Hay un concepto de la teoría de la negociación que está en la boca de todos los políticos españoles estos días: Batna, best alternative to a negotiated agreement, es decir la mejor alternativa a un acuerdo negociado. Batna es la mejor opción que tiene una de las partes si fracasan las negociaciones. No es lo mismo que fijar un mínimo, que es un concepto mucho más rígido, o que no negociar, que es otra alternativa.

En negociación, la Batna es crucial. Mientras mejor sea la alternativa de una de las partes al fracaso, mayor será su poder. La gente piensa que el poder en una negociación la dan los recursos (en el caso de la política española sería el número de escaños), cuando “el poder relativo de negociación entre dos partes depende primordialmente de lo poco atractiva que sea la posibilidad de no llegar a un acuerdo”, afirman los padres del concepto, Roger Fisher (fallecido en 2012) y William Ury.

En la actual situación, la convocatoria de nuevas elecciones es la alternativa a la falta de un acuerdo y define en parte la Batna que es un concepto dinámico. Si consideramos los resultados de la encuesta de GAD3 publicada este lunes por Abc, así como la de GAD3 de enero, la de Metroscopia y el barómetro del CIS de enero, la mejor Batna en este momento es la de Podemos, que es el partido que está en tendencia alcista en intención de voto. En cambio, la Batna del PP, que parecía muy buena en enero, se está deteriorando. Igual que le ocurrió al PSOE, aunque habrá que esperar a ver qué sabor de boca deja su actuación este mes. Mientras, la Batna de Ciudadanos mejora levemente.

Podría ocurrir que Podemos acordara un gobierno con el PSOE. En ese caso, no hay repetición de elecciones y la Batna del PP y de Ciudadanos varía. En ese caso, la Batna del PP podría ser la llamada "opción Aguirre", es decir apoyar al PSOE o al menos no rechazarlo, siempre que no se echara en brazos de Podemos.  

El líder de Podemos, Pablo Iglesias.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias. Dani Pozo

En las filas del PSOE se escandalizan porque Pablo Iglesias se proclama vicepresidente, organiza el gobierno de coalición, crea ministerios y secretarías de Estado y propone pactos sobre 79 altos cargos (en realidad 78 porque en su documento ha incluido uno que el PP nunca acabó de crear, el presidente del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales), arrogándose un poder que piensan que no tiene. Pero Iglesias conoce muy bien su Batna, la ha identificado y negocia a partir de ella.

Por eso presenta un programa de gobierno en el que propone realizar referendos por vías de dudosa constitucionalidad. Y un programa económico que es un homenaje al pensamiento mecanicista, cuyos autores creen que hay dos botones en el cuadro de mandos del Gobierno rotulados “crear empleo” y “aumentar ingresos”, y que basta con pulsarlos para que las cosas funcionen sin darse cuenta de que la economía es un “organismo vivo”.

Los números de Podemos no cuadran por la sencilla razón de que elevar la presión fiscal para recaudar 40.000 millones de euros adicionales tiene efectos sobre la actividad económica. La Fundación Civismo ha calculado que la subida supondría 500 euros por declarante del IRPF. Grosso modo, una subida que reporte 10.000 millones más de ingresos (para gasto no productivo) supone una merma del crecimiento del orden del 1% del PIB, lo que descoloca totalmente su cuadro macroeconómico. El impacto es menor si se actúa sólo sobre el IVA (el que además bajan) y mayor si se hace sobre las rentas de capital.

Y el efecto expansivo de su política presupuestaria (que cifran en 29.700 millones) es un auténtico prodigio (convendría conocer los supuestos de sus multiplicadores), tomando en cuenta que dicha expansión se basa en recuperar los “recortes” practicados al Estado de bienestar. Por mucho que prioricen “aquellas partidas que tienen un efecto multiplicador elevado sobre la actividad económica” será difícil un resultado óptimo como el que esperan. Además, hay estudios que indican que “en vez de tremendos recortes que llegan ya al hueso del Estado de bienestar, lo que vemos es más bien un extraordinario aumento de gasto hasta 2009 que sólo se ha revertido en parte desde entonces. Que el gasto público per cápita sea, tras estos años difíciles, similar en términos reales al que teníamos en 2007 significa que nuestros servicios públicos han contado con los medios para resistir la crisis mejor de lo que habitualmente se dice”.

Hay que destacar que los planteamientos económicos de Podemos al menos pretenden ser realistas (ahora intentan hacer los números), aunque aún presenten graves problemas de fondo. Se ve que han echado horas, aunque sus apoyos teóricos pertenezcan a la era de Newton y ya estamos en la del postrelativismo. Pero no hay por qué ignorarlos o demonizarlos. Han tenido buenos maestros que hemos pagado entre todos. Uno de ellos les enseñó a tener fe en los impulsos fiscales ilimitados y a creer en las cuentas de la lechera: Zapatero, hasta mayo de 2010. Otro a despreciar los efectos distorsionadores de las subidas de impuestos: Montoro, que en diciembre de 2011 prefirió subir el IRPF antes que el IVA.