La pérdida de importancia del factor trabajo frente al cambio tecnológico, la caída de la productividad de las economías, las crecientes restricciones comerciales y la fuerte tendencia de los gobiernos a crear nuevos impuestos son algunas de las tendencias que asoman en la economía mundial para 2017.

Así se pudo constar en la reunión anual de la American Economic Association (AEA) en Chicago (EEUU) donde se dan cita a comienzos de cada año para presentar sus trabajos los economistas más relevantes de las universidades norteamericanas. Estas son las diez tendencias más relevantes de las que se ha hablado este año:

1.- El estancamiento del crecimiento global a largo plazo: Aún se sienten los ecos del debate abierto en 2013 por Lawrence Summers cuando resucitó la idea del "estancamiento secular" (secular stagnation) concebida por el economista Alvin Hansen en los años 1930 para referirse a una etapa de muy bajo o nulo crecimiento. La convergencia de las economías desarrolladas y emergentes en niveles de crecimiento que van a situarse en torno al 2% en los próximos 40 años es un hecho asumido por la mayoría. Pero lo que ha mejorado notablemente en los últimos años es la comprensión sobre lo que está ocurriendo con los elementos que impulsan el crecimiento.

Olivier Blanchard, ex economista jefe del FMI, sigue estudiando el bajo crecimiento de la demanda global (un 2,1% desde 2010 pese a las tasas de interés cero) y cree que ésta se debe a las políticas de consolidación fiscal, al desapalancamiento de la banca y al endeudamiento de los consumidores. Blanchard sigue sin incorporar en su análisis cambios estructurales como el envejecimiento. Hoy hay más gente mayor en el planeta y tienen en sus manos una parte importante de los recursos económicos, pero su propensión al gasto es menor. Blanchard dice que la gente no gasta porque está protegiéndose ante una etapa de bajo crecimiento.

2.- La productividad del trabajo está declinando.

Un elemento crítico en la mejor comprensión de lo que está pasando con la economía tiene que ver con el trabajo. La productividad de este factor, medida en horas trabajadas y en la calidad del capital humano, está declinando de manera significativa, sobre todo en las economías avanzadas. Aunque si sólo se mide el último lustro se nota un aumento en las horas trabajadas en las economías avanzadas, esto se debe a que se está recuperando parte del empleo destruido con la crisis financiera de 2008. Dale Jorgensen, profesor de Harvard, cree que aunque el número de horas trabajadas se incrementará en el periodo 2015-2025 en relación a 2005-2015, la productividad de los trabajadores se ralentizará en el futuro respecto del pasado inmediato.

3.- La contribución del trabajo al PIB está desapareciendo y la productividad está tomando el relevo.

Por un lado, la contribución del trabajo al crecimiento del PIB está declinando, pero, por otro, la productividad total de los factores está tomando el relevo y cubriendo el hueco. Esto se debe al envejecimiento de la población que comprime el porcentaje de población activa disponible y a la incorporación de nuevas tecnologías, especialmente la robotización. Ambos factores conspiran para que el factor trabajo sea cada vez menos relevante.

Su lugar lo está ocupando la Productividad Total de los Factores (PTF), que grosso modo es la forma en que una economía combina con eficacia el capital y el trabajo. Un estudio de McKinsey proyecta una progresiva desaparición del factor trabajo y su relevo por un importante aumento en el futuro de la PTF.

4.- Pero la PTF también está cayendo:

Sin embargo, los últimos estudios detectan que la Productividad Total de los Factores (PTF) también está cayendo. Barry Eichengreen sostiene que estamos viviendo un episodio de pérdida de productividad global. En 2015, la PTF a nivel mundial cayó un 0,3% después de haber crecido cero los tres años precedentes. Hasta China sufrió una caída de productividad (-1,3%) en 2015 después de haberla aumentado un 2,3% entre 1999 y 2005. La productividad también se redujo en otros países emergentes como India, México o China. Eichengreen sostiene que hay episodios cíclicos de pérdida de productividad. En un estudio reciente ha identificado cuatro en los últimos 50 años: uno a principios de los años 1970, otro a finales de los años 1980 y hasta 1995, otro coincidiendo con la crisis asiática del cambio de siglo y otro que empezó un poco antes de la crisis de 2008 (ver gráfico abajo).

Dale Jorgensen discrepa de que el fenómeno de la pérdida de productividad sea global y sostiene que la incertidumbre que la rodea es una de las claves del futuro. Jorgensen coincide en la pérdida de peso del factor trabajo en el crecimiento económico, pero en cambio cree que hay que dividir el capital en dos: el tradicional y el originado por las tecnologías de la información (TI). Para él, la ralentización de la innovación es un factor clave. La aportación del capital basado en las TI es menor y está siendo suplido por el capital tradicional. “El boom de las TI está a punto de acabar”, advierte y nadie sabe por dónde vendrá el próximo empujón tecnológico si es que lo hay.

5.- La caída de la participación del trabajo en el ingreso nacional es inversamente proporcional al incremento de la desigualdad:

Fue Thomas Piketty el que con su obra El Capital en el Siglo XXI llamó la atención sobre la pérdida de relevancia el trabajo en el ingreso nacional, aunque ya varios economistas lo habían señalado. Hasta hace unos años se creía que esta proporción era una constante. Pero en los últimos 40 años, la participación de los salarios en el ingreso nacional en EEUU pasó de poco más del 65% al 60% en 2014. Esto significa que los hogares tienen menos renta.

Hay varios argumentos que se citan para esta caída, desde la pérdida de poder de los sindicatos y la liberalización de los mercados de trabajo, hasta la innovación tecnológica que estaría escorada a reemplazar más trabajo que capital. El resultado, subrayado por Piketty, es que la reducción de la participación de los salarios en la renta nacional es inversamente proporcional con el incremento de la desigualdad.

6.- Las restricciones al comercio global están aumentando:

En junio de 2016, la Organización Mundial de Comercio (OMC) emitió una alerta indicando que ese mes se alcanzó el mayor número de restricciones al comercio internacional desde que en 2009 se creó el sistema de vigilancia. En los siete meses comprendidos entre octubre de 2015 y mayo de 2016, los países del G-20 adoptaron 145 medidas que obstaculizan el comercio, 21 por mes. A cambio sólo se adoptaron 100 medidas a favor de la liberalización de los intercambios, 14 por mes. 

7.- La pobreza se está reduciendo pese a que la población mundial aumenta:

Por primera vez la extrema pobreza en el mundo representa sólo un dígito de la población mundial. Las proyecciones del Banco Mundial indican que en 2015 la población bajo el umbral de la extrema pobreza (menos de 1,9 dólares diarios) se situó en el 9,6% de la población mundial. Este hito, que debía alcanzarse en 2020, permite mirar con optimismo el objetivo que se ha fijado el Banco Mundial de que la extrema pobreza en 2030 se sitúe en el 3% de la población mundial.

8.- Los tipos negativos han alimentado burbujas en sitios que no sabemos:

Existe un consenso global de que los tipos cero o negativos impuestos por la Reserva Federal y algunos bancos centrales han provocado el surgimiento de burbujas de activos. En algunos países como EEUU, esa burbuja está en el sector de las hipotecas y los activos inmobiliarios. En otros mercados está en la bolsa y en otros en los títulos de deuda (pública y privada). La mayoría de los expertos cree que la reversión de esta política monetaria puede provocar una inestabilidad importante en los mercados.

9.- La deuda en dólares de los países emergentes es una amenaza:

Los países emergentes tienen la mayoría de su deuda emitida en dólares. En noviembre pasado, los inversores internacionales liquidaron más de 6.600 millones de esos títulos en pocos días, lo que puso de manifiesto que si los tipos de interés comienzan a subir en EEUU el efecto sobre los emergentes será doble: por un lado, el dinero saldrá de sus países para situarse en EEUU y por otro, su deuda se multiplicará al revalorizarse la divisa norteamericana.

Se calcula que las empresas de los países emergentes han emitido deuda por 340.000 millones de dólares con vencimiento en 2018. Según el Banco de Pagos Internacionales, los mercados emergentes acumulan deuda por 3 billones de dólares.

10.- Un futuro de más impuestos y regulaciones:

“La confianza en la economía global sólo se mantendrá con una mayor protección legal y con más regulaciones por parte de los gobiernos y de acuerdos internacionales”. Esta es la convicción que asiste al premio Nobel de Economía de la Universidad de Chicago Roger Myerson, quien cree que la extensión del progreso económico y de los sistemas descentralizados y democráticos de gobierno por todo el planeta pondrán a prueba los límites del planeta. Por eso propone desterrar la idea del “crecimiento eterno” e intercambiarlo por sostenibilidad. “Si admitimos con honestidad que recibir las bendiciones de la moderna tecnología implica que debamos ceder una parte del crecimiento económico de nuestro tiempo, este es un precio que deberíamos aceptar pagar con toda normalidad”