Silicon Valley, la promesa económica de EEUU

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América Tech nuevos horizontes

California, cuarta potencia del mundo tras superar a Japón

Los Ángeles (EEUU)
Publicada

La pandemia supuso un antes y un después en la historia de California. El trabajo remoto llevó a la población a volcarse en una vida digital. Esta explosión del trabajo remoto provocó que Silicon Valley recaudara impuestos históricos para el gobierno estatal.

Poco a poco, el estado dorado ha ido escalando posiciones hasta convertirse en una de las principales economías del mundo. A pesar de los temores ante una posible recesión, causada por la inestabilidad de las estrategias económicas dictadas por Trump, el estado demócrata continúa ascendiendo

Hace apenas dos semanas, el gobernador Gavin Newsom anunciaba que California se había convertido oficialmente en la cuarta potencia económica del mundo, logrando superar a Japón. En 2024, el PIB de la región alcanzó los 4.1 billones de dólares, frente a los 4.02 billones del país asiático. 

Solo la economía total de Estados Unidos, China y Alemania supera a un territorio que es, después de todo, tan solo un estado. De hecho, algo que suele destacar el gobernador Newsom es que California es un estado “donante”, es decir, que los impuestos que recauda ayudan a financiar a estados republicanos. Explicado de otra manera: California genera más beneficios para otros estados de los que recibe por parte del gobierno federal.

“California no solo sigue el ritmo del mundo, sino que también lo estamos marcando”, comentó Newsom en un comunicado. “Nuestra economía está prosperando porque invertimos en personas, damos prioridad a la sostenibilidad y creemos en el poder de la innovación. Y, aunque celebramos este éxito, reconocemos que nuestro progreso está amenazado por las imprudentes políticas arancelarias de la actual administración federal. La economía de California impulsa a la nación, y debe ser protegida”. 

Newsom, que apunta a una carrera presidencial en 2028, ha amenazado con demandar a la administración de Trump por las abusivas tasas arancelarias que podrían afectar gravemente a las finanzas del estado.

Sin ir más lejos, los aranceles podrían costarle a una empresa como Apple unos 900 millones de dólares al año, y las compañías optarán por trasladar ese costo adicional a los consumidores.

El haber aportado millones a la ceremonia de investidura de Trump en enero, en la que empresas como Amazon, Meta y Google donaron al menos un millón de dólares cada una, no parece haber servido de mucho para calmar los impulsos de un presidente que apuesta por un giro radical en la economía del país. Lo cierto es que, hasta ahora, todos los indicadores económicos juegan en su contra, con una fuerte caída en la bolsa y miles de empleados federales despedidos por el Departamento de Eficiencia Gubernamental, encabezado por Elon Musk.

Lograr el cuarto puesto en la economía mundial es un hito y, sin duda, representa un necesario refuerzo para la credibilidad de Silicon Valley. En San Francisco se vive, poco a poco, una recuperación del mercado, después de que los precios de la vivienda cayeran drásticamente en los últimos cinco años debido a la fuga de talento a otras ciudades más asequibles.

Sin embargo, en el sector tecnológico del país se respira una inquietud inusual. A principios de año la economía iba viento en popa, pero el resto del mundo ha comenzado a mirar a EE.UU. con otros ojos.

Los vecinos canadienses se han tomado muy en serio la amenaza de una posible invasión, con la que Trump lleva fantaseando desde antes de llegar a la Casa Blanca por segunda vez. El boicot a productos estadounidenses no se hizo esperar. Si el resto de los países responden con más aranceles a los impuestos por el gobierno de EE.UU., se espera que las rondas de despidos en el sector tecnológico se intensifiquen. 

La noticia más preocupante llegó hace unos días de la mano de Intel, cuando la compañía anunció el despido de 21,000 trabajadores.

El destino y la credibilidad de la economía estadounidense están ahora en manos de la Casa Blanca. Siempre cabe la esperanza de que la administración republicana dé un giro inesperado a las políticas adoptadas durante sus primeros 100 días.