Una infraestructura energética en China.

Una infraestructura energética en China. Europa Press

Economía

La guerra amenaza ya con salpicar el crecimiento de China y refuerza la tesis de que Pekín media por la paz

China, el mayor importador de petróleo y gas del mundo, no puede arriesgarse a crecer menos del 5,5% prometido en 2022.

9 marzo, 2022 03:20

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Camino de que se cumplan dos semanas desde el inicio de la invasión a Ucrania y con más de 1,5 millones de refugiados, Europa y Estados Unidos miran a China con la esperanza puesta en que la República Popular aumente sus esfuerzos de mediación en el conflicto para frenar a Vladímir Putin. El gigante asiático siempre ha velado por sus intereses nacionales y, por tanto, un elemento clave para intuir cuál será su posición es analizar las repercusiones que puede tener para los chinos que se prolongue esta guerra.

En el plano económico, ya hay señales que indican que la invasión rusa se ha convertido en una amenaza para la economía china. No por su impacto directo, pero sí por el indirecto. Estos daños colaterales -que los economistas están evaluando en este momento- podrían estar detrás de la disposición que ha mostrado Pekín a mediar en este conflicto, aunque el país sigue siendo un socio importante para Putin.

El Gobierno chino se ha marcado como meta crecer este año un 5,5%, tras crecer un 8,1% en 2021. De cumplirse este objetivo, sería el avance del PIB más bajo desde hace 30 años [sin incluir el primer año de la pandemia], según los datos recogidos por el columnista de EL ESPAÑOL-Invertia, Juan Ignacio Crespo, en su newsletter. Sin embargo, ya hay firmas internacionales que consideran que pensar hoy en ese crecimiento es demasiado optimista.

Es el caso de Barclays que, en un reciente informe para los inversores, recortó el avance previsto para el PIB de China en 2022 hasta el 4,5% como consecuencia de la convulsión que esta guerra ha provocado en el mercado de las materias primas y la energía.

China es el mayor importador de petróleo del mundo. Esto hace que la forma en la que el barril de crudo se ha disparado en las últimas dos semanas sea un peligro para su economía. 

Según los datos de Reuters, las importaciones chinas de petróleo en 2022 podrían alcanzar los 12 millones de barriles por día. Esto representa cerca del 14% de la demanda mundial, aunque ese peso va en aumento, dado que China es el único país que parecía encaminado a incrementar año tras año esas compras de crudo en un planeta que está girando hacia las energías verdes, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (IAE).

Además, China es también el mayor importador mundial de gas natural licuado, tras aumentar sus compras en 2021 un 17,8%. Precisamente, ese aumento de la demanda china estuvo detrás de las subidas que experimentó el gas el pasado año, pero muestra que a su Gobierno no le interesa tampoco que estos precios sigan disparados, ya que penaliza su competitividad económica.

Con esta dependencia energética, el encarecimiento del petróleo en los mercados -que ya supera los 130 dólares el barril- y del gas son una amenaza para el crecimiento chino. Con el problema añadido de que para sostener su desarrollo y poder dar respuesta a los voluminosos flujos migratorios que hay en el país, para las autoridades de Pekín representa un problema registrar un crecimiento bajo, como lo es para ese país el 5,5% que han prometido sus autoridades pero que algunos analistas cuestionan ya dado el complejo contexto global.

Y esto en un momento en el que también la inflación va a afectar a su economía. Según el citado informe de Barclays, la guerra ya habría tenido un impacto en la inflación china de 30 puntos básicos, lo que lleva a esta firma a elevar su previsión de IPC para 2022 hasta el 2,3%.

Pero este no es el único problema que preocupa al presidente Xi Jinping. También como socio comercial de Occidente, las revisiones a la baja del crecimiento mundial que se dan ya por seguras son un problema para el coloso de Asia, acostumbrado a nutrir de componentes a muchos socios comerciales.

Sin embargo, estas dudas que el conflicto plantea para Pekín en el frente económico, son compatibles con el deseo de China de apoyar a la economía de Rusia, siempre que sea con inversiones que no supongan pérdidas para su economía. De ahí que, según adelantó Bloomberg, en este momento esté estudiando salir al rescate de empresas como Gazprom y de otras firmas rusas que están sufriendo las consecuencias de las sanciones o desinversiones de Occidente.

No obstante, el apoyo que las autoridades asiáticas pueden prestar a Moscú en materia económica es limitado. Como ya ha advertido el economista Paul Krugman en un artículo en The New York Times, Pekín no tiene capacidad para rescatar la economía rusa en esta situación de aislamiento internacional.

Si desde el punto de vista económico, prolongar esta guerra no es del todo favorable a los intereses de China, desde el punto de vista geopolítico, el poner en cuestión la vigencia de las fronteras es algo que también podría preocupar a Pekín.

De ahí que a China le pueda interesar ahora frenar la guerra mucho más que prolongarla, lo que es una esperanza para Occidente que no ha dejado de mirar los movimientos de Xi Jinping en las últimas semanas. De hecho, su abstención en la votación de la ONU en la que se condenó la invasión de Ucrania fue un balón de oxígeno para las potencias aliadas frente a Putin. Ahora, la globalización que une a todas las economías del planeta y que fue demonizada durante la pandemia se ha convertido en otro arma para Occidente en esta guerra económica contra a Putin.