Son cifras que dan idea de la magnitud de la apuesta de la compañía en la zona y que se convierten en las grandes razones para dejar su Chipre natal (que en griego antiguo significa 'cobre') por nuestro país, al que ha aprobado mudarse el 98% de los accionistas. 

Porque es una cuestión corporativa, insisten fuentes de la empresa a este periódico. Chipre se queda demasiado lejos de la que es la operación estrella y emblema de la compañía, que una vez autorizado el traslado cambiará su nombre a Atalaya Minería del Cobre SA, aunque comercialmente seguirá siendo Atalaya Mining.

[La Ley europea de materias primas críticas, a un paso del 'ok' final: abrirá la puerta a la extracción de litio en España]

¿Y dónde se instalarán? Sevilla suena como la sede favorita en los corrillos empresariales que en las últimas semanas han abordado esta mudanza, que se planteó en noviembre. Una vez aprobado el traslado, se espera que se conozca la ciudad elegida a primeros de año.

"La decisión de redomiciliarnos es consistente con nuestro enfoque estratégico de ampliar nuestra base de accionistas y crear más valor para los accionistas", expuso entonces Alberto Lavandeira, director general de Atalaya.

Esos accionistas están liderados por el líder global del comercio de materias primas Trafigura, a través de Urion Holdings, que posee el 22,03% de las acciones, según Reuters; seguido de la española Cobas, de Francisco García Paramés, que cuenta con el 8,6%. 

Asimismo, cuenta con accionistas de relevancia como HWICI (5,9%), BlackRock (4%) o Banco Sabadell (3,07%). El resto del accionariado está en manos de pequeños inversores institucionales y privados.

Ellos deciden sobre un movimiento del que la dirección es ferviente partidiaria, señalan fuentes andaluzas. Porque con el tiempo su mayor apuesta se ha concentrado aquí, concretamente en la prolífica Faja Pirítica Ibérica, en la provincia de Huelva, una de las mayores concentraciones de sulfuros masivos del mundo.

Aquí han devuelto a la plena actividad a la mina de Riotinto a través de un proyecto que cuenta con 197 millones de toneladas de reservas de mineral de cobre, y trabaja constantemente en la identificación de nuevos recursos para seguir alargando la vida de la explotación, que actualmente se sitúa en 16 años.

Creación de 1.100 empleos

Atalaya remarca la inversión que ha acompañado a la puesta en marcha del proyecto: más de 450 millones de euros, incluyendo importantísimas mejoras ambientales y la creación de alrededor de 1.100 empleos directos.

La primera voladura se produjo en 2015, y un año más tarde comenzó la producción comercial. En esa primera fase, se contaba con capacidad para procesar 5 millones de toneladas de mineral al año, que produjeron 26.100 toneladas de cobre en concentrado. 

Hoy en día, la compañía procesa anualmente más de 15 millones de toneladas de mineral de cobre y lleva su producción a superar la barrera de las 55.000 toneladas de concentrado de cobre. 

Y cuenta además con planes para crecer: se trabaja actualmente en la adquisición y desarrollo de proyectos para poner en valor nuevos yacimientos que sigan sumando activos a su cartera.  

La actividad ha acabado por convertir a Atalaya en un importante actor de la economía en Andalucía, donde sus responsables confían en que se asienten tras la mudanza. Y aunque la opción más mencionada sea Sevilla, a nadie se le pasa por alto la lógica que tendría que fuese Huelva la elegida.

Conviene recordar que el año pasado Atalaya se posicionó como la tercera mayor empresa de la provincia onubense, sólo por detrás de Atlantic Copper y Sandfire Matsa.

En el plano macro, subraya la empresa, el proyecto de Riotinto tiene capacidad de aportar el 2,9% del Valor Añadido Bruto de la provincia de Huelva a lo largo de sus primeros 14 años, es decir, 305 millones de euros.