Antonio Llardén fue uno de la escasa decena de directivos de empresas con participación estatal que sobrevivió a la llegada al poder de Pedro Sánchez en 2018. Al presidente de Enagás le aguardaba otra batalla para 2019: la del sector del gas con la CNMC a cuenta de los recortes a la retribución de su negocio.

Una contienda de la que difícilmente podía salir victorioso dada la supremacía de las tropas de la regulación. Panorama tras el cual, Llardén decidió salir a buscar un nuevo rumbo en un navío al que acaba de subir a bordo Amancio Ortega.

Como buen estratega se anticipó a la batalla cuando el hachazo al gas que preparaba la CNMC todavía no había saltado al debate público pero ya era vox populi en el sector. Enagás puso una pica en Estados Unidos el pasado marzo, en un movimiento para el que se alió con Blackstone y el fondo GIC para entrar en el accionariado de la energética Tallgrass con un 10,93%.

La operación suponía aterrizar en un nuevo mercado en un momento en el que España iba a dejar de ser tan rentable como en años pasados. Un buen antídoto contra el amago de infarto que llegó en julio, cuando la CNMC anunció un recorte a la retribución de las gasistas con grandes infraestructuras de transporte y regasificación de 1.443 millones de euros en seis años.

El tijeretazo -todavía no definitivo- para Enagás se suavizó en noviembre y se dejó en la mitad: 698 millones de euros. En el periodo regulatorio abordado por la circular supone una pérdida de algo más de 100 millones de euros al año en ingresos.

José María Marín Quemada, Amancio Ortega y Antonio Llardén.

José María Marín Quemada, Amancio Ortega y Antonio Llardén.

Curiosamente una cuantía que se espera que aporte a partir de ahora, vía dividendos, Tallgrass, después de que Llardén haya comunicado esta semana que se hace con un 30% de la estadounidense. Para financiar la apuesta, la gasista cerró en apenas 15 minutos (tiempo récord) una ampliación de capital de 500 millones de euros que ha permitido al fundador de Inditex convertirse en el mayor accionista de Enagás, junto con la SEPI.

Con un 5% de la compañía a través de Partler 2006, sociedad de su brazo inversor Pontegadea, Ortega entra por primera vez en las infraestructuras del gas siguiendo la estela de los grandes fondos soberanos de pensiones.

Por su parte, Enagás garantiza su rentabilidad futura -y por tanto, los dividendos de Ortega, que rondarán los 102 millones de euros anuales-. Al mismo tiempo, la empresa de la que es CEO el exeurodiputado del PP Marcelino Oreja asegura los recursos que necesita para financiar su Transición Ecológica. 

Enagás ha librado su batalla contra una normativa que figura dentro del grupo de circulares en el que hay otra que fija un recorte del 9,6% (antes del 17,8%) a la retribución de la distribución del gas. Esta es la que afecta a Nedgia (filial de Naturgy) y a otras compañías, como Madrileña de Gas, Redexis, Gas Extremadura o Nortegas.

El grupo que preside Francisco Reynés ha puesto en cuarentena a su filial para la distribución del gas, pero está más que diversificado para garantizar otros negocios. Sin embargo, las otras empresas afectadas no cuentan con el pulmón para seguir los pasos de Enagás hacia la búsqueda de nuevos mercados que compensen la caída de su negocio en España.

Esas gasistas despiden el año con sus equipos jurídicos trabajando a contrarreloj para presentar alegaciones antes del 27 de diciembre contra la circular revisada de la CNMC, con la que tampoco están de acuerdo. Luego, la cuestión se aplazará hasta después de Reyes.

Antonio Llardén, Francisco Reynés, Marcelino Oreja, José María Marín Quemada, Amancio Ortega y Luis de Guindos.

Antonio Llardén, Francisco Reynés, Marcelino Oreja, José María Marín Quemada, Amancio Ortega y Luis de Guindos.

Un sector de la CNMC -y también Luis de Guindos- considera una victoria del lobby del gas la fractura del consejo del regulador a cuenta de estas circulares. Otro sector, el que encabezan las empresas y varios consejeros, cree que todo se debe al fracaso de una CNMC que estrenaba competencia y se precipitó a elaborar una circular sin escuchar antes a las partes implicadas y proponiendo un ajuste que no ha logrado convencer al pleno del consejo.

Decía que el exministro de Economía considera que el ajuste -ahora revisado y todavía no acabado- es pertinente porque hace unos días en Madrid aprovechó una intervención en el Nueva Economía Fórum para salir en defensa de quien le presentó en el evento, José María Marín Quemada.

De Guindos equiparó las presiones que en sus años en el Gobierno soportó para evitar el rescate a España con el papel que Marín Quemada -a quién apadrinó en su momento para presidir la CNMC- está jugando en el regulador.

"Poner por delante el interés general al interés particular, algo de lo que José María sabe bastante, es fundamental y aunque a veces los intereses particulares son mucho más visibles, hacen mucho más ruido", afirmó el ahora vicepresidente del BCE.

Quizá son "los periodistas" y su "tendencia enfermiza" que diría el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, los culpables de ese ruido.

Cierto es que Marín Quemada ha demostrado tener mano de hierro en asuntos como su lucha contra el oligopolio televisivo y el gas. Sin embargo, la división que vive hoy el consejo de la CNMC muestra que la independencia es tan importante como el sentido común a la hora de aprobar una regulación que debe garantizar un nada fácil equilibrio entre los derechos de los consumidores (que en este caso pagan los peajes) y la supervivencia de las empresas que les prestan servicio en un entorno de seguridad jurídica. Ello debe ser así al margen de la presión de los lobbies. Otra tesis pondría en duda la independencia de los consejeros del organismo que se han opuesto a este recorte.

Nadie ha salido victorioso de esta contienda. Ni las gasistas, ni la CNMC. Bueno, en realidad sí hay un claro vencedor: Amancio Ortega, que de haber entrado en Enagás hace un año, lo habría hecho pagando un 7% más que esta semana, pues esa es la caída que acumula la acción de la empresa en el último año a cuenta de los vaivenes de los recortes del gas. 

ATENTOS A...

Carlos Torres Vila, que la pasada semana dio un paso más hacia la formación de su equipo, cuando está a punto de cumplir su primer año como presidente de BBVA. El sucesor de Francisco González, renovó la cúpula de BBVA España y después de tres décadas con Cristina de Parias al frente, colocó a un directivo formado en el banco y con conocimiento de muy diversas áreas como primer espada de esta importante división. Se trata de Peio Belausteguigoitia que, para los que les gusta recordar las raíces vascas del BBV, es de Bilbao y estudió en en la Universidad de Deusto.

Carlos Torres Vila y Peio Belausteguigoitia.

Carlos Torres Vila y Peio Belausteguigoitia.

El año 2020 arrancará para el banco con la apertura del sumario, aún bajo secreto, en el que se investiga su relación con el excomisario Villarejo. Será un año clave para Torres, que tendrá que lidiar con los trapos sucios que salgan en la antesala del juicio y además, seguir conformando su equipo con la renovación de un tercio de los consejeros del banco que vencen su mandato y proceden de los años de FG.