Christine Lagarde, durante una comparecencia en la Eurocámara.

Christine Lagarde, durante una comparecencia en la Eurocámara.

Bancos centrales

Lagarde cuenta las horas para dar más cuerda al "piloto automático" del BCE

Un mes después de su "recalibración" de estímulos, la sombra de una recuperación más lenta de lo previsto sobrevuela en la entidad central.

20 enero, 2021 01:38

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La máquina del tiempo en la que el Banco Central Europeo (BCE) convirtió su caja de herramientas en diciembre tiene este jueves su prueba de fuego. Los mercados no esperan novedades de la primera reunión del año de la institución monetaria y esta es precisamente la compleja tarea que su presidenta Christine Lagarde tiene por delante.

En un momento en el que la cautela se ha apoderado de los mercados, cualquier tropiezo en el discurso de Lagarde podría desembocar en una fuerte volatilidad. Un resultado poco conveniente después de la euforia vivida en la recta final del ejercicio pasado y justo cuando un informe tras otro pone en duda la potencia de la recuperación económica que se venía asociando a la llegada de la vacuna contra la Covid-19.

Desde una de las mayores gestoras de renta fija del mundo lo tienen claro. El gestor Konstantin Veit, de Pimco, es contundente en señalar que no espera del BCE otra cosa que se mantenga “en hibernación”. En otras palabras, “con el piloto automático” tras la detallada definición que en diciembre hizo de su hoja de ruta.

La clave de las compras

En este sentido, considera clave que la institución sepa insistir en el mensaje de que el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés) “es el instrumento adecuado para el control laxo de la curva de tipos”. Especialmente en un contexto en el que los riesgos para las perspectivas macroeconómicas siguen siendo “elevados”, como de hecho han reconocido distintos miembros del directorio del propio BCE.

Los últimos datos publicados por la institución radicada en Fráncfort señalan que apenas se ha consumido un 42,2% del actual presupuesto del programa, que tras su última ampliación ha alcanzado una dotación total de 1,85 billones de euros. A juicio de los expertos, estos números se traducen en carga más que suficiente para que la bazuca pueda dar en el blanco de cualquier repunte de inestabilidad sin necesidad de retoques.

Más allá del volumen disponible, con unos plazos de inversión que actualmente abarcan hasta el año 2023, los analistas advierten de que un cambio de coordenadas sería poco conveniente para salvaguardar la frágil estabilidad de los mercados. Y es que un mes les resulta demasiado poco tiempo como para presentar enmiendas a la esperada “recalibración” de estímulos que el BCE se encargó de señalar con un mes de antelación.

Con estas premisas, la tarea de Lagarde para este jueves no es otra que dar más cuerda a la máquina del tiempo que estrenó en diciembre. Ulrike Kastens, economista de DWS, señala que la exministra francesa debe evitar “cualquier signo que pueda ser interpretado como restrictivo o como un cambio en la comunicación”.

Pisar el acelerador

La experta de la gestora del grupo Deutsche Bank explica que este giro sería más que contraproducente. Y no solo por la agitación que generaría, sino sobre todo porque la clave está en insistir en que, como ella cree, “el PEPP es suficiente” y hasta cuenta “con una especie de margen de seguridad” en el caso de que las expectativas de recuperación económica vayan a peor.

El economista sénior de Aberdeen Standard Investments, Paul Diggle, señala en este sentido que la primera medida a implementar pasaría simplemente por “acelerar el ritmo de las compras” de deuda en el mercado secundario. Y es que el BCE ha rebajado su ritmo en las últimas semanas al calor de las previsiones de recuperación insufladas con las vacunas, pero también ha demostrado que está más que listo para salir al rescate en casos de mayor necesidad.

El 'número dos'

Uno de los ejemplos más claros en esta línea está en los números que el vicepresidente de la entidad central, Luis de Guindos, ha desvelado recientemente.

El mismo que permanece en un discreto segundo plano en las conferencias de prensa mensuales de la institución reveló hace solo unos días que las adquisiciones de deuda soberana española sumaron más de 120.000 millones de euros a lo largo de 2020. Una cifra abultada de por sí pero que lo es más si se tiene en cuenta que fue incluso superior a la emisión neta del Tesoro Público a lo largo del pasado ejercicio.

Para el economista jefe de Axa IM, la cita de este jueves no pasa de ser una oportunidad para que Lagarde certifique que la maquinaria del BCE sigue engrasada y que a la “recalibración” de diciembre le queda cuerda suficiente. “La verdadera prueba de fuego llegará más tarde, una vez que la economía se haya estado normalizando durante varios meses”, advierte. Y para eso, las últimas previsiones aseguran que todavía quedan meses.