philip Lane, otro de los miembros del Comité Ejecutivo del BCE, ahondó en esta idea durante la Economics Society Conference 2025 de la Universidad de Cork.
En su opinión, la dependencia de Europa de proveedores de pago extranjeros es una de sus "vulnerabilidades". "En trece de los veinte países del área del euro los sistemas de tarjetas nacionales han sido totalmente sustituidos por estas alternativas internacionales", expuso.
Autonomía estratégica... también en pagos
El propio Lane afirmó que esta dependencia "expone a Europa a riesgos de presión y coerción económicas". "Y tiene implicaciones para nuestra autonomía estratégica, limitando nuestra habilidad para controlar aspectos críticos para nuestra infraestructura financiera", recalcó.
Para el economista irlandés, la dependencia de tarjetas, aplicaciones o stablecoins internacionales -el 90% del mercado de stablecoins está vinculado al dólar de Estados Unidos- implica "externalizar" la infraestructura de pagos en Europa. "Esto hace a los pagos europeos vulnerables a los cambios de los términos de uso o a amenazas de retiradas del servicio", añadió.
Esta vulnerabilidad cobra importancia en un contexto en el que la relación entre Estados Unidos y Europa está cambiando al calor de la política comercial de vértigo de la Administración Trump.
Fuentes financieras, sin embargo, quitan peso a la posibilidad de que se puedan producir interrupciones del servicio o un aumento de los ciberataques en los sistemas europeos por el hecho de que la relación a ambos lados del Atlántico cambie.
En todo caso, la situación actual aumenta la pertinencia de que Europa pueda tener autonomía estratégica también en el mundo de los pagos. Como explican fuentes financieras, Visa y Mastercard dominan el mercado y hay pocos países en los que lidere una aplicación nacional, como Francia o Alemania.
Y el problema es que "estas marcas tienen muchísimo poder en los pagos", como añaden estas fuentes, pues no sólo tienen la capacidad de fijar las comisiones que cobran por la aplicación de pago y la tecnología, sino que "imponen las reglas bajo las cuales funcionan los pagos". "Imponen la tecnologia y las reglas", inciden.
Tener un sistema europeo permitiría a los bancos, además de tener capacidad para establecer las tarifas, ser menos dependientes de un solo país, "que hasta ahora estaba muy ligado a Europa y que ahora tiene otras prioridades", agregan estas fuentes.
Así, tras dejar a un lado la idea de crear un sistema de tarjetas comunitario, ahora el foco está puesto en conseguir la unión a través de los pagos en cuenta, que es la forma como funcionan Bizum y otras plataformas similares del resto de Europa.
Bizum y otras soluciones privadas
El liderazgo de los trabajos para contar con un sistema de pagos europeo común lo está llevando la iniciativa privada. En distintos países están floreciendo propuestas para facilitar las transferencias inmediatas y los pagos en comercios, algunas de las cuales se están interconectando para lograr, poco a poco, una gran plataforma común.
En España es el caso de Bizum. La plataforma que los bancos españoles lanzaron al mercado en 2016 y que ha cambiado para siempre los envíos de dinero entre los ciudadanos se está convirtiendo poco a poco en una alternativa más para el pago en los comercios.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, estampa su firma en el billete de 20 euros, en 2019. BCE
Con Bizum ya se puede enviar y recibir dinero entre particulares, pagar en comercios físicos y online, realizar donaciones y hasta cobrar la lotería.
Y el objetivo es que la plataforma crezca por toda Europa. Por el momento, ya ha puesto en marcha su interconexión con Bancomat y con MB Way, sus plataformas homólogas en Italia y Portugal, respectivamente.
Así, los clientes de estas plataformas en estos tres países, junto a Andorra, donde se puede utilizar Bizum, van a poder realizar próximamente pagos instantáneos entre ellos sólo con el teléfono móvil. Y los gestores de estas aplicaciones están en conversaciones para hacer lo mismo con otros países, como Polonia.
No es la única iniciativa que hay en Europa. Los bancos de Francia, Alemania y Bélgica trabajan en la European Payments Initiative (EPI), que se ha lanzado al mercado bajo la marca Wero con el objetivo de facilitar pagos transfronterizos, al contrario que otras iniciativas, que han nacido con vocación nacional y luego se han expandido. Por el momento, permite realizar envíos de dinero entre particulares y su meta es evolucionar hasta un método de pago en comercios online y tiendas físicas.
Los bancos españoles (Santander, ING, Abanca, Cecabank, Bankinter, Unicaja, Kutxabank, Ibercaja, CaixaBank, Sabadell y BBVA) formaron parte de las conversaciones iniciales para formar parte de esta plataforma.
Sin embargo, finalmente decidieron desvincularse del proyecto al considerar que no todos los sistemas bancarios europeos contaban con el mismo nivel tecnológico que el español y que no marchaban a la misma velocidad. La iniciativa "estaba centrada en tarjetas, exigía inversiones muy altas y no se reconocía el valor de Bizum", explican fuentes financieras a EL ESPAÑOL-Invertia.

Ángel Nigorra, director general de Bizum, durante un foro de CUNEF en 2023. Europa Press
Al margen de estas dos iniciativas, los bancos de otros países europeos desarrollan las suyas propias. Es el caso de Twint en Suiza, de Swish en Suecia, de Vipps en los países nórdicos (Noruega, Dinamarca y Finlandia), de Paylib en Francia y de Blik en Polonia. Esta última es la que más usuarios tiene, unos 30 millones, más que Bizum, que actualmente tiene 28 millones.
Aunque cuentan con el apoyo de las Administraciones, todas estas iniciativas se van desarrollando de forma privada e impulsadas por los bancos. Lo hacen en paralelo y algunas de ellas están buscando fórmulas para interconectarse con el objetivo de, algún día, poder formar un solo sistema de pagos europeo.
El euro digital
Otra de las iniciativas que se está desarrollando de forma paralela y con este fin es el euro digital. Esta es la propuesta pública, que impulsa desde hace años el BCE. El plan es tener en la zona euro un equivalente electrónico al efectivo que complementaría a los billetes y las monedas. Se trataría de dinero oficial, respaldado por el banco central, que permitiría pagar en tiendas físicas, e-commerce y entre ciudadanos.
Su desarrollo, lógicamente, es más lento que el de las iniciativas privadas. Y no sólo por la burocracia europea, sino porque su puesta en marcha implica la intervención de muchos actores. Entre ellos, los bancos, que no quieren quedarse fuera del proyecto.
El BCE trabaja desde hace años en lanzar el euro digital, sobre el que desde el primer momento Christine Lagarde, su presidenta, ha sido muy optimista. Ya a principios de 2021 pronosticó que estaría en marcha en "no más de cinco años".
Sin embargo, este jueves animaba a la Comisión Europea a acelerar el proyecto para "garantizar la soberanía monetaria" de la eurozona. Un llamamiento que cobra más sentido que nunca, máxime en un momento en el que hay muchas voces que alertan de que el final del dólar como monea de respaldo está cada vez más cerca.
Esta iniciativa también es una vía para crear un gran proyecto europeo de pagos. Para Cipollone, "el euro digital incluiría salvaguardas para los comerciantes al taponar las comisiones que pagan los bancos por procesar pagos". De hecho, "reduciría así la brecha entre lo que les cuestan los pagos digitales a los comercios pequeños y a los grandes".
El miembro del Consejo Ejecutivo del BCE cree que, si el euro digital se convierte en una verdadera alternativa de pagos, todos los comerciantes estarán en una "posición más fuerte" para negociar "mejores condiciones" con el resto de proveedores. Entre ellos, los gigantes de las tarjetas.
Y no sólo eso. Además, "podría proporcionar una red de seguridad para los comerciantes en caso de cortes de red o de energía, gracias a su funcionalidad offline", añadió Cipollone durante su discurso.
Todas estas iniciativas se van desarrollando paralelamente e interconectando entre ellas, con lo que es posible que dentro de unos años Europa pueda decir que cuenta con un sistema de pagos propio. Algo que permitiría a los 27 controlar una infraestructura clave en un contexto geopolítico cada vez más desafiante, en el que la autonomía tiene cada vez más valor.