Esto se nota también en los sectores productivos. En varios de ellos ya suenan las alarmas, puesto que han entrado en recesión técnica. Es decir, encadenan dos trimestres seguidos de caídas. 

Por un lado, está la industria. Este ámbito cayó un 1,2% trimestral entre abril y junio. Y esta caída se amplió a verano, periodo en el que el descenso fue del 0,6%. Lo mismo ocurrió con el sector primario. 

El ámbito de la agricultura, la ganadería y la pesca perdió un 2,5% en el segundo trimestre. Pero en los meses de julio, agosto y septiembre esta caída se ha ampliado al 3,4%. La sequía y la persistencia de la inflación energética y de determinadas materias primas pasa factura

A estos dos sectores en recesión hay que sumar el ámbito inmobiliario, que encadena ya tres trimestres consecutivos en números rojos, con caídas del 0,7%, del 3,2% y del 1,3%. 

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Por otro lado, otro importante sector de empresas de nuestro país entró en cifras negativas. Se trata de la construcción, en cuyo caso la caída es del 0,6%. De hecho, se trata de la primera cifra en este ámbito, en términos de PIB, desde principios de 2022.  

De nuevo, salva el expediente el ámbito de los servicios, sobre todo gracias a la buena evolución de la hostelería y el comercio, que compensa los problemas que atraviesan las empresas de transportes que han sufrido un mayor incremento de costes. También las actividades recreativas, cuya generación económica se disparó este verano (pasa del 3,1% del segundo trimestre al 11,9%). 

[Las empresas ya constatan el frenazo de la economía: cunde el pesimismo tras sumar cinco meses de caída de ventas]

Con todo, la desaceleración es muy marcada, en general, en las empresas españolas. Ya apuntaban en esta dirección los datos de facturación y negocios que venían desgranando el propio INE y la Agencia Tributaria.

De hecho, con esta información en la mano, las empresas ya encadenan cinco meses de pérdida de facturación. Eso sí: respecto al año pasado.

Futuro 

¿Qué ocurrirá en los próximos meses con la economía española? Por ahora, a la espera de cómo transcurra el tercer trimestre del año, el PIB cerrará con un crecimiento por encima del 2%. Se trata de un pronóstico en el que parece haber consenso y en el que coinciden ya el Gobierno, el Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). 

El porvenir ya es más complejo. La situación internacional y los conflictos abiertos (tanto en Ucrania como en Gaza, en Oriente Medio) afectan al mercado exterior, que se había convertido en una de las recientes fortalezas de la economía española. 

De hecho, los datos del INE ya recogen que las exportaciones españolas cayeron tanto en el segundo como en el tercer trimestre, con un -3,3% y un -4%, respectivamente.  

Queda la pujanza de la demanda interna, que es a la que se agarra el Gobierno, en sus últimas previsiones, para sostener que la economía crecerá un 2% en 2024. 

Sin embargo, la AIReF es bastante más pesimista al respecto y lo deja en el 1,7%. Por un lado, este ente considera que la inflación va a ser persistente. 

Por el otro, la Autoridad apunta a que las subidas de tipos de interés, ahora en pausa por el Banco Central Europeo, se seguirán trasladando a la economía real durante el próximo año. Y van a afectar tanto al consumo de los hogares como a la inversión de las empresas, que, ante el precio de los créditos, se van a seguir frenando.