Mientras España sigue esperando alguna materialización tangible del 'PERTE Chip' (dotado nada menos que con 12.250 millones de euros), el resto del planeta sigue tomando posiciones ante una batalla geopolítica de dimensiones pocas veces conocidas en el terreno tecnológico. Salvedad, si cabe, a la inteligencia artificial, la 5G o la computación cuántica.

Actualmente, casi ocho de cada diez semiconductores que se producen en el mundo provienen de apenas tres países: Taiwán, China y Corea del Sur. Tan sólo la taiwanesa TSMC copa la mitad de todo el mercado, por el 17% de la coreana Samsung o el 8% de la también taiwanesa UMC. En cuarto lugar aparece la primera compañía occidental, GlobalFoundries. Y vaya por delante la obviedad: no hay ninguna enseña europea entre los actores destacados de esta industria.

Por ello Europa está dedicando 43.000 millones de euros para conseguir que el 20% de los chips del mundo se fabriquen aquí, en el Viejo Continente. Y, por la misma razón, Estados Unidos hace lo propio con 52.000 millones de dólares. El objetivo: evitar la extrema dependencia de Asia en estas lides, con la construcción de fábricas de semiconductores en sus territorios y prevenir, quizás, otra crisis de suministro como la vivida durante y tras la covid-19.

[Opinión: Las "conversaciones no materializadas" del 'PERTE chip']

Pero si la obsesión de los gobernantes parece puesta únicamente en la construcción de esas fábricas, hay otros dos aspectos en los que ponemos mucha menos atención pero que son igual de relevantes. Y en los que, además, Europa tiene mucho que decir.

El primero es el diseño de esos chips. Si bien el continente asiático es claro y hegemónico actor en la fabricación de las obleas, el diseño de las arquitecturas en que finalmente se convierten corresponde principalmente a compañías estadounidenses (Intel y AMD) y europeas (la británica ARM). Es cierto que cubriendo tan sólo esta capa no se puede lograr la tan ansiada soberanía tecnológica, pero también está fuera de toda duda el esencial papel innovador y transformador que tiene.

El segundo atañe a la propia producción de los chips, para lo que son necesarios equipamientos industriales que, sorprendentemente, no se gestan en China o Taiwán, sino en los Países Bajos. Los equipos de fotolitografía de ASML son predominantes en este sector, en el que también figuran algunas enseñas norteamericanas (Applied Materials) y niponas.

Y aquí es donde empezamos a ver los primeros síntomas evidentes de que la batalla geopolítica está en pleno curso, actuando bajo la superficie pero con resultados más que notorios. En 2022, las ventas de equipos de fabricación de semiconductores crecieron un 5% a escala global, moviendo nada menos que 107.600 millones de dólares y con China como principal comprador.

Hasta aquí podría parecer que no hay sorpresa alguna en los datos de la SEMI, la patronal del ramo. Pero si aterrizamos algo más en el detalle de los números, comprobaremos que China se ha desacelerado un 5% respecto al año pasado. La causa más probable, y a la que aluden analistas y expertos, es a las medidas impuestas por Estados Unidos para reducir la capacidad china de producir chips avanzados y que se han ido extendiendo a países aliados, como en este caso los Países Bajos y Japón.

[Lograr chips 'made in Europe' en 2030: un buen plan de la UE con grandes lagunas de base]

Las quejas chinas, recurrentes durante todo 2022, parecen así justificadas, en tanto que habría restricciones a la exportación de estos equipos industriales hacia sus latitudes. Y recordemos que el coloso asiático no es capaz, al menos por ahora, de fabricar estos dispositivos por su cuenta y riesgo.

Pero sigamos con los datos proporcionados por la SEMI. Taiwán, socio comercial de Occidente, sigue aumentando su músculo de producción con un aumento del 8% en sus compras de equipos industriales. Pero las cifras más reveladoras vienen de Europa (+93%) y América del Norte (+38%). 

¿Significa eso que los planes esgrimidos por Bruselas y Washington están dando sus frutos? Todavía es pronto para saberlo, pero los anuncios de nuevas fábricas en ambas regiones -en Europa con Irlanda e Italia como principales polos- invitan al optimismo. Europa y Estados Unidos se están armando por la base, con la infraestructura imprescindible para empezar a levantar las fábricas que rompan con la dependencia asiática. Y eso es algo que celebrar, mientras esperamos la gloriosa llegada del 'PERTE Chip' en nuestro país.

26 nuevas fábricas en 2021.

Según los datos de la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA), sólo en 2021 se destinaron 148.000 millones de dólares en todo el mundo, un 20% más que en el año anterior. Con ello, el pasado año se anunciaron 26 nuevas fábricas a escala global, a sumar a otras tantas que están ya en desarrollo. La gran mayoría de ellas, localizadas en Asia o Estados Unidos.