Quién iba a decir hace unos meses que la ciberseguridad se colaría entre nuestras principales preocupaciones. Y, sin embargo, así ha sido. La guerra e invasión de Rusia contra Ucrania lo ha puesto todo patas arriba. Nuevas incertidumbres y nuevos miedos han aflorado, y así se plasma en el informe European Tech Insights 2022 realizado por el Center for the Governance of Change (CGC) de IE University.

El documento se divide en cinco partes: tecnología y la guerra en Ucrania, democracias en riesgo, derechos digitales, automatización y tecnologías emergentes, y digitalización del dinero. Sus conclusiones se derivan de una encuesta realizada a algo más de 3.000 adultos de diez países: Estonia, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Polonia, Rumanía, España, Suecia y Reino Unido.

El sondeo revela que casi el 70% de los europeos están preocupados por un posible ciberataque contra alguna infraestructura crítica en su país. En España, la cifra asciende al 72%, solo por detrás de Polonia y Rumanía. En el marco del conflicto ruso-ucraniano, la cifra de personas que cree haber sido víctima de la desinformación supera el 40%.

Quizá por ello, más de la mitad de los europeos quiere que la desinformación sea ilegal y cree que su país debería sancionar a quienes difundan noticias falsas en las redes sociales. Todos los países europeos encuestados, excepto Rumanía e Italia, están de acuerdo. Quienes más apuestan por esta medida son Reino Unido, España y Alemania, aunque su apoyo se reduce entre los más jóvenes.

La mayoría de los europeos cree que la desinformación y las noticias falsas son el principal problema asociado con las redes sociales. Sin embargo, los europeos más jóvenes -entre 18 y 24 años- están más preocupados por el discurso de odio y el extremismo. Además, casi el 40% de las personas en esta franja afirman haber sido discriminadas online en función de sus datos personales. También lo cree así un tercio de los europeos de 25 a 34 años.

Casi la mitad de los europeos (45,1%) no confía en los dispositivos digitales y se preocupa por su privacidad. Las cifras ascienden en España y Polonia, mientras que los suecos, los alemanes y los británicos son los que menos observados se sienten. Por edades, son los jóvenes quienes menos confían en la privacidad de sus dispositivos.

Jefe algorítmico

El ámbito laboral es también fuente de preocupaciones. A la pregunta “¿deberían los gobiernos europeos limitar la automatización por ley para salvar puestos de trabajo y prevenir el desempleo tecnológico?” casi un 56% de los españoles, y un 62% de los franceses, responde afirmativamente. El resto de los europeos (cerca de un 45%) también apoya ampliamente la medida, y lo lleva haciendo tres años consecutivos en respuesta a la encuesta del CGC.

Esto contrasta con la confianza de una amplia mayoría de europeos (más del 60%) en que su trabajo no será automatizado en la próxima década. Sin embargo, hay una brecha generacional importante: si bien más de un 67% de los europeos mayores de 55 años descarta que una máquina le quite el empleo, la preocupación aumenta en 20 puntos porcentuales entre los jóvenes de entre 18 y 24 años.

El derecho a desconectar es algo que también apoya la mayoría de los europeos, especialmente los jóvenes. Por países, destaca España: un 75% de la población cree que debe exigirse a las empresas que implementen medidas para facilitar la desconexión de las comunicaciones digitales después del trabajo.

Sobre las habilidades necesarias para afrontar el futuro de ese mercado laboral a 10 años vista, hay división entre los europeos: un tercio (especialmente alemanes y franceses) cree que las habilidades generales serán las más críticas. Son más (41,2 %, sobre todo italianos y rumanos) quienes consideran que lo serán más aún las capacidades científico-tecnológicas. En lo que sí hay quórum es en que las habilidades empresariales no serán tan relevantes: solo un 5% cree que importarán.

Resultan curiosas las diferencias entre países a la hora de valorar la productividad de sus jefes. En general, más de un tercio de los europeos -especialmente los más jóvenes- cree que un sistema de inteligencia artificial rendiría más en el trabajo. Es la opinión mayoritaria en Rumanía, Polonia e Italia. En Holanda, España, Alemania, Suecia y Reino Unido confían más en sus jefes, al menos en lo que a productividad se refiere.

¿Y qué hay del dinero? Algo más de un tercio de los europeos preferiría utilizar una moneda digital (euro digital o libra digital) en lugar de efectivo. Esto es especialmente cierto entre los jóvenes. Son ellos, también, quienes están más a favor de legalizar el bitcoin. Es una medida apoyada, en general, por más de un cuarto de la población europea. La cifra se reduce considerablemente en Alemania, Reino Unido y Francia, donde solo un 10 y un 13% de la población estaría de acuerdo.

Optimismo a pesar de todo

Los europeos tienen esperanzas sobre el futuro del trabajo. Más de la mitad (57,4 %) cree que la inteligencia artificial y la automatización generarán trabajos más significativos. Son especialmente optimistas los estonios, los italianos y los polacos. Sin embargo, casi un tercio de los ciudadanos holandeses y franceses creen que las tecnologías emergentes generarán trabajos más monótonos.

Si bien hay muchas preocupaciones latentes en torno a la tecnología y el empleo, la ciberseguridad, la desinformación o la privacidad, en general hay una percepción positiva del rol de la tecnología en la democracia. Incluso prevalece la creencia de que esta fortalece a aquella, algo que apoya un 64% de los europeos. Son especialmente entusiastas en Rumanía, Estonia y Polonia, al contrario que en Reino Unido o en España.

En relación con lo anterior, la mayoría de los europeos (56,4%) cree que la tecnología ha mejorado su participación en el proceso democrático. De nuevo, existen marcadas diferencias entre países: solo entre un 36% y un 38% de los franceses y británicos piensan que la tecnología ha tenido un impacto positivo en este sentido, frente a más del 75% de los rumanos, estonios y polacos. Las generaciones más jóvenes son, también, más optimistas que los mayores de 75 años, con un margen de hasta 15 votos porcentuales.

En cuanto a derechos digitales, llama la atención que una buena parte de los jóvenes europeos (42,5 %) están dispuestos a pagar más impuestos para poder proporcionar internet gratis a quienes no pueden permitírselo. No obstante, para cerrar la brecha digital se requiere mucho más que el mero acceso a una conexión de calidad.

Otro aspecto llamativo es que una gran mayoría de las personas mayores de 65 y 75 años están de acuerdo con la propuesta de digitalizar la administración pública. El único país que ve cierta oposición a la medida es Francia: más de la mitad de los ciudadanos franceses mayores de 65 años no están dispuestos a cambiarse a los servicios públicos online. Por género, hay más predisposición entre hombres que entre mujeres, aunque incluso entre ellas son mayoría quienes lo ven de forma positiva.

A la vista de los resultados, está claro que los ciudadanos europeos están -estamos- más que predispuestos a abrazar la transformación digital, pero no a cualquier precio. Hay conciencia de los riesgos y retos que ello conlleva en materia de ciberseguridad y de derechos, al tiempo que una mirada optimista acerca de las oportunidades facilitadoras de la tecnología. Es un sí a la digitalización responsable y segura, con una importante condición: no dejar a nadie atrás.