“Cuando un inventor de Silicon Valley abre la puerta de su garaje para mostrar su última invención, tiene frente a él el 50% del mercado mundial. Cuando un inventor de Finlandia abre la puerta de su garaje, tiene frente a él un metro de nieve”. Lo dijo J. O. Nieminen, exconsejero delegado de Nokia, allá por el año 1998. Y a pesar de ese metro de nieve, esta compañía finlandesa pudo convertirse en líder mundial del mercado de móviles.

Históricamente, el lugar geográfico ha incidido enormemente en las oportunidades de éxito global de las organizaciones. Aun hoy la cercanía con clientes y proveedores es un factor relevante, pero cada vez lo es menos. Gracias a las tecnologías digitales, el dónde pierde protagonismo frente al quién. En el nuevo mundo que emerge, el recurso escaso será el talento. En cierto modo, la transformación digital es también una transición hacia un mundo más meritocrático.

Estas ideas las desarrolla en tono ilusionante Juan Martínez-Barea, uno de los emprendedores españoles más destacados del momento, en un libro que publicó en 2014 titulado El mundo que viene. He aquí mi humilde recomendación de lectura para estos próximos días de Semana Santa.

Nos encaminamos, pues, a una carrera global por formar, atraer y retener al mejor talento STEM. Y en esa carrera, España cuenta con algunos elementos a su favor. El primero de ellos es cultural y tiene que ver con la capacidad de l@s español@s de improvisar, de adaptarse a los cambios y de proponer formas alternativas de hacer las cosas. No en vano, la flexibilidad es una de las habilidades más necesarias en un entorno en constante cambio.

En segundo lugar, si bien en nuestro país no tenemos la cantidad de profesionales digitales que demandan las empresas, la calidad de este talento es muy reconocida. Esta realidad ha sido posible gracias a los esfuerzos en formación de una industria tecnológica particularmente consciente de que el conocimiento representa ya el primer factor diferenciador. 

Por otra parte, España cuenta con buenas infraestructuras, incluyendo unas infraestructuras de telecomunicaciones punteras que son fruto de años de inversiones y de una provechosa colaboración público-privada. Si a eso le sumamos la demanda creciente de procesamiento de datos y las oportunidades que traerán las redes 5G, el resultado será una España que se afiance como nodo internacional de datos y conectividad.

Tenemos, por tanto, algunos buenos elementos con los que generar, atraer y potencial el talento digital, dentro de esta emergente ‘economía global del conocimiento’. Ahora nos queda lo más difícil: explotar esas ventajas mejor y más rápidamente que otros países.

En el informe La digitalización en la era postcovid. Hacia una reconstrucción y transformación real, de DigitalES, se proponen algunas medidas en este sentido:

- Puesta en marcha de “Programas de Talento Digital” con el objetivo de impulsar la formación de personas desempleadas o en situación de ERTE y facilitar su acceso al nuevo mercado laboral emergente, basado en la tecnología y las competencias digitales.

- Reforzar los valores de España como país innovador donde se ubican centros internacionales de Experiencia, Conocimiento y Desarrollo de empresas multinacionales del sector tecnológico.

- Aumentar las bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social del personal de I+D+I, para poder aumentar el personal investigador en las empresas y mejorar la gestión de este incentivo.

Y a medio plazo:

- Migración de la escuela tradicional a la e-educación, asegurando las infraestructuras hardware y software necesarias en las escuelas, la formación del personal administrativo y docente y el acceso a la tecnología de las familias, especialmente las más desfavorecidas.

- Potenciación en los planes de estudio de Educación Primaria y Secundaria de materias del ámbito tecnológico junto a la transición desde los sistemas educativos tradicionales a sistemas basados en plataformas online de formación y a sistemas híbridos presenciales-remoto.

- Desarrollar acciones de difusión y formación que permitan incrementar el uso de las infraestructuras existentes, que ayuden a reducir la brecha de adopción digital existente, verdadero problema de la brecha digital.

Llevamos muchos años hablando sobre la importancia de formar a la gente en competencias STEM. Ahora sí, ha llegado el momento de tomárselo en serio. Personalmente, me entusiasman muchas de las iniciativas que ya se están poniendo en marcha por parte de entidades públicas y privadas, incluyendo un sector edtech muy prometedor.

El Plan Nacional de Competencias Digitales presentado recientemente por el Gobierno será un buen punto de partida para desarrollar las medidas necesarias, coordinar las mejores prácticas y darles un fuerte empujón, al calor de unos fondos europeos de Recuperación y Resiliencia que, esperemos, lleguen lo antes posible a España.

*** Elena Arrieta es directora de Comunicación de DigitalES