Sede del Ministerio del Interior.

Sede del Ministerio del Interior. Google

Grandes actores

El cambio crítico y silencioso que el Ministerio del Interior ejecutó en 8 meses para reducir su dependencia tecnológica

El jefe de informática de la Policía Nacional detalla a DISRUPTORES cómo Interior ha migrado sus sistemas en tiempo récord sin interrumpir el servicio.

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Durante años, se asumió que cualquier sistema informático vinculado a la Administración era lento y obsoleto, pero mencionar siquiera una pequeña actualización —y no digamos su completa modernización— era casi un tabú.

Lo fácil es menospreciar esa prudencia, pero no hay que perder de vista que cambiar cualquier aplicación crítica, no sólo implica modificar código, también reordenar procesos, garantizar la continuidad de un servicio público y hacerlo pensando en sus usuarios.

No es de extrañar que ante esta tarea ingente, y compleja, haya reticencias. Sin embargo, a estas alturas, es un paso necesario para acometer las exigencias de un momento que es, esencialmente, digital.

Frente a esta tesitura, el Ministerio del Interior inició su transformación con tres premisas claras: mantener lo que ya funcionaba, dar el relevo a las tecnologías que lo requerían y controlar cada paso.

“Los principales problemas estaban relacionados con la sensibilidad de los sistemas y los datos que gestionamos, además de la antigüedad de las tecnologías existentes”, explica el jefe de área de Informática de la Subdirección General de Logística e Innovación, Juan Carlos González Carvajal, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL. “Se trata de sistemas críticos, por lo que acometer una migración tan compleja era un reto estratégico de gran envergadura”.

Con supervisión humana

La transformación de los sistemas del Ministerio del Interior se ha realizado de la mano de un asistente diseñado específicamente para acelerar este tipo de migraciones. Es multilingüe e incluye detección de datos personales o sensibles, que se pseudonimizan cuando procede para integrarlos en el flujo de trabajo.

“AIPA interviene en todos los puntos del proceso, en muchos de ellos de manera automatizada y en otros de forma guiada y supervisada por un humano”, apunta José A. Pinilla, CEO de Asseco, la empresa española detrás de esta herramienta, AI Project Assistant (AIPA).

“Utilizamos modelos LLM open source con modificaciones propias”, cuenta Pinilla a este medio. “El enfoque técnico se completa con técnicas RAG (Retrieval Augmented Generation) para dar respuestas siguiendo la documentación del proyecto, embeddings para búsquedas contextuales, prompt engineering para definir instrucciones precisas y agentes especializados que trabajan en paralelo con el equipo humano”.

Una intrincada estructura tecnológica que convive con un principio sencillo: la migración no es línea a línea, es funcional. Es decir, cada capacidad del sistema original se reconstruye de forma nativa y eficiente en el destino, siempre manteniendo la lógica y adaptándola al nuevo entorno. En este caso, la migración fue de Microsoft Access a Java Spring + Angular, con una duración del proyecto de ocho meses; y se empleó la misma aplicación —Nomarca— utilizada antes por la Policía Nacional y la Guardia Civil, entre otros.

Paso a paso

El proceso incluyó pseudonimización previa de ficheros, explicación asistida por Iinteligencia artificial del contenido y su estructura, traducción del código al lenguaje destino, verificación y corrección, entrenamiento de AIPA para interactuar con el proyecto, reversión de la pseudonimización en los ficheros finales, pruebas y despliegue, y la generación de un mapa gráfico de la arquitectura.

Parando en el detalle, en la etapa inicial se ordena el conocimiento del proyecto y se prepara el contexto con “extracción de información, generación de documentación y diagramas y propuesta de arquitectura y lenguajes si no están definidos”, resume Pinilla. Con todo ello, se entrena al sistema, siempre con la guía de un humano experto, para acelerar la comprensión del proyecto y mejorar el propio entrenamiento.

Con todo el conocimiento y el contexto (incluido el destino al que se va a migrar, estilos de desarrollo, funcionalidad...), llega la migración e integración del código a la arquitectura destino, manteniendo la lógica original pero adaptada a las tecnologías necesarias. Tras la verificación por un experto, “empieza un proceso iterativo en el que se van optimizando las directrices y la información hasta alcanzar el resultado esperado”.

La última etapa termina de perfeccionar el sistema. Con una versión completa, “se optimiza con agentes verificadores de código y funcionalidad, junto con herramientas como SonarQube". Al mismo tiempo, se generan test y documentación de manera automática. Pinilla asegura que el porcentaje automatizado con AIPA se mueve entre el 70 y el 80%.

Resultados verificados

Para su validación, se siguieron los criterios habituales de la Administración: accesibilidad, adaptabilidad, calidad del software, del código y del dato. “Nuestro departamento de calidad revisó y validó cada uno de los criterios, obteniendo resultados satisfactorios”, asegura el portavoz del Ministerio

En esta transición, la dificultad no fue tecnológica, sino definir qué necesitaba realmente el usuario. “En ocasiones no tenía completamente definidas sus necesidades”, admite González Carvajal. Aun así, no se produjeron incidencias significativas y la migración se cerró “en un tiempo considerablemente menor al previsto”.

El balance, según el responsable de la infraestructura de sistemas del ministerio, es tangible. “Ahora disponemos de sistemas actualizados; y las aplicaciones son más ligeras, ágiles y sencillas de administrar y utilizar”, con impacto directo en el trabajo diario.

Además, han detectado una ventaja adicional al reducir la dependencia tecnológica. “El mantenimiento puede ser asumido por cualquier empresa cualificada”, lo que abre la puerta a más proveedores y, en consecuencia, reduce los riesgos ante posibles incidencias en el futuro.

Con todo ello, el Ministerio del Interior ha desmontado los prejuicios sobre la paralización de la Administración en materia tecnológica y dejado atrás las etiquetas de "sistemas lentos y obsoletos". La mejor muestra ha sido su modernización en ocho meses, de forma controlada y dando paso a una Administración más segura y ágil.