Si te dejas caer por la Capital Condal, por la maravillosa y exquisita Barcelona, y tu pasión es innovar, todos aquellos a quien preguntes por quién y por dónde empezar te señalarán el mismo camino, el punto de referencia: Miguel Vicente en Pier01.

No esperes dinero de él: construye un imperio con él, con sus ideas, con sus contactos, con su brillante mente, con su equipo y con el equipo que te crea. Con todo lo que le debe la capital catalana y que él le devuelve con su pasión y esfuerzo, con todo el patrimonio de interés mundial que ha generado en torno a su larga, cada vez más, y estilizada figura.

Pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar, lo cantaba Serrat, que al andar se hace camino... el de Barcelona Tech City, Antai, Let´s Bonus, Wallapop, Singular Cover, Glovo, BePretty, es el de Miguel Vicente.

El cofundador de Antai junto al mítico Gerard Olivé, su “guía, referencia, socio y un gran amigo desde hace más de diez años”, no es un inversor al uso, aunque aparezca en todos los catálogos como tal, entre los mejores, en las primeras listas de éxitos, siempre presente, Miguel Vicente.

En las más de dos décadas que lleva siendo pieza clave del ecosistema, nuestro protagonista de ‘Conversaciones con un Inversor’ de hoy ha evolucionado notablemente hacia la felicidad plena.

A finales de junio de 2017, en una entrevista el día que le conocí, se definía como “un emprendedor en serie”. Hoy, más cuatro años después, que más parecen décadas, se describe como “un fontanero de startups”. Ahora Vicente, instala, repara y mantiene compañías innovadoras, es su cometido.

Ya no es el valiente y solitario corredor de fondo que lanzó y vendió Let´s Bonus a pecho descubierto, “solo”. Ahora es el Eliud Kipchoge del ecosistema innovador catalán, el éxito programado, la constelación alineada entre liebres ansiosas de mejorar la vida de la gente.

En Miguel Vicente, antes de su vocación como fabricante de sueños millonarios, encontramos al personaje que ha sido el epicentro del brillante ecosistema innovador barcelonés de los últimos años, “un verdadero aglutinador de voluntades, un motor en sí mismo, nunca acepta un no por respuesta”, dicen sus amigos más cercanos.

“Él es perseverante, con formas impecables, una persona muy polivalente, parte creadora”, afirman los que le acompañan desde hace tiempo, los que siguen de cerca su sueño hecho realidad de Barcelona Tech City, asociación creada junto a su “gran amigo, hombre de confianza y persona brillante”, Ignasi Costas, que conecta los alineados astros del lugar, corporates incluidas, y que ahora lidera “de forma maravillosa” Miquel Martí.

Sus espacios de ensueño, Pier01, 03, 05 y su último gran bombazo, el ‘Palauet’, lugar para estar conectado y hacer networking de una “manera desinformal”, el espacio donde han de surgir las grandes respuestas a las nuevas demandas empresariales y sociales. “Barcelona Tech City es mi gran sueño, vengo de una familia humilde, de padres divorciados, estudie con beca y gracias a la ciudad en la que vivo hoy, estoy donde estoy. Por eso quiero devolver a esta ciudad todo lo que me ha dado”. A ojos de un turista innovador, Pier01 es una parada obligatoria, monumento histórico, viaje al espacio, encontrarse con el futuro en pleno Port de Barcelona.

“Miguel tiene una mente única para captar el momentum de cada proyecto en el que se implica, con una capacidad de trabajo que nunca le frena”, me dicen, y mi imaginación entonces viaja en Glovo, la compañía en la que supo poner sus miras cuando se escribían los inicios de un cuento que, sí o sí, tiene que tener final feliz.

“Oscar Pierre, en un diésel, un figura, no conocí nunca a un emprendedor que con su juventud aglutinara tanta brillantez y madurez, siempre tuvo el objetivo claro de llegar a una IPO“ (cotizar en el mercado de valores), asevera Vicente, quien supo darle gas en forma de helio, primero fusionándola con Justbell, creada junto a Zaryn Dentzel co founder de Tuenti, y luego “apoyando en las primeras rondas de inversión”. Miguel Vicente y Antai sonríen sabiendo que aún les queda pequeña parte de este Glovo que vuela muy alto tras su última ronda de 450 millones.

Tras la gran venta de Let´s Bonus, imaginamos a Vicente contando cada éxito, saliendo de su despacho, y poniendo primero el himno del Real Madrid, y luego, con su gran virtud conciliadora, el del Barça. Llegó su segundo bombazo: Wallapop, la primera plataforma que liberó el mercado de segunda mano poniéndolo en manos, app mediante, del usuario.

La segunda mano nunca fue tan rentable: Wallapop cuenta a día de hoy con más de 40 millones de descargas en el mundo y con más de 100 millones de productos subidos.

Este sueño del venture builder Antai fue creado junto a Agustín Gómez, “un emprendedor fantástico, con visión y con mucha capacidad para tirar hacia adelante” define Vicente. Una de las grandes causas del éxito de esta aplicación fue el uso del formato de inversión Media X Equity, made in Antai, a través de su filial Media Digital Ventures y AtresMedia. La evolución lógica de esta manera de cambiar equity de startups por publicidad, ha llevado a la compañía catalana a anunciar esta semana un nuevo fondo de 50 millones de influencers por equity. El éxito está en innovar, ‘sino lo usas, súbelo’, “el lema de las mejores campañas que se han hecho”, orgulloso Vicente.

Partiendo de la base de que Antai, creadora de 25 de startups, es el mayor venture builder en el Sur de Europa, y no un fondo de capital riesgo al uso, la metodología para crear startups “cañones” es clara, y así la relata Vicente: “Identificamos la necesidad y fichamos el mejor equipo emprendedor para desarrollarla. Trabajamos un modelo con 3-4 cofundadores, entre 35-50 años, buscamos emprendedores que sean jamón de jabugo, que dejan un trabajo de 200.000 euros en Estados Unidos y vienen a darlo todo por triunfar con su empresa”.

Los sectores también están claros: fintech, insurtech y proptech. ¿Y la pasta? Junto a los socios de la empresa inician la andadura con 400/500.000 euros de inversión, aunque “Wallapop lo fundamos con 100.000 euros”. Muchos caen en el intento, en torno al 50%, “cuando la noche antes de tomar la decisión lo consultan con la pareja”, puntualiza.

Nuestro protagonista de hoy nunca ha querido ser un Business Angel independiente, “sólo he invertido en startups de amigos, ser BA es el mayor deporte de riesgo”, comenta; por eso, este constructor de startups en serie siempre canalizó su destreza a través del centro de operaciones protagonista de la innovación condal y de su “exigente y privilegiada” fórmula de trabajo, que identifica de manera prematura qué ideas “no van a ser un cañón”.

El resultado es sobresaliente: más de 20 millones invertidos en tecnológicas cohete, repartiendo más 21 millones de dividendos, multiplicando por 17 su valor nominal. En el año de la crisis, 2020, Antai construyó, aceleró y duplicó sus cifras con el lanzamiento de seis startups.

Sus niñas bonitas ahora se llaman SingularCover, con un “profesional con mucha experiencia en producto” como Rafa González, Nemuru, con Pere Monrás a la cabeza de un “equipo diésel, completo y muy brillante”, Carnovo, de Ferrán Jover “con más de 15 años en la industria, o la exitosa Elma de Miguel Anton y Albert Malagarriga. En su portfolio, también redoblan la apuesta o la pivotan con Gocleer, BePretty, Platanomelón, Shoppiday, Mascoteros, Deliberry, Shopery, Marmota, Prontopiso o Trendier.

Encontrarme, cuatro años después, de manera gratificante a este macerado y actualizado Miguel Vicente no resulta algo casual, cuando nos cuenta la importancia que su felicidad privada repercute en su triunfo profesional.

Hoy las revoluciones de este antiguo tunero se calman, abandonó el kickboxing por la técnica de yoga KundaliniHoy sigue apostando por lo público, el consenso político y el servicio social y solidario, con iniciativas como Barcelona Tech Spirit, o migranodenarena.org. Hoy postula más que nunca la admiración por su madre, “una luchadora”. Hoy hace un paréntesis en su día a día para dedicar más tiempo a sus hijos, Gabriel y el recién llegado Álex. “Los lunes no viajo”, dice quien afirma además que con su pareja, Laura, “me tocó la lotería del amor”. Hoy Miguel Vicente es patrimonio de la humanidad.