Hace pocas jornadas comentaba en un corrillo que en los últimos días las gentes de nuestro país andan corriendo como pollos sin cabeza, utilizando la conocida metáfora futbolera, y que necesitamos más pronto que tarde que alguien pare el partido y dé algunas instrucciones básicas para mantener una mínima coherencia social. La combinación de miedo e incertidumbre en amplias capas de la ciudadanía, la existencia de teorías alambicadas en los extremos y la estrechez de miras de nuestros gobernantes, no auguran buenos futuros.

Frente a estos males se suele invocar la innovación, la ciencia y al progreso como elementos que nos pueden devolver la fe en que el futuro que nos espera sea indudablemente mejor que lo que tenemos. Pero como toda actividad humana, también aquellas están sometidas a las azarosas leyes de lo social y de lo político. Y en esa mezcla de cosas es donde juego esta partida de la Polis Mecánica una vez al mes. Es hora, pues, de preguntarse: ¿qué nos espera en 2022? O mejor dicho, ¿qué querríamos que ocurriese en 2022?

Voy a aprovechar esta columna de la Polis Mecánica, la última de este año 2021, para hacer una especie de carta a los Reyes Magos, o a Santa Claus, o, si lo prefieren, una suerte de lista de deseos para el año 2022 que está ya a la vuelta de la esquina.

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  1. Espero que 2022 nos traiga la tan anhelada y esperada Ley de Startups. Esta vez sí que parece que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el año que viene tendremos una ley tan deseada y por la que algunos llevamos trabajando mucho tiempo. Vamos a tener que trabajar todavía un poco más para que la ambición no sufra el aguijonazo de la pereza burocrática, pero todo se andará. Confiando en que el proyecto del gobierno pueda ser mejorado en las Cortes, sólo pido a sus señorías que apremien el paso pues comienzan a oírse de fondo los Tam Tam que advierten de un posible adelanto de elecciones, y no nos queremos quedar con la miel en los labios.

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  1. Una cosa que me haría particular ilusión sería que sus majestades nos trajeran un Observatorio de Startups. ¿Otro? Bueno, es que no creo que haya ninguno a la altura de los desafíos que tenemos. Hay encomiables esfuerzos por medir la inversión en el ecosistema y la actividad en los hubs, pero nuevas leyes como la de startups van a poner a prueba al ecosistema y no deberíamos ir por el mundo vestidos de cualquier forma. No sé si todavía somos conscientes plenamente, pero vamos a necesitar tener un marco teórico asentado que nos permita medir el número de startups que nacen, que mueren, las que siguen creciendo, el empleo que crean, el tipo de empleo que se crea, su impacto en las economías locales y regionales, etc. A partir de ahora nos van a mirar al conjunto del ecosistema con mayor atención, y con lupa. Hay que dar un salto de madurez no sólo en términos de crecimiento y de creación de nuevas compañías, sino también en evaluar lo que se está haciendo y cómo contribuye al conjunto de la sociedad.

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  1. Una apuesta de verdad por el DeepTECH. ¿Una utopía? Es verdad que tenemos hoy en día un aluvión de inversión como no se ha visto en los últimos años (cuidado con pensar que se debe a otra cosa que no sea el enorme cantidad de capital internacional que hay libre flotando por ahí), con muchas startups y verticales que están pitando muy fuerte, pero dónde se marca la diferencia es en materia de DeepTECH y ahí es donde los Venture Capital patrios deberían apostar. ¿Por qué hay tan pocas startups en esta materia en nuestro país (y en Europa)? ¿Alguien cree que vamos a poder ganar la batalla geopolítica y económica que se libra a nivel global sin este tipo de compañías? No sólo de deliveries, SaaS y plataformas vive el hombre. Conseguirlo requiere una visión un poco más arriesgada, o mejor dicho, con más audacia. Creo que a veces no somos conscientes del poder de la narrativa: esa traducción que hemos hecho del término inglés VC que incorpora la expresión “riesgo”, en un país poco dado al ídem, pues como que no es muy acertada, creo yo. Igual sería mejor llamarlo Capital Audacia y entonces todos nos pondríamos un poco más las pilas.

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  1. Más que liderar, espero que no nos quedemos muy atrás. El gobierno no se ha cansado de repetir durante 2021que España va a liderar la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la digitalización humanista, los derechos digitales y no sé cuántas cosas más. Ya sé que el primer mandamiento del éxito es no conformarse con lo que hay, pero viendo la posición que ocupamos en todo el escenario, y siendo un país que en el mejor de los casos se puede considerar una potencia de segunda fila, mejor sería emplear nuestros esfuerzos en no perder excesiva comba. A veces los golpes de pecho no es lo más adecuado para poder avanzar desde posiciones intermedias. Qué daño pueden llegar a hacer los Spin Doctors si se les deja manos libres.

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  1. Un nuevo paradigma de regulación inteligente. Desde Europa nos llega de nuevo una avalancha de normas: DMA, DSA, Data, Inteligencia Artificial que van a poner patas arriba el ecosistema de innovación y de emprendimiento. Vistos los debates y habiendo intervenido en alguno de ellos lo que pido es cierta prudencia. Se están regulando con trazo grueso realidades de las que apenas conocimos unos pocos detalles y que cambian a tal velocidad, que cuando se acaba instaurando la norma la realidad que pretende regular ya ha mutado. Y sí, hay riesgos, efectos perniciosos y demás, pero digamos que si Europa no quiere quedarse definitivamente atrás en la batalla mundial por la tecnología debería cambiar su forma de enfrentarse a esto. Si quieres impulsar la IA no puedes dedicar el 80% de tu propuesta normativa a hablar de todos sus peligros y de prohibiciones, y apenas un 20% a decir cómo hay que impulsarla. Hay que equilibrar los porcentajes de los ingredientes en esta receta. En la esfera nacional igual: Necesitamos una inundación de sandbox regulatorios. Menos normas rígidas y más sandbox. Ya no sabemos cómo decirlo.

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  1. Más cosas del comer y menos hypes. ¿Se acuerdan de las aplicaciones de videollamadas que se iban a convertir después de la pandemia en las nuevas reinas madres del universo? Ahora andamos revueltos con los metaversos. Personalmente me encuentro más cerca de aquellos que están tratando de dirigir la innovación hacia la resolución de los muchos problemas que todavía tenemos como Humanidad. Hace poco, sin ir más lejos, una revolucionaria técnica para tratar tumores incurables, o la ansiada vacuna para la malaria. Eso transforma más el mundo que hacer unos NFTs de monitos traviesos para jugar a las Defi. Pero qué sabré yo. Los más ricos del lugar quieren ir a Marte en cinco años, y yo lo que digo es que volvamos al planeta Tierra y pensemos en lo que tenemos todavía pendiente de resolver. Y ahí los emprendedores de verdad van a tener un protagonismo claro: permanezcamos atentos a AgroTech y a FoodTEch.

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  1. Ponga un experto en Asuntos Públicos en su vida y la salud de su compañía en el medio y largo plazo se lo agradecerá. Las empresas innovadoras (y otras muchas que no lo son) creen estar exentas de necesitar esas figuras que no saben muy bien para qué sirven en su universo de KPIs y dashboards. McKinsey estima que quien tiene un departamento bien organizado de asuntos públicos consigue de media un 30% más de facturación. Pero se ve que eso no sale en los KPIs. Si usted juega en la liga de la innovación y los nuevos mercados puede llegar a ser aún más, porque va a tener terremotos regulatorios cada dos por tres. Como dice mi admirado Manfredi “La incorporación de losasuntos políticos a los análisis económicos se ha convertido en una prioridad para la dirección general, más acostumbrada a las hojas de cálculo y las predicciones de mercado”.

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  1. La tecnología es un medio, no la conviertan en un fin que ya nos conocemos. Sé que esto debería estar más claro que nunca, pero observo como un número creciente de personas cree ver en las soluciones tecnológicas una especie de nirvana en el que sumergirse y no volver a sentir ni hambre ni sed, vamos como si con eso regresaran al paraíso terrenal perdido. El bien no lo trae la tecnología, el mal tampoco. Todo va de personas, como siempre, vaya. El bien y el mal se pueden practicar con la misma vehemencia utilizando la misma herramienta. La Historia tiene ejemplos para dar y tomar. Mientras construimos soluciones para finanzas descentralizadas o metaversos para dar un salto en el espacio y el tiempo, las mismas herramientas están ya siendo utilizadas para desarrollar armas que leerán la mente y los cibermercenarios están ya preparando el siguiente Pearl Harbor.

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  1. Acabemos con las palabras de moda, nos matan la imaginación. Sí, ya saben, esas que todo el mundo pronuncia para estar alineado con el zeitgeist del momento pero que por eso ya sirven para bien poco. Si todas las organizaciones se definen como sostenibles, el concepto deja de tener utilidad. Si todo consiste en digitalizar no cambiaremos casi nada. Hablemos más de cambio, de evolución, mejora, aprendizaje y menos de digitalización. Hablemos más de negocios rentables que cumplen con la ley y no tanto de sostenibilidad. En esto sé que voy contra corriente, pero espero que sus Majestades entiendan mi humilde hartazgo. Esto me recuerda a cierto país anclado en una vieja revolución que ante la escasez de maestros decidió regalar a cada familia un televisor para que los escolares siguieran asistiendo al colegio. El problema era que la mayoría no podían funcionar porque la electricidad se iba cada dos por tres. A veces los grandes anuncios los carga el diablo.

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  1. La última petición es muy personal, y está muy relacionada con la anterior. Estaría dispuesto a renunciar a todo lo anterior, o a casi todo, tampoco nos pongamos tan espléndidos, si a cambio desapareciera de nuestro vocabulario la palabra resiliencia. La cosa pinta difícil porque no hay ya informe oficial que no contenga el palabro y, no sólo eso, sino que para mayor tortura del que les escribe suele aparecer repetido hasta la saciedad. De hecho cuando me pasan un informe o me lo descargo, lo primero que hago es una búsqueda del palabro y si aparece en una proporción digamos de una por página, me niego a su lectura. Creo humildemente que, además de ahorrarnos su torturante fonética, su supresión en 2022 haría del mundo un lugar mucho mejor. Y esto creo que no es pedir mucho para el inmenso poder de sus majestades. Felices Fiestas.