Todos los fieles a esta columna saben de mis críticas anteriores a Broadcom y, en especial, a la compra de VMware que protagonizó hace no tantos añoss. Desde el inicio me hice eco de los temores a que la operación supusiera un frenazo a la innovación y una subida de precios galopante (como ha ocurrido), a que los CIO tendrían que buscar alternativas de forma apresurada (como ha ocurrido) y a que usaría su posición de dominio en la capa de virtualización para ejercer un 'lock-in' en toda regla (como ha ocurrido).
En esta ocasión, no les voy a sorprender por la crítica, aunque sí por el objeto de la misma. Por una vez, VMware no es el problema, sino que lo es el negocio originario de Broadcom y, en concreto, sus planes de crecimiento y expansión. Con el añadido de que el perjudicado principal será el conjunto de España y que, además, podemos cuantificar el daño: 1.000 millones de dólares (850 millones de euros al cambio actual).
Me refiero al abandono por parte de la multinacional de sus planes para instalar una fábrica de ensamblaje de chips en nuestro país, presumiblemente en Aragón. Anunciada a bombo y platillo en 2023, era uno de los (pocos) hitos del PERTE Chip del Gobierno y una de las muestras de buena voluntad de Broadcom hacia un territorio que ha descuidado de forma sistemática. También
No están claras las razones detrás de esta decisión. Algunos aluden a la incertidumbre geopolítica actual, otros a una postura más conservadora si cabe de Broadcom respecto a invertir dinero, pero según se cuenta en los mentideros del sector sería la falta de diálogo entre el Ejecutivo de Pedro Sánchez y la compañía lo que habría hecho encallar el proyecto.
Recordemos que la inversión se anunció en tiempos de Nadia Calviño como ministra y que, con la llegada de Óscar López, el sustituto de Escrivá al frente de estas lides, las negociaciones ya llevaban tiempo paralizadas. Obviamente, cuando este medio quiso saber la posición del Ministerio de Transformación Digital al respecto recibimos un 'sin comentarios' por respuesta, de esos que por la incomodidad de la conversación más extensa denotan mucho más de lo que dicen.
Las reacciones no tardaron en llegar: la Asociación Española de la Industria de los Semiconductores ha “lamentado profundamente” la decisión de la tecnológica de no seguir adelante con la inversión" y ha señalado directamente al Ejecutivo patrio de la culpa en estos asuntos, al pedirle "revisar y agilizar los mecanismos que rigen la atracción de inversiones de esta magnitud”.
Sea como fuere, una de las estrellas del PERTE Chip ha implosionado y Broadcom suscita más dudas sobre su estrategia de futuro. Hoy por hoy, los únicos damnificados somos todos los españoles que podíamos contar con una planta de este tipo en nuestro territorio, con la relativa autonomía estratégica que ello nos otorgaba. Y, por supuesto, los pobres funcionarios del Ministerio, que deben eestar buscando a toda prisa cómo sellar algún acuerdo que salve los muebles (o, al menos, la imagen de cara a la galería) del desastre que han protagonizado con este 'macroproyecto tractor' de los semiconductores...