Imagen de Moscú.

Imagen de Moscú. Pixabay

Economía

Las bolsas advierten del daño de una guerra para la que Rusia lleva adaptando su economía desde 2014

Putin se ha acercado a China y ha reducido la exposición de la banca rusa al dólar tras sanciones que Occidente impuso por el conflicto de Crimea.

15 febrero, 2022 02:55

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Desde que comenzó la escalada de tensión entre Occidente y Rusia por Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea han tratado de hacer ver que cuentan con el arma poderosa de las sanciones económicas contra Moscú para tratar de evitar la guerra. El presidente ruso, Vladímir Putin, sabe bien a lo que se enfrenta porque ya hay un precedente: las sanciones a las que se sometió su economía en 2014, tras la anexión de Crimea.

En estos años, una parte de la economía rusa se ha preparado para estar menos expuesta a las sanciones de Occidente y ha reforzado sus lazos comerciales con China. Además, Putin es consciente del poder que tiene sobre Europa por la dependencia energética de los países del norte de su gas. Sin embargo, ninguno de estos elementos es suficiente para blindar del todo a la economía rusa de los efectos de un aislamiento internacional como el que tendrá que afrontar si consuma su amenaza bélica.

Un daño económico que llegaría tras los estragos de la pandemia y que es un aliciente para buscar un acuerdo que los mercados cada vez ven más complicado, como lo prueba el desplome que sufrieron las bolsas este lunes tras la advertencia de Washington de que la invasión de Ucrania podría ser inminente.

"La escala del daño [económico] que se podría provocar si el conflicto se intensifica indica que ambas partes deberían tener un incentivo para encontrar una solución. Sin embargo, dadas las crecientes hostilidades, es difícil descartar un mal resultado", advierten los analistas de Goldman Sachs en un informe en el que reconocen que las consecuencias económicas de este conflicto saltarán las fronteras de Rusia y Ucrania.

Este mensaje explica la reacción que tuvieron los mercados este lunes ante la posibilidad de un conflicto bélico en Ucrania. En el caso del Ibex 35 perdió un 2,6% y la prima de riesgo superó los 100 puntos por primera vez desde junio de 2020. No obstante, el movimiento de pánico se vivió en todas las bolsas europeas y también en Wall Street, que abrió con pérdidas.

La crisis también afectó al mercado de las materias primas y provocó subidas en el gas natural (por los problemas de suministro que pueden venir) y del oro, el activo refugio de los inversores por excelencia en tiempos convulsos.

Precedente de 2014

La intervención militar en Crimea en 2014 ya tuvo un coste económico importante para Rusia por las sanciones que la comunidad internacional impuso al país. Sin embargo, esas penalizaciones sirvieron a Moscú como 'ensayo general' en la medida en la que en estos años, Putin ha ido reduciendo su dependencia de Occidente como respuesta para hacer menos vulnerable su economía.

En aquella ocasión, se decidió restringir la financiación externa de Rusia. Las consecuencias afectaron tanto a las autoridades rusas como a los bancos y empresas del país. Sin embargo, esos problemas financieros obligaron a esos agentes económicos a reaccionar, lo que hace que la capacidad de presión de Estados Unidos a Rusia, sea ahora menor que hace unos años, según reconoce Goldman Sachs.

"Hasta cierto punto, Rusia se ha preparado para ello, diversificando la denominación de sus activos y pasivos extranjeros y su comercio fuera del dólar, así como estipulando el uso de monedas alternativas en muchos de sus contratos", advierten los analistas del citado banco de inversión, que recuerdan que hay inversores occidentales que poseen ese tipo de instrumentos financieros y se verían afectados.

De acuerdo con Reuters, las sanciones que están sobre la mesa en este momento se dirigen sobre las oligarquías rusas y las exportaciones. La gran banca del país también estaría en el foco, aunque por ahora, la medida más dolorosa de todas, la de excluir a los bancos del sistema SWIFT (la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales) no figuraría entre ellas.

Actuar sobre la banca sería una sanción dañina, pero afectaría a toda la ciudadanía (como se comprobó en la crisis financiera de 2008). Es por esto por lo que la medida podría ser contraproducente y reforzar un sentimiento antiamericano en la sociedad rusa, algo que de acuerdo con The New York Times preocupa a la Casa Blanca.

Sanciones comerciales

Por tanto, más allá de las decisiones que se puedan tomar en materia financiera, parece seguro que habrá sanciones comerciales. Según la citada información de Reuters, éstas podrían afectar a componentes que produce la industria rusa para sectores como la tecnología y las armas. 

Sin embargo, desde la crisis de Crimea hasta hoy, Rusia también se ha protegido mejor de estos efectos al reforzar sus lazos comerciales con China.

El presidente ruso, Vladimir Putin, conversa con el presidente chino,  Xi Jinping, en diciembre de 2021.

El presidente ruso, Vladimir Putin, conversa con el presidente chino, Xi Jinping, en diciembre de 2021. Europa Press

De hecho, desde 2013 hasta 2019 (año anterior a la pandemia), el peso de Europa en las exportaciones rusas ha disminuido un 11%. Ese desplome se ha compensado en buena medida con un aumento del 8% en el porcentaje que representa China. Algo similar ha ocurrido con las importaciones.

Todo esto, en una economía que Goldman bautiza como un 'Leviatán de las materias primas' por su participación en la producción de energía, metales y agricultura.

De hecho, como señala la economista María Blanco hay una lista de materias primas esenciales para la producción de muchos bienes de valor añadido de las economías occidentales, con lo que las sanciones también dañarían a los sancionadores.

Europa y el gas

Precisamente, la alta dependencia energética de Europa del gas procedente de Rusia es una de las armas que Putin está utilizando para exhibir fuerza en esta fase del conflicto.

Un 40% del gas que utiliza la Unión Europea procede de Rusia y el 34% de esa cantidad, llega a través del gasoducto de Nord Stream. Estas exportaciones son también una fuente de ingresos para los rusos. Sin embargo, la amenaza de Washington de poner fin al proyecto Nord Stream 2 si se produce una guerra tampoco parece ser decisiva para el Kremlin, aunque es seguro que ya han hecho cálculos sobre su impacto.