Lo más complicado en todo esto es, sin duda, elegir a las personas adecuadas para cada responsabilidad. Lo más difícil, y también lo más importante.

Hace unos cuantos años, cuando vivía la vida corporativa dirigiendo unidades de negocio, de vez en cuando tenía el dilema, junto a mi equipo, de decidir qué personas de las contratadas en los últimos tiempos debían renovar su contrato por uno de carácter indefinido o marcharse de la compañía. Estos momentos eran muy importantes para nosotros, ya que renovar a alguien de manera indefinida suponía que iba a estar en nuestro equipo por mucho tiempo. Era una decisión importante para todos.

Me reunía con las personas del departamento de recursos humanos, o gestión del talento o como queramos llamarlo ahora, pero que en el fondo viene a ser lo mismo. Comentábamos qué desempeño había tenido cada persona, los informes de seguimiento, sus evaluaciones, etc. Si tras ese análisis individual el resultado era positivo en forma de renovación, yo siempre hacía la misma pregunta: ¿y le dejarías las llaves de tu casa para que la cuidara en tu ausencia?, ¿y con tus hijos dentro, aunque fuera por solo un par de días? Si me respondían con un 'sí' contundente, íbamos adelante, pero si había dudas en la respuesta, para mí era obvio que no podíamos renovar a aquel compañero y hacerlo indefinido.

Era una cuestión de confianza, no podía tener en mi casa a alguien en quien no pudiéramos confiar plenamente, puesto que le íbamos a conceder un mayor grado de confianza. Debíamos evitar riesgos de los que después no lamentarnos. Era mi responsabilidad.

En este contexto, en el tremendo lío que existe en Dia, al que sinceramente cada vez le veo peor arreglo, resulta que se detecta la presunta manipulación de datos y resultados al antiguo consejero delegado, que apenas estuvo 8 meses en el cargo previo salario de 2 millones de euros entre unos conceptos y otros. Un salario indecente para un resultado deficiente y lo que es peor, una actitud negligente escondiendo la verdad sobre lo que estaba pasando. Seguro que se encontró con una situación seguramente ya muy difícil, pero de ahí a ser acusado de lo que los auditores han encontrado ahora, hay todo un mundo. Quién sabe si una verdad a tiempo hubiera servido para poder hacer algo antes de que fuera tan tarde como parece que es ahora.

Renovar a alguien de manera indefinida suponía que iba a estar en nuestro equipo por mucho tiempo.

Son tiempos convulsos para la distribución: el ritmo que impone el liderazgo de Mercadona cada vez es mayor, el online llama a la puerta con cada vez más contundencia y el consumidor muestra un nivel de exigencia sin precedentes. Solo van a quedar los más fuertes, no por grandes, sino por rápidos y adaptativos, creativos y orientados al terreno del día a día. Los líderes de hoy no lo son por el desempeño de los últimos meses, sino por la orientación que tomaron hace años. No hay más que ver a Lidl, que compitiendo en un segmento similar al de Dia, vemos cómo su evolución y realización afronta una realidad bien distinta.

Decía Peter Drucker, en un lejano 1980, que el éxito del management, y por tanto de los directivos, significa hacer un buen trabajo hoy para garantizar el futuro de la organización. Y sin las personas adecuadas, y esto lo digo yo, no hay futuro que garantizar.