Vladímir Putin sobre el logotipo de Rosneft.

Vladímir Putin sobre el logotipo de Rosneft. Reuters

Macroeconomía 100 DÍAS DE GUERRA

Rusia perderá hasta el 8,8% de su PIB en 2022: estos son los efectos que reconoce (y los que no) de las sanciones

Moscú trata de evitar dar información actualizada, pero algunas instituciones rusas ya empiezan a ofrecer sus previsiones. 

3 junio, 2022 04:29
Elena Lozano Laura Piedehierro Arturo Criado

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Como casi todo en Rusia, conocer el impacto real que las sanciones occidentales (especialmente europeas) tienen sobre la economía resulta extremadamente complejo. El Gobierno de Vladímir Putin no da cifras mensuales sobre la evolución del PIB. Sin embargo, su departamento de economía ya deja entrever que el PIB podría caer entre un 7,8 y un 8,8% a final de año. 

Un descenso que se debe al "difícil entorno exterior" en el que se mueven las empresas rusas. Lo reconoce el Banco Central de Rusia quien alerta ya de que las medidas adoptadas contra su país empiezan ya a pesar "mucho en la actividad económica". Eso está provocando, por tanto, que las corporaciones "se enfren a dificultades considerables en términos de logística y producción". 

Cierto es que la principal actividad del país, la exportación de crudo y gas, todavía le reporta casi un millón de euros al día procedente -sobre todo- de los países de la Unión Europea. Una circunstancia que con las últimas sanciones impuestas por los socios comunitarios podría cambiar radicalmente, ya que se estima que bloquearán el 90% de las compras europeas. 

Según el experto ruso de hidrocarburos, Mijaíl Krutikin, este nuevo embargo será "extremadamente doloroso" porque tendrá un efecto multiplicador sobre la industria rusa. En declaraciones a EFE asegura que el país tendrá que reducir la extracción petrolífera, ya que con Asia no podrá compensar las ventas que deje de hacer al club comunitario. 

Ante esta situación no es raro que Rusia juegue con el grifo del gas y del petróleo. Ante los bloqueos al pago en rublos y las medidas para evitar que sus empresas no puedan comerciar con Occidente, Putin responde siempre de la misma manera: amenazando o ejecutando cierres. 

Cierre del gas

Es lo que ha hecho esta semana a través de Gazprom con Alemania y Dinamarca. Dado que ambos Estados se oponen al pago del gas en moneda local, la gasista ha anunciado que corta el envío a ambos Estados. El objetivo es tratar de provocar aumentos de precio en el mercado que obliguen a Europa a recular. Sin embargo, no parece que sus intenciones vayan a tener éxito. 

Si miramos al crudo, la OPEP+ ha aprobado este jueves incrementar un 2% su producción durante julio y agosto para evitar problemas de abastecimiento. Esto ha hecho que los precios del crudo se hayan tomado un respiro. Sin embargo, no se puede negar que el temor a problemas de desabastecimiento o a cortes energéticos preocupan en la Unión Europea. 

Es cierto que en el primer trimestre el PIB de la eurozona avanzó un 0,3% (una décima más de lo esperado) en línea con el trimestre anterior. Tiene su lógica, dado que la guerra empezó a impactar realmente a partir de mediados de marzo y, sobre todo, en abril. 

Basta con fijarse en los últimos datos conocidos. El PIB de Francia en el primer trimestre se contrajo un 0,2% frente al crecimiento del 0,4% de los tres últimos meses de 2021. En Alemania el incremento fue de sólo dos décimas, mientras que en España apenas creció un 0,3%. 

Pago en rublos

Una debilidad que Moscú quiere aprovechar, y lo seguirá haciendo en los próximos meses. De ahí que en los últimos días siga presionando a los países europeos que aún le compran para que paguen en rublos el gas pese a que las sanciones lo impiden. 

¿El motivo de tanto empeño? La necesidad de que la moneda rusa, el rublo, se fortalezca ante la imposibilidad de acceder a otros tipos de cambio con monedas extranjeras. De hecho, tal como ha contado EL ESPAÑOL-Invertia, Moscú ha puesto en marcha un mecanismo para burlar las sanciones, cobrar en dólares y convertir ese dinero en rublos. 

La maquinaria rusa ha funcionado y su divisa no solo ha recuperado la normalidad tras el fuerte desplome sufrido en el inicio de la guerra, sino que marca máximos de varios años frente al euro y el dólar. 

A consecuencia de esta apreciación, el Banco de Rusia decidió hace solo unos días recortar en 300 puntos básicos su tipo de interés de referencia, que ahora se encuentra en el 11%.

Vladimir Putin durante el desfile del Día de la Victoria en Moscú, el pasado 9 de mayo.

Vladimir Putin durante el desfile del Día de la Victoria en Moscú, el pasado 9 de mayo.

Por el contrario, la Bolsa de Moscú adolece las consecuencias de la guerra. Todavía con ciertas limitaciones, como un horario de negociación reducido y la prohibición de las posiciones cortas, el MOEX, el índice ruso denominado en rublos, acumula pérdidas anuales del 40%.

“El castigo recibido por las sanciones ha puesto en jaque a la mayoría de empresas del selectivo, por tanto, se mantiene negociando alrededor de los 2.400 puntos, sin mucho ánimo de rebotar, excepto que llegue el fin de la guerra”, indica Diego Morín, analista de IG. El RTSE, el indicador cotizado en dólares, se ha dejado por el camino un cuarto de su valor.

El parqué moscovita se vio obligado a cerrar el segundo día de invasión y permaneció sin actividad hasta finales de marzo. Fue entonces cuando se vivieron las mayores caídas en la renta variable, provocadas por la incertidumbre que sobrevolaba los mercados.

Cuando se alcanzan 100 días desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, decidiese invadir Ucrania, la mayoría de los principales índices bursátiles han recuperado gran parte de las caídas.

Sin embargo, solo la evolución de unos pocos -como el Ibex 35, el británico FTSE 100 o el portugués PSI- es positiva en el conjunto del ejercicio. El resto de grandes plazas se anotan descensos que van desde casi el 10% del Dax alemán al 23% del tecnológico Nasdaq.

El mercado

“Aunque se trate de una tragedia humana, la guerra en Ucrania ya no es el mayor reto al que se enfrentan los mercados de capitales”, afirma Alexander Dominicus, gestor de MainFirst. Natalia Aguirre, directora de análisis y estrategia de Renta 4, considera que “aunque el riesgo geopolítico sigue ahí” los inversores ponen el foco sobre "las derivadas del conflicto en términos de inflación y crecimiento”.

Son dos consecuencias del shock que han sufrido las materias primas, especialmente las energéticas, pero también las agrícolas y los materiales básicos.

Desde que comenzó el conflicto, la escalada del petróleo es del 20%, mientras que en el año la revalorización supera el 51%. La subida ha llegado a ser incluso mayor, al marcar máximos cerca de los 140 dólares por barril, impulsado por las perspectivas de que las sanciones a Rusia provocaran su escasez.

Algo similar sucede con el gas natural TTF, de referencia en Europa, que llegó a superar los 300 euros por megavatio hora. Ahora cotiza por debajo de los 90.

Materias agrícolas

Materias primas agrícolas como el trigo (+37,6%) o el maíz (+23,2%) también se ven arrastradas al alza por la guerra, como sucede con minerales como el níquel (+35,47%), debido al relevante papel de productores que desempeñan tanto Rusia como Ucrania.

El encarecimiento de las materias primas ha llevado a la inflación a máximos históricos, como sucede en la eurozona, donde el índice de precios al consumo (IPC) alcanzó en mayo el 8,1% anual.

En el quinto mes del año, el incremento de los precios también superó todos los registros en Alemania, donde alcanzó el 7,9%. Mientras, en España llegó al 8,7%, al 6,9% en Italia y al 5,8% en Francia. La situación en EEUU es similar, con un IPC que en abril subió un 8,3%.

Los bancos centrales tienen ahora la difícil situación de tratar de frenar la inflación sin que la economía se resienta demasiado. La Reserva Federal (Fed) ya ha subido tipos en dos ocasiones para situar el precio del dinero en un rango de entre el 0,75% y el 1%.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante el Eurogrupo de este lunes

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante el Eurogrupo de este lunes UE

El Banco de Inglaterra también ha situado sus tasas de referencia en el 1% y se espera que en julio el Banco Central Europeo (BCE) lleve a cabo su primera subida de tipos en más de una década.

“Los bancos centrales se han visto forzados a acelerar su proceso de retirada de estímulos ante una alta inflación persistente, restringiendo las condiciones de financiación globales, lo que también pasará factura al crecimiento económico”, advierte Juan José Fernádez-Figares, director del departamento de análisis de Link Securities.

El bloqueo de SWIFT

Una de las armas más potentes que han utilizado Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea para plantar cara a Rusia ha sido la financiera. Desde antes de que Vladímir Putin perpetrara la invasión a Ucrania, los aliados internacionales ya se habían planteado desconectar a los bancos rusos de la Sociedad Global Interbancaria de Telecomunicaciones Financieras (SWIFT, por sus siglas en inglés) con el objetivo de aislar financieramente a Rusia y así lo han hecho finalmente.

A través de este canal prácticamente todo el sistema financiero mundial se comunica para poder llevar a cabo transacciones financieras. Es, por tanto, un mecanismo del que dependen individuos, empresas e instituciones por todo el mundo y que opera desde los años setenta. Mediante esta sociedad cooperativa están conectadas más de 11.000 entidades de unos 200 países en todo el mundo.

La consecuencia de esta decisión ha sido un bloqueo "importante" de los pagos de las empresas, los ciudadanos y las autoridades rusas, como explica a EL ESPAÑOL-Invertia Òscar Elvira, director del Máster en Banca y Finanzas de la UPF Barcelona School of Management (o UPF-BSM). Reconoce, sin embargo, la dificultad para conocer el impacto real debido a que la información sobre Rusia llega "a cuentagotas" o ni llega, debido principalmente a la censura de los medios de comunicación.

Una situación que, con todo, Rusia ha intentado sortear a través de dos vías. La primera, los canales financieros alternativos a SWIFT en los que el país dirigido por Putin ha ido avanzando durante los últimos años, concretamente desde la anexión forzosa de la península de Crimea (2014), para no quedarse colgado en el caso de ser sancionado, como así ha sido.

Son, principalmente, el SPFS (Sisteme Peredachi Finansovykh Soobshchenii), creado por la propia Rusia, y el CIPS (Cross-Border Interbank Payment System), su homólogo chino. Estos dos canales permiten a Rusia seguir conectada financieramente a nivel internacional pese al golpe de SWIFT.

La segunda vía han sido la suscripción de "acuerdos comerciales con China, Arabia Saudí o Siria, países que se salen del orden internacional", como explica Elvira, que añade que "tiene que haber habido una serie de transacciones [con estos países], aunque no estén confirmadas". Mientras estas economías permitan el comercio con rublos, Rusia obtiene una vía para salir de su aislamiento financiero.

Ciudadanos afectados

"La mayor dificultad del tema de SWIFT es el tema operativo, que [los rusos] no pueden ni cobrar ni pagar a nivel internacional al resto de bancos del sistema", explica Elvira. Una dificultad que se sufre también a nivel individual.

Para los ciudadanos rusos que viven fuera de su país está siendo un problema el hecho de no poder mover sus activos debido a las sanciones internacionales. Un ejemplo es la imposibilidad para mantener sus viviendas en países como España. En consecuencia, como explica el profesor de la UPF-BSM, muchos ciudadanos rusos se están refugiando en países como Emiratos Árabes Unidos, que acepta el rublo como moneda de pago.

En cuanto a la Unión Europea, la expulsión de los bancos rusos de SWIFT le afecta en tanto en cuanto dificulta el comercio con empresas rusas ante la imposibilidad de hacer transacciones, si bien es cierto que en el caso concreto de España el impacto es muy limitado por su baja exposición a Rusia.

El último paquete de sanciones aprobado por la Unión Europea, además de incluir el embargo al petróleo ruso, incorpora la desconexión de SWIFT del principal banco ruso, Sberbank, que por sí solo representa el 37% del sector bancario del país.

Una medida que se había ido retrasando desde el inicio de la guerra, especialmente por el interés de Alemania en no poner en riesgo las transacciones relacionadas con la energía y proteger el suministro. Ahora esa barrera se ha saltado y el impacto financiero sobre Rusia será a todas luces mayor.

Asimismo, un problema serio al que se enfrenta la Unión Europea tras la expulsión de los bancos rusos de SWIFT es el riesgo de que, como castigo, desde Rusia se dirijan ciberataques, ya sea a las entidades financieras o a las administraciones. De hecho, las sanciones a Rusia han elevado los ciberataques promovidos por Moscú para robar bancos, empresas y criptomonedas.

"No sabemos exactamente cómo ha sufrido la economía rusa ni cuánto va a aguantar. Me temo que no mucho", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Ana Sofía Cardenal, profesora agregada de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La experta explica que llegará un momento en el que Rusia, afectada por el desgaste militar y las sanciones económicas, preferirá negociar a continuar con la guerra, dado que "se está aislando cada vez más a Rusia económicamente, políticamente y militarmente".