Tan asustados están que muchos empresarios hablan ya -sotto voce- de que con este Gobierno cualquiera que gane algo de dinero está expuesto a que le pongan un impuesto. Incluso hay quien va más allá. Un alto directivo del Ibex 35 avisaba este miércoles de la "huida de inversores extranjeros" que se va a producir en las próximas semanas. 

Se esparce, poco a poco, la sensación de "inseguridad jurídica", y de que en cualquier momento las reglas de juego pueden cambiar. El mejor ejemplo, explican, ya no es el impuesto a las energéticas (que también), es el de la banca. Nadie hasta ahora había mirado a los bancos y, de la noche a la mañana, les ha caído del cielo un nuevo impuesto que en el sector consideran totalmente "arbitrario". 

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Entre los banqueros se recuerda que este nuevo tributo llega en un contexto en el que las perspectivas de negocio empezaban a mejorar ligeramente ya que la política monetaria comienza a normalizarse. "Volver a tipos positivos es recuperar el funcionamiento normal de la política monetaria y permitirá a los bancos alinear su rentabilidad al coste de capital", explican.  

Creen, por tanto, que los ingresos percibidos por ese cambio de la política del Banco Central Europeo (BCE) es "ilegítimo" y pone en jaque la rentabilidad futura de nuestro sistema financiero. Algo que será esencial si de cara a final de año las cosas se complican. ¿El motivo? Unos bancos rentables y saneados podrán dar crédito y apoyar a empresas y Gobiernos en un contexto de marejada económica. 

El nuevo impuesto va a impactar de lleno en el coste de capital de los bancos. Esto hace que la rentabilidad de las operaciones caiga y, por tanto, los bancos incrementen el coste de las mismas. En plata, el crédito se encarecerá.

Pero no sólo eso. En los despachos del sistema financiero se preguntan si el Gobierno es consciente de la situación de "desventaja competitiva" en la que van a quedar las entidades españolas frente a las europeas.

La relación banca - Estado

Consideran que se profundiza en la fragmentación bancaria europea, y que ha obligado al Banco Central Europeo a actuar. Recuerdan también que existe una correlación entre la evolución del sistema financiero y los costes de financiación de los Estados. Basta con mirar a lo ocurrido en la crisis financiera para comprobar que cuanto peor le iba a la banca más rentabilidad exigían los inversores al Tesoro. 

El enfado en los despachos de las entidades financieras es máximo; y eso que todavía están a la espera de ver cómo se puede articular el nuevo impuesto. Se habla de que podría hacerse sobre beneficios (aunque las entidades financieras ya están gravadas en el impuesto de sociedades al 30%). 

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Los analistas, en cambio, piensan que podría optarse por la vía de los depósitos y los préstamos. Es decir, gravar en función del dinero prestado o 'guardado' de cada entidad. Una situación que podría llevar a que la remuneración del ahorro no suba pese al incremento de los tipos de interés. 

Desde el servicio de análisis del Santander, en una nota a clientes, estiman que el impacto a dos años en el sector sería de un 2,3% de su capitalización combinada; pero el impacto potencial podría ser mucho mayor si se extiende a futuro. 

Y es que varias casas de análisis ya dejan entrever la posibilidad de que el impuesto que ha comenzado como algo temporal acabe convirtiéndose en algo fijo y que se extienda más allá del 2024. 

Incluso, desde Mediolanum, avisan ya de que "no se puede excluir la posibilidad de que una medida similar se extienda por otros países de la Unión Europea; sobre todo entre aquellos que tienen mayores ratios de deuda sobre PIB".