Botellas de vino en una imagen de archivo.

Botellas de vino en una imagen de archivo. David Zorrakino Europa Press

Economía

España afronta una nueva vendimia corta, pero esta vez no inquieta a las bodegas: sólo el consumidor elevará el precio

La cosecha vuelve a venir corta, pero la estabilidad del consumo interno y la caída en exportaciones pueden generar un paradójico equilibrio.

Más información: Las bodegas europeas reclaman dejar fuera al vino del arancel del 15% pactado con EEUU por el “grave impacto” en el sector

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"Parece que siempre vamos con la misma música, pero cada año hay menos hectáreas de viñedo". Estamos a mitad de septiembre y Alejandro García-Gasco, responsable de viñedo de la organización agraria UPA, lanza la alerta sobre esta vendimia, aún no finalizada pero ya preocupante para los viticultores.

Porque de nuevo la cosecha de este año sea corta, por debajo de la media. Lo prevé la interprofesional del vino, que alerta del impacto de fenómenos meteorológicos adversos y de trastornos sanitarios como el mildiu, una enfermedad causada por hongos que ha hecho estragos en algunas zonas.

Es el caso del Marco de Jerez. La recogida ha concluido aquí con 35 millones de kilos de uva cosechados, un 45% menos que en la campaña anterior. Desde Cádiz se atribuye un 30% de la caída al mildiu; los 15 puntos restantes han sido provocados por la ola de calor del verano.

Lo de Jerez, en todo caso, es sólo un ejemplo. "La caída ha sido generalizada, sólo se libra Galicia", asegura García-Gasco. Con la vendimia en algunas regiones aún por terminar, sobre todo en Castilla–La Mancha, comunidad líder en producción de vino, UPA se atreve a estimar que esta vendimia será "la segunda peor" de este siglo.

Calcula que se producirán 34 millones de hectolitros, "lejos de la media de 40-43 millones de hectolitros". Pero este año pueden quedarse especialmente solos en su queja, porque la tranquilidad en las bodegas es prácticamente total.

Una copa de vino tinto.

Una copa de vino tinto. Europa Press

"Contamos con una cosecha corta... pero tampoco salvajemente corta", apunta a EL ESPAÑOL-Invertia José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino.

La voz de 950 bodegas asociadas de toda España apunta que ya se daba "por descontada" la caída de la cosecha y que la situación está lejos del dramatismo visto por ejemplo hace dos años en Cataluña, con algunas caídas de producción del 50% que afectaron especialmente al cava.

Un paradójico equilibrio

Varios elementos conspiran para que un recorte que se denuncia como grave por los viticultores sea, paradójicamente, vivido con normalidad por las bodegas. 

Un primer elemento es la propia maduración del vino. En el caso de los caldos de Jerez, el sistema de criaderas y soleras en el que se fundamenta, y que hace que se comercialicen vinos almacenados durante cuatro años y medio, hace que se "amortigüen" los golpes puntuales de las caídas de producción.

"Una cosecha corta es un problema para los viticultores, pero desde punto de vista de disponibilidad no es un problema grave", resalta César Saldaña, presidente del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda y Vinagre de Jerez.

Saldaña no cree que haya dificultad en atender la demanda de estos caldos; fuera del caso particular de Jerez, otro elemento a tener en cuenta es el stock, que parece robusto. Los datos más recientes de la interprofesional reflejan que las existencias de vino apenas han bajado un 1,4% durante la campaña concluida en julio y se sitúan en 30,6 millones de hectolitros.

Se puede dar, por tanto, hasta un cierto "alivio", conceden diferentes voces consultadas por este periódico, para seguir dando salida a un acumulado de existencias que, en el caso de La Rioja, dio algunos problemas de cabeza en 2024.

Aquí también se espera este año una cosecha más corta que en la anterior campaña, que se cerró con algo más de 276 millones de kilos de uva recogida, señala Alejandra Rubio Gil, directora técnica del Consejo Regulador de la DOCa Rioja.

Sin haber completado la vendimia, han recogido por ahora 93 millones de uva, de los que 60 millones son tinta. "Estamos muy contentos con lo que ha entrado en bodega y creemos que lo queda por recoger tiene muy buena perspectiva de calidad", asegura.

La tercera clave es el impacto de la guerra arancelaria de Donald Trump, que ha influido en la reducción de las exportaciones de vino español. Las ventas de vinos envasados, que son los que se exportan a EEUU, cayeron en los once primeros meses de campaña un 4,8% en volumen, hasta los 762,7 millones de litros, aunque facturaron un 0,1% más, hasta los 2.204,9 millones.

La incertidumbre ha hecho más daño en unos vinos que en otros. Saldaña sostiene que en las exportaciones de vinos de Jerez han caído más de un 20% en volumen en el primer semestre.

Subida de precios en manos del consumidor

Así las cosas, que haya menos uva no genera estrés en las bodegas. Los viticultores, en cambio, suben el tono de sus quejas: quieren que el precio al que les compran se eleve más de lo ya visto en las primeras semanas de vendimia para que puedan compensar el descalabro de la cosecha.

"Son subidas del entorno de un 10 o 15%, pero la reducción de la cosecha puede ser el 30%", insiste el responsable de viñedo de UPA.

Diferentes voces apuntan a este periódico que, en efecto, la situación está haciendo que escalen las negociaciones de uva de Rioja o Rueda y es especialmente acusado en la variedad blanca. ¿Van a llegar estas subidas a los consumidores?

El portavoz de los bodegueros desliza que, si bien cuando se produce una caída de la cosecha "se suele producir incremento de precios que puede ser paulatino" hasta llegar al cliente final, la casuística ya descrita puede evitarlo en el corto plazo.

"Esto va a depender mucho de la comercialización", asegura Benítez. Será el consumidor el que, con su demanda, establezca qué sube y qué no en lineales, y no las vicisitudes de la viña.

Por ahora, todo está estable en este campo, confirma la interprofesional: en esta campaña se han consumido en España 9,75 millones de hectolitros, prácticamente lo mismo en el periodo anterior y dentro de los parámetros que se observan desde noviembre de 2022.

Solo un dato sobresale. Contraviniendo las tendencias mundiales de mayor preferencia por los blancos,  el consumo de tintos y rosados en nuestro país ha avanzado un 6% en esta campaña, mientras que el de los caldos blancos se ha reducido un 7,8%.