Vivimos una “alarmante tasa de desaceleración del desarrollo mundial”, según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado esta semana. ¿Podría la IA reactivarlo? Es la gran pregunta que plantea una de las publicaciones insignia de la ONU.

El informe contiene el índice de referencia a nivel de desarrollo global (IDH), cuyos datos revelan las peores cifras de los últimos 35 años. Un mazazo frente a las expectativas de crecimiento que tenía el PNUD, cuya expectativa era alcanzar un elevado nivel de desarrollo en 2030. Este hito ahora podría retrasarse décadas, según su director, Achim Steiner.

No solo se estanca el desarrollo en todas las regiones del mundo, sino que sigue creciendo la desigualdad entre los países más y menos desarrollados. Algo que representa “Una amenaza muy real para el progreso global”, afirma Steiner, que apunta a un mundo “menos seguro, más dividido y más vulnerable a las crisis económicas y ecológicas”.

Achim Steiner, director del PNUD.

Achim Steiner, director del PNUD.

¿Y qué pinta la IA en todo esto? "En medio de esta agitación mundial, debemos explorar urgentemente nuevas maneras de impulsar el desarrollo".

Consciente de que esta tecnología “no es la panacea”, la IA -dice- “abre nuevos caminos y posibilidades", que explora el informe del PNUD.

Encuesta global

El informe contiene una de las mayores encuestas recientes de opinión pública sobre la IA a nivel global, con más de 21.000 personas en 21 países. La mitad de los encuestados cree que su trabajo podría automatizarse, si bien la mayoría -sobre todo las personas de países con un IDH medio o bajo- espera que la IA tenga un impacto positivo en su empleo.

Esto podría explicarse en parte por el llamado ‘sesgo optimista’ (aunque reconozcamos que la situación macroeconómica está deteriorada, creemos que a nosotros sí nos irá bien) y por el calado de la narrativa tecnooptimista de las grandes tecnológicas.

El análisis del PNUD “deja claro que el tecnodeterminismo domina el discurso”, señala Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD. “Ante tanta promesa y tantas expectativas, el listón para la IA va más allá de ser simplemente una herramienta útil”, señala el informe.

Los resultados de la encuesta -dice PNUD- muestran que la gente está preparada para la adopción de la IA para reactivar el desarrollo. Cerca de uno de cada cinco encuestados afirma utilizarla. Y, en países con menor desarrollo, dos tercios prevén hacerlo el próximo año en lo relacionado con la salud, la educación o el trabajo (las tres dimensiones del IDH).

No tan positivos son datos relativos a la población más joven. Si bien lo más común hasta ahora era que tanto jóvenes como mayores manifestasen un mayor bienestar que las de mediana edad, esto ya no es así: la desesperanza entre los menores se ha disparado, y la satisfacción con la vida se ha hundido.

El patrón comenzó a cambiar hace unos 10-15 años, especialmente en los países más desarrollados, y en paralelo a una mayor adopción de los smartphones. Algo que, como señala el informe “ha puesto en el punto de mira a las tecnologías digitales”.

Elecciones frente a predicciones

Con los datos sobre la mesa, ¿qué hacer? Una clave del documento de la ONU es su posicionamiento frente a los ejercicios de prospectiva o de futurología, y frente a la narrativa de la inevitabilidad: “Tratar de predecir qué es lo que va a suceder no conduce a nada, ya que privilegia la tecnología dentro de un vacío de expectativas ilusorias por encima de las ásperas realidades y complicadas promesas en las que se mueve la capacidad de actuación del individuo y sus decisiones”.

Desde la perspectiva del desarrollo humano, la pregunta que hay que plantearse -prosigue- es qué decisiones pueden tomarse para que la IA responda a las necesidades de las personas. Es decir, poner el foco no en predecir el futuro, sino en construirlo con las decisiones que tomemos hoy. Como dice su propio título: “es una cuestión de elección”.

El informe describe tres áreas críticas de acción. La primera es construir una economía basada en la complementariedad, frente a una de sustitución humana. Propone la adopción de políticas que promuevan que la IA sirva para ampliar y mejorar el trabajo, y abrir el camino a nuevas industrias y a un mercado laboral más inclusivo.

La segunda área de acción es impulsar la innovación con intención. Usar la IA como método de invención y para ampliar las capacidades humanas. Que la innovación socialmente deseable se convierta en una nueva métrica de evaluación, junto con su rendimiento, capacidades o seguridad. Conceição cree que esto sería probablemente lo que tenga un mayor impacto a lo largo del tiempo.

Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.

Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.

El informe apunta que la carrera geopolítica por la innovación amenaza con dejar atrás a muchos países y a una gran parte de la población. “El paradigma de la competencia no hará que el mundo sea más seguro, mejor o más exitoso”, asegura Steiner en relación con la lucha por el liderazgo mundial de la IA. Frente a ello, aboga por la cooperación y el multilateralismo.

La tercera área de acción es invertir en las capacidades necesarias para la preparación de los estudiantes y de los profesionales. “Aprovechar el potencial de la IA para impulsar el desarrollo humano depende de la inversión en las personas, no solo en algoritmos”, señala. Esto incluye la modernización del sistema educativo, que incluya métricas como el desarrollo de una manera de pensar crítica, creativa y relacional, y que pase de un paradigma basado en los años de escolarización a uno de aprendizaje continuo.

También se señala la necesaria reforma de los sistemas sanitarios para satisfacer las demandas del siglo XXI. Tanto en el ámbito médico (tratamientos personalizados) como en el asistencial (integrando la herramienta para optimizar el tiempo de los profesionales sanitarios). Se hace hincapié en usar la IA “para mejorar y ampliar las intervenciones en educación y salud que se sabe que funcionan”, en lugar de “por el simple hecho de usarla”.

En lo medioambiental se habla de aplicaciones innovadoras de la IA para reducir las emisiones globales, mejorar los modelos científicos y adaptarnos a riesgos cambiantes, pero también de la inutilidad de estos avances si no hay la voluntad política colectiva necesaria para implementar estas soluciones a gran escala.

Aumentar la eficiencia energética -apunta el informe- no puede ser el único objetivo ni indicador, ya que los estudios muestran cómo esto conduce a un efecto rebote, al aumentar también el consumo. También han surgido efectos rebote en la IA. El sector tecnológico ya representa entre el 2% y el 3% de la demanda energética mundial, similar a la de la industria aérea, y se prevé que la demanda energética mundial de los centros de datos aumentará en un 160% en los próximos cinco años.

Menores y pantallas

En cuanto a cómo abordar la desesperanza e insatisfacción vital de los más jóvenes y su relación con las pantallas, el PNUD distingue tres etapas. En el caso de la primera infancia (0-5 años) se relaciona un tiempo excesivo de pantallas con hiperactividad, baja capacidad de atención, deterioro de las habilidades motoras y retraso en el desarrollo del lenguaje, entre otras, en correlación con cambios cerebrales.

Para ello proponen intervenciones como el acceso universal a alternativas de cuidado infantil asequibles que fomenten el desarrollo (por ejemplo, programas comunitarios) e informar a padres, pediatras y cuidadores sobre las pautas de uso de pantallas y los riesgos específicos para el desarrollo que este conlleva su uso excesivo.

En la etapa escolar, el informe destaca que una dependencia excesiva de chatbots con IA para los deberes escolares (descarga cognitiva) puede obstaculizar el desarrollo del pensamiento crítico, la escritura y la memorización. También puede aumentar las desigualdades, sesgos y brechas entre grupos socioeconómicos, étnicos o lingüísticos y mermar la inteligencia emocional y las habilidades sociales.

Frente a esto, se propone invertir en conectividad universal, dispositivos y formación docente para que la IA complemente (no sustituya) la enseñanza en el aula; informar a los estudiantes y a sus familias sobre las limitaciones de las herramientas de IA, enseñándoles cuándo y cómo usarlas responsablemente y cómo detectar sesgos algorítmicos, e incluir módulos explícitos sobre alfabetización y ética en IA en los currículos escolares e involucrar a los estudiantes en la evaluación de las tecnologías educativas y digitales.

En la etapa de la adolescencia se señala sobre todo el deterioro de la salud mental, el "doomscrolling" (el hábito de desplazarse por redes sociales sin sentido ni noción del tiempo), la pérdida de sueño, la comparación social y un aumento de la ansiedad, la depresión y el riesgo de trastornos alimentarios, especialmente entre las chicas. Se menciona cómo los filtros fotográficos y el contenido filtrado por IA promueven estándares de belleza perjudiciales que pueden exacerbar la dismorfia corporal.

Para abordarlo, se habla de la necesidad de colaboraciones público-privadas y subsidios para desarrollar e implementar medidas de seguridad en las redes sociales; informar a los adolescentes de las características adictivas de las plataformas y enseñarles a evaluar críticamente el contenido mediado por IA mediante currículos específicos.

Además, otro problema que afecta a los menores en todas sus etapas es el de la sobreexposición a daños online, el ciberacoso y la proliferación de imágenes de abuso sexual infantil y deepfakes, facilitada por la IA, que “magnifica las violaciones de los derechos de los niños y la revictimización, lo cual “provoca miedo, impotencia e ideas suicidas”

La IA puede ser parte de la solución: algoritmos adaptativos que detecten imágenes dañinas mediante patrones en los datos; herramientas de IA para ayudar a identificar y rastrear a los acosadores y /o abusadores. También se invocan diferentes artículos que comprometen a los Estados y a las empresas a proteger los derechos del niño y a la colaboración público-privada para inversión en herramientas que permitan ejercerlos.

Del papel al cambio real

Frente a las soluciones, también hay retos. El papel lo aguanta todo, pero la aplicación de muchas de las propuestas depende de superar desafíos históricos. Por ejemplo, el problema de los incentivos ante planteamientos como el de alinear la innovación socialmente deseable con la privadamente rentable, y añadir como métrica de IA su potencial para promover el desarrollo humano.

En un sistema capitalista que prioriza el aumento de la productividad, las ganancias y la reducción de costes, no hay motivaciones suficientemente fuertes para integrar dichas métricas: hay que inducirlas. Por otra parte, para que las soluciones propuestas sean transformacionales deben formar parte de abordajes sistémicos, o corren el riesgo de quedarse en parches de IA con un impacto limitado.

Por ejemplo, se propone que la IA reduzca las brechas de tiempo o recursos que educadores y padres tienen (sin reemplazarlos) para equilibrar las oportunidades para los estudiantes desfavorecidos. Sin embargo, la introducción de la herramienta en sí, de forma aislada, puede ser más problemática que beneficiosa, como han demostrado años de implantaciones fallidas de la tableta en las escuelas. El propio informe advierte del riesgo: “El desarrollo tecnológico no resolverá el problema por sí solo”.

Nada de esto será posible si no se cierran antes las brechas de conectividad eléctrica y a internet que aún persisten. Tampoco lo será si no se toman las decisiones adecuadas. En palabras de Steiner, el PNUD espera que este informe despierte interés en los países en desarrollo para que actúen ahora, que no sean pasivos ni queden relegados a meros observadores que no están invitados a la fiesta.

“Para muchos de ellos, la IA no es ni utopía ni distopía. Necesitamos alejarnos de esa narrativa tan polarizante. Esa no es la forma de tomar decisiones inteligentes: paraliza a la gente. Este informe es una invitación sin complejos a ejercer la iniciativa, también a nivel ciudadano. Se trata de las personas, de nuestras decisiones, no solo de las escalas globales u organizaciones: también de los líderes locales y comunitarios”, enfatiza el director de PNUD.

Si de ti dependiera, si te dieran a elegir entre usar la IA para aumentar el desarrollo humano o para frenarlo, ¿qué elegirías? La respuesta parece obvia -siempre lo ha sido- y, sin embargo, seguimos viviendo en un presente promesas tecnológicas incumplidas, desigualdades crecientes y freno al desarrollo que corren el riesgo de acentuarse.

Solo con medidas a la altura de un verdadero cambio será posible revertir esta dinámica: políticas que sitúen a las personas en el centro (de verdad), innovación orientada al bien común y capacitación y alfabetización generalizadas. Como dice Conceição, "las decisiones que tomemos en los próximos años definirán el legado de esta transición tecnológica para el desarrollo humano". Que sea para elevarlo o para detenerlo, está en nuestras manos.