Cada vez leo más sobre interesantes proyectos de I+D enfocados en encontrar maneras de capturar el CO2, de secuestrarlo. Es una tendencia global, especialmente notoria en EEUU gracias a los efectos de la IRA (Inflation Reduction Act). La verdad es que suena interesante, pero sigo pensando que es fundamental que nos metamos en la cabeza que una de nuestras principales obsesiones debe ser reducir las emisiones. 

No hace demasiado tiempo oí a una persona de la dirección de una gran petrolera comentar que la energía eléctrica está “ganando” la batalla para sustituir a los combustibles fósiles porque los gobiernos del mundo no están permitiendo que sean los mercados los que elijan. El mensaje está claro, sin neutralidad tecnológica por parte de los gobernantes es harto difícil discernir qué alternativa es mejor para cada uso. Algo relacionado con ello son las investigaciones que está haciendo la UE sobre si la producción de vehículos eléctricos asiáticos está subvencionada por sus países.

Una de las alternativas más cacareadas es el hidrógeno, ese gas incoloro que al ser quemado sólo emite agua, pero que dependiendo de su origen, de cómo se ha producido, puede ser intensivo en carbono.  Algo que, por otro lado, pasa con la producción de vehículos eléctricos y de sus componentes, sin ir más lejos las baterías de las que he hablado últimamente.

¿No os habéis preguntado nunca cómo es posible que el mayor fabricante de coches a nivel mundial haya errado apostando por el hidrógeno? Pues yo sí, de hecho soy de los que cree que las críticas que ha recibido Toyota son injustas. Parece que tenemos poca memoría y que olvidamos muy rápidamente que ellos fueron pioneros en vehículos híbridos hace unos 25 años. Más allá de que estoy seguro de que un monstruo de semejante tamaño tiene siempre abiertas distintas líneas de investigación, como ellos mismos han confirmado al desvelar que tienen muy avanzada (que no disponible) una nueva tecnología que permitirá crear baterías sólidas que podrían estar llamadas a ayudar a solventar varios de los problemas actuales.

Sea como sea, está claro que los vehículos eléctricos no son la única alternativa y que hay usos para los que tiene más sentido usar otras energías. No es lo mismo un coche para uso privado urbano que interurbano, ni es lo mismo el transporte por carretera, que el aéreo o el ferroviario – gracias al cual  y a su estimulación para el transporte de mercancías nos ahorraremos pagar peajes para mantener nuestras carreteras, al menos de momento–. 

Volviendo al hidrógeno que da nombre a esta columna, comentar que siempre que leo sobre esta evolución en la que estamos metidos descubro algún nuevo color del hidrógeno. Así que me puse a investigar y descubrí que este gas es incoloro y que no se puede diferenciar el sistema con el que ha sido producido; lo cuál es crítico para saber cuánto carbono se ha emitido para su generación. Es por ello que  se le ponen apellidos coloridos para distinguir su origen. A continuación comento por encima la gama cromática del hidrógeno.

Hidrógeno verde

Se produce utilizando electricidad limpia procedente de fuentes de energía renovables –como la solar o la eólica–, para electrolizar el agua. Los electrolizadores utilizan una reacción electroquímica para dividir el agua en sus componentes de hidrógeno y oxígeno, emitiendo cero dióxido de carbono en el proceso. El hidrógeno verde representa actualmente un pequeño porcentaje del hidrógeno total, porque la producción es cara. Aunque se espera que las energías renovables sigan bajando de precio y que el hidrógeno verde siga la misma tendencia. 

Hidrógeno azul

El hidrógeno azul se produce principalmente a partir de gas natural, mediante un proceso llamado reformado con vapor. El problema es que también se produce CO2 como subproducto. De hecho, este tipo de hidrógeno a veces se describe como hidrógeno bajo en carbono, ya que su sistema de producción no evita la creación de gases de efecto invernadero. 

Hidrógeno rosa

El hidrógeno rosa se genera mediante electrólisis impulsada por energía nuclear. Leo que las altísimas temperaturas de los reactores nucleares podrían utilizarse en otras producciones de hidrógeno mediante la producción de vapor para una electrólisis más eficiente o el reformado de metano con vapor a base de gases fósiles. 

Hidrógeno gris

Esta es la forma más común de producción de hidrógeno, se crea a partir de gas natural, o metano, mediante reformación de metano con vapor, pero sin capturar los gases de efecto invernadero generados en el proceso. El hidrógeno gris es esencialmente lo mismo que el hidrógeno azul, pero sin el uso de captura y almacenamiento de carbono.

Hidrógeno negro y marrón.

Al utilizar carbón negro o lignito en el proceso de producción de hidrógeno, estos son absolutamente opuestos al hidrógeno verde y son los más dañinos para el medio ambiente.

Hidrógeno turquesa

Es la última incorporación a la familia y su producción aún no se ha probado a escala. Se produce mediante un proceso llamado pirólisis de metano para producir hidrógeno y carbono sólido. Cuando esté más probado, podrá valorarse como hidrógeno de bajas emisiones, dependiendo de que el proceso térmico se alimente con energía renovable y el carbono se almacene o utilice de forma permanente.

No sé si os han quedado más claros los colores del hidrógeno o no, porque ya llevamos unos cuantos metodos de producción y sus colores asociados, pero si sigo investigando veo que hay quienes al hidrógeno verde obtenido mediante electrólisis utilizando energía solar lo empiezan a llamar hidrógeno amarillo, o que también existe un hidrógeno de origen natural que se encuentra en depósitos subterráneos de difícil extracción llamado hidrógeno blanco.

En resumen, el hidrógeno es el elemento más abundante del universo, aunque --lamentablemente– en la Tierra rara vez existe como gas, por lo que es necesario separarlo de otros elementos. Dado que hay pocas formas viables de extraer el hidrógeno blanco que se puede encontrar bajo tierra necesitamos generarlo artificialmente. Aquí es donde entran los distintos y coloridos procesos para producirlo a partir de combustibles fósiles, energía nuclear, biomasa, energía solar, eólica... 

Los recursos naturales utilizados para producir el hidrógeno son los que hacen que pueda ser una alternativa limpia a la quema de combustibles fósiles. Como estamos hablando de un tema muy complejo en el que también debemos tener en cuenta la geopolítica, la dispersión de los recursos naturales y los intereses de cada país nos podemos encontrar con quién diga que sólo el hidrógeno verde es realmente limpio o con quien diga que está en contra de las centrales nucleares, pero que está quemando carbón todo el día para producir energía…

¿Os ha quedado más claro? Os lo diré de otra manera: el hidrógeno verde es el único que se produce de manera neutra para el clima y puede tener un papel vital para conseguir ser neutros en carbono en el año 2050.