Enrico Krog Iversen, director general de OnRobot.
La falta de mano de obra cualificada está siendo uno de los problemas que afrontan en el día a día las empresas españolas. Según los datos de la Encuesta a las empresas españolas sobre la evolución de su actividad, que publica trimestralmente el Banco de España, el porcentaje de empresas que perciben problemas de disponibilidad de mano de obra ha subido en el cuarto trimestre de 2024. En concreto, el informe apunta que el 44,2% de las empresas reconocen "la existencia de dificultades en este ámbito". La atracción de mano de obra extranjera ha sido, a menudo, una solución pertinente. Sin embargo, esta estrategia se enfrenta a serios retos.
Según el Think Tank Europe, la población activa de los 27 países de la UE se reducirá en 5,7 millones de personas de aquí a 2030, cifra que se espera que alcance los 15,3 millones en 2040, lo que corresponde a un descenso del 6,5%. España sigue la misma tendencia. Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, la mano de obra extranjera ha representado una parte importante del crecimiento del mercado laboral de España desde 2018. Entre las actividades que han experimentado mayores crecimientos de afiliados extranjeros destacan, entre otras, el almacenamiento, la reparación de vehículos o la industria manufacturera.
El debate, en la actualidad, se centran en cuál es el camino que hay que seguir. A la crisis demográfica interna de la UE se suma, además, el déficit de trabajadores cualificados para determinados sectores. En su publicación trimestral, el Banco de España apuntaba a mediados de 2023 que este problema de la falta de cualificación necesaria es más acusado en los empleos que requieren perfiles laborales con Formación Profesional media o superior y, por ramas de actividad, en la industria, la construcción y el transporte. ¿Debemos recurrir entonces a mano de obra de países no pertenecientes a la UE o buscarla internamente, por ejemplo, entre los trabajadores con más recorrido laboral?
Mientras se busca una solución a largo plazo, hay una alternativa obvia y mucho más sencilla: la automatización y la implantación robótica en actividades industriales. Son dos caras de una misma moneda, en la que la automatización ofrece una alternativa a la falta de mano de obra cualificada, con implementaciones que llegan a poder realizarse en un solo día.
La automatización de tareas repetitivas y manuales, como muchas de las que habitualmente se realizan en almacenes, talleres y otras industrias, aseguran una mayor productividad empresarial, mejores resultados financieros y una menor dependencia de la variabilidad de los recursos humanos. Esto proporciona a las empresas una ventaja global en un mundo extremadamente competitivo. Los datos de la Federación Internacional de Robótica corroboran esta tendencia: España triplicó el crecimiento de la UE en número de robots instalados en 2023: su implantación creció un 31% respecto a 2022, superando las 5.000 instalaciones, cifra que sólo había alcanzado en 2018. Y a pesar de ese crecimiento, la densidad de robots instalados en España por cada 10.000 trabajadores apenas supera la media mundial, y está lejos de ser de las más altas de la UE. ¿Pero qué puede estar motivando esta situación?
Una de las razones es que la columna vertebral de la economía española, las pymes, que representan el 99,8% de las empresas del país y un 66% del empleo por cuenta ajena, aún no ha adoptado la automatización robótica. Esto representa un enorme potencial sin explotar. Si no aumentan su nivel de automatización, las pymes españolas sencillamente no podrán mantener su competitividad internacional.
Si las pymes no siguen el ritmo de los avances, tienen garantizado quedarse rezagadas respecto a sus competidoras internacionales. La automatización no es sólo una cuestión de eficiencia; es una necesidad para sostener el crecimiento, la productividad y la innovación frente a la escasez de mano de obra.
Los robots no son cosa del futuro: ya están aquí y pueden resolver muchos de los retos a los que se enfrentan las empresas. Como ya se ha mencionado, España está desde hace años por encima de la media mundial de adopción de la robótica. En sectores como la automoción o el metal, los plásticos, los productos farmacéuticos y la alimentación, países como Corea del Sur, Singapur, Japón e incluso Eslovenia avanzan a pasos agigantados gracias a la fuerza y los conocimientos de la tecnología robótica.
Sin embargo, las pymes españolas dudan en hacer las inversiones necesarias para mantener el ritmo que están imprimiendo sus competidores en otras geografías. A pesar de los beneficios obvios del aumento de la productividad, la mayor automatización y la menor dependencia de mano de obra externa, muchas pymes no han explorado todavía la vía de la robótica. Al descuidar la adopción de nuevas tecnologías, con estrategias que evitan indudablemente el medio y largo plazo, corremos el riesgo de perder oportunidades de trabajo y, finalmente, puestos de trabajo, como consecuencia de la pérdida global de competitividad. Hagamos de la robótica un nuevo motor para el crecimiento de la empresa española.
***Enrico Krog Iversen es director general de OnRobot