Pasó con las finanzas y los seguros y ahora está a punto de suceder en el ámbito de la salud: los emprendedores españoles han puesto el foco en la salud y están dispuestos a revolucionarlo todo.

Sensores para medirnos permanentemente, sistemas de gestión hospitalario, medicina personalizada y precisa, datos para prevenirlo y anticiparlo casi todo, videollamadas con un sinfín de sistemas cifrados para compartir pruebas médicas, consultas gestionadas por robots, quirófanos virtualizados para ensayar con precisión de cirujano casi cualquier cosa; modelos específicos para la prevención del cáncer, para la gestión de los enfermos de cardio; pegatinas que avisan de todo lo imaginable y que sólo necesitan nuestra sudoración para dar con la clave. Todo, absolutamente todo lo que se puedan imaginar se está reinventando ahora en el mundo de la salud.

Es un asalto en toda regla a todo el ecosistema de salud universalizada que hemos conocido hasta la fecha, sólo que ahora el reto es más grande, más global: se trata de la humanización completa de la salud, de la posibilidad de abaratar tanto los costes que el mero hecho de caminar con un dispositivo móvil sea nuestra mejor arma para vivir más y mejor.

Si casi un 65% de la población dispone y usa (camina) su teléfono móvil, y la generación de datos y nuestra capacidad para administrarlos, comprenderlos y derivar decisiones de los mismos continúa su proyección, llegaremos pronto al singular momento en el que una gran mayoría de la población mundial podrá hacer cosas hasta hoy impensables: hablar con un médico donde quiera que esté, compartirle pruebas diagnósticas (imágenes, datos sobre la presión sanguínea e incluso muestras analizadas) y recibir pautas asequibles y claras. Esto, si lo piensan, representa una de las mayores evoluciones de nuestra historia: la salud podrá ser realmente universal (al menos una parte) y se podrá administrar desde cualquier punto hasta cualquier punto.

Y esto es sólo la punta del iceberg. Hay más: la industria farmacéutica ensaya fármacos personalizados; los investigadores se aventuran a hablar de la edición del genoma (límite humano) y los visionarios idean un clon de nuestro organismo que permitirá ensayar sin riesgos y prevenir sin límites todo lo que pueda acontecer con nuestra existencia físicas… Suena a ciencia ficción pero nada más lejos de la realidad…

PERTE de salud, ecosistemas y colaboración público-privada

La semana pasada arrancó en Innsomnia la iniciativa #100StartupsHealth, un encuentro entre actores de la industria y emprendedores de todo el mundo para ver qué se puede hacer para generar un verdadero ecosistema que facilite esta revolución. Los resultados fueron impresionantes.

En España, un 25% de las startups/scaleups tienen el foco en el desarrollo de soluciones de salud, es decir, tenemos más de 1000 empresas emergentes especializadas en IA, IoT, blockchain y otras tecnologías que van a poner a sus mejores pensadores y creativos a diseñar productos y servicios relacionados con la mejora de la salud. Ahí hay una enorme oportunidad para que las grandes corporaciones se relacionen de una manera abierta con los emprendedores, pero todavía podemos sustraer una conclusión aún más transformadora: los sistemas públicos de salud pueden digitalizarse a un coste bajo y aplicando soluciones de vanguardia si damos con la tecla de la colaboración público privada.

Pero no es tarea fácil. Los hospitales y las consejerías de salud contratan usando una ley de contratos del sector público que no deja cabida a los pequeños. Los pliegos se eternizan mientras el mundo cambia a una velocidad supersónica y las pequeñas no tienen ni capacidad para preparar mega propuestas ni tiempo que perder en el desarrollo de sus tecnologías.

O somos capaces de activar mejoras en los mecanismos de compra pública de innovación y en diseñar nuevos esquemas de co-creación (abiertos, simplificados, basados en los proyectos piloto y con controles ex post) o corremos el riesgo de poner en la pira de las ayudas públicas otra tonelada de oportunidades quemadas.

En ese sentido, hay una gran esperanza puesta en el PERTE para la salud de vanguardia y en desarrollo del Sistema Nacional de Salud Digital, pero también existe el miedo de los pequeños a quedarse fuera y entonces se consolidará lo que está ya pasando: las unidades más ágiles y las empresas y los hospitales privados tendrán una facilidad mucho mayor para conectar con los emprendedores y así la innovación quedará otra vez lejos de lo público.

Así que no puedo menos que enviar desde estas líneas un mensaje a los gestores del PERTE de Salud: piensen en ecosistemas y no en soluciones, en productos co-creados, en crear una laboratorio abierto de soluciones para el hoy pero también para el mañana.

España ocupa un lugar relevante en los ránquines de empresas emergentes de salud: somos el cuarto país de la UE con más soluciones health. Además se ha aprobado recientemente una Ley de Startups que va a facilitar la llegada de talento internacional y de inversión privada. Los mimbres están puestos pero queda poner en marcha el coche. Porque el riesgo que corremos es el de siempre: sentarnos a ver lo bien que nos ha quedado el coche nuevo pero no tener cerca sitio alguno en el que poner gasolina.