El 28A nos ha dejado muchas lecciones de marketing por el camino: desde el uso de un lema registrado por parte de unos a la curiosa relación que tienen otros con los medios de comunicación. Pero hay algo que me llama enormemente la atención, y que he escuchado varias veces de políticos y hasta simpatizantes del Partido Popular, y es esa idea de que VOX ha dividido al voto de derechas, de manera que esta fragmentación ha beneficiado al PSOE. De forma que parece que el resultado es culpa de que la gente de VOX ha venido a cortar la tarta en más porciones de las necesarias. Esto me parece muy interesante, en clave de marketing y management.

Uno de los pecados de muchos directivos, empresarios y emprendedores es la falta de autocrítica sincera, y por lo que he visto estos días, es algo que se repite en el panorama político. O dicho de otra manera, hay que considerar, en este caso, que la gente no se va de lo tuyo para irse a lo otro porque sí, sino que hay algún motivo detrás. Es lo que tiene tener competencia.

Permítame el lector una metáfora muy sencilla. Digamos que tenemos un supermercado que funciona más o menos bien, con una clientela fija de toda la vida, y de repente abre cerca de nosotros un nuevo supermercado bastante similar, que pese a ser desconocido consigue captar la atención del personal y nos quita clientes. La cuestión inteligente no es pensar: “Qué mala gente los del supermercado nuevo”, sino plantearnos algo del tipo “¿Qué están haciendo los del supermercado nuevo para conseguir que mis clientes de toda la vida los prefieran?, ¿acaso he cambiado yo estos últimos tiempos y no me he dado cuenta de ello?, ¿estaban mis clientes cautivos viniendo a mi supermercado porque no tenían más opciones de compra?”

Se trata, en definitiva, de revisar qué propuesta de valor se está presentando y comunicando.

Llevamos mucho tiempo viendo esta actitud en el mundo de la empresa. Cuando las cosas no iban bien, algunos empresarios distribuían la culpa con gran habilidad: no se vendía por culpa de los centros comerciales, de la crisis, de internet, de la lluvia y el mal tiempo, de El Corte Inglés, de los políticos… o ahora el culpable de todo es Amazon. Siempre parecía haber alguien que fuese el verdadero culpable, pero normalmente la esencia del problema siempre estuvo en casa, ahí donde el ego muchas veces no nos permite observar la realidad de las cosas.

Tampoco pienso que sea buena idea hablar del voto inútil con tanta intensidad. Hablar de voto inútil supone menospreciar en cierta medida al votante que hay detrás, y para cada votante su voto es el mejor del mundo, porque piensa que representa sus ideales y lo que desea para un futuro gobierno. Volvamos al supermercado de antes. Ningún gerente de supermercado dirá en voz alta algo así como: “Quienes van al nuevo supermercado están tirando su dinero, les venden productos de mala calidad, son clientes que no saben apreciar lo realmente bueno”. No, en vez de eso, probablemente reúna a su equipo y se plantee cómo comunicar a esos clientes que han perdido que su tienda es la mejor de la ciudad, y que responde a los intereses que tienen las personas del entorno de forma que una moda pasajera traída por la competencia a la larga no es mejor opción que tu propuesta, respaldada por la credibilidad que has ganado desde hace años entre los clientes habituales.

Esto va de hablar de lo que depende de ti, de tu negocio, de tu propuesta. Cuando tu comunicación y energía están orientadas a hablar de los demás, de la competencia, es porque algo tienen que te hacen temer. Y aquí todos los partidos políticos deberían tomar nota: el líder solo habla de sí mismo la mayor parte del tiempo, no le interesa perder recursos mencionando a los demás.

Así pues, la gente del PP tendrá que acometer esta incómoda tarea, y querer afrontar las respuestas que surgen de preguntarse por qué los que me apoyaban antes han dejado de hacerlo. No es una cuestión de elegir uno u otro lema de campaña de cara a los próximos comicios, sino de analizar cómo están posicionados en el mercado del voto y la confianza política, qué intenciones tienen y si esa declaración de intenciones es la que realmente aprecia el votante.

Porque la política es como el detergente: Busque, compare y si encuentra otro mejor, cómprelo.