Por qué la banca y los GAFA están condenados a entenderse

Por qué la banca y los GAFA están condenados a entenderse

La tribuna

Por qué la banca y los GAFA están condenados a entenderse

24 junio, 2020 11:30

Los GAFA (siglas por las que solemos referinos a las 'big tech', léase Amazon, Facebook, Google y Apple) ha hecho ya muchos pinitos en la arena financiera. Apple lanzó su propia tarjeta de crédito con el apoyo de Goldman Sachs, Facebook y Google han curioseado con licencias bancarias en Europa. Y Amazon cada vez está hilando más fino en sus capacidades de financiación para compras dentro de su plataforma, además de aliarse con entidades tradicionales con BBVA en estas lides.  Su objetivo es claro: aprovechar el vasto conocimiento que tienen de los hábitos de consumo y patrones de vida de sus usuarios con el fin de procurarles servicios financieros acordes a sus necesidades. Y de paso, cerrar el círculo completo de propuestas comerciales con que rodear a sus clientes.

Estos movimientos han sido percibidos muchas veces como una amenaza directa a su negocio por parte de los bancos al uso, quienes sin embargo guardan un as bajo la manga: si los GAFA dominan los datos de hábitos de consumo, las entidades financieras lo saben todo sobre nuestra situación financiera y compras reales en establecimientos físicos a los que el mundo digital todavía no puede acercarse. De hecho, muchas entidades han aprovechado en el pasado esta ventaja posicional para lanzar contrapropuestas a las de las 'big tech', entrando en su propio terreno y comerciando con bienes y servicios ajenos a la operativa bancaria tradicional. 

Pero, ¿y si en vez de tratar de competir en el mismo terreno con información incompleta de los ciudadanos lo que sucediera fuera una cooperación? Los datos de la banca y de los GAFA son perfectamente complementarios y, con ellos, se puede obtener una panorámica completa del cliente, en físico y digital, en hábitos de compra y en patrones de gustos o preferencias personales. La unión de esos dos entornos daría lugar a propuestas comerciales mucho más personalizadas, a mayores tasas de rentabilidad para ambos polos y a una nueva vida para la banca de la mano de las más populares y más cercanas plataformas online.

Además, no hemos de pasar por alto la obligada reinvención a la que este sector se está sometiendo fruto de la digitalización, acelerada más si cabe tras la pandemia de la COVID-19. Solo para este 2020, se estima que los ingresos de las grandes entidades financieras caigan entre un 10% y un 25% lo que a su vez obligará a importantes ajustes en busca de menos costes y más eficiencias. Y el principal lastre a esas cuentas no es otro que las oficinas físicas: si en 2008 cerró un 45% de las sucursales bancarias, se espera que ahora lo haga otro 10% adicional, lo que reportará un alivio del 5/10% a los beneficios de las entidades según Neoris. Y a falta de puntos de contacto presenciales, los canales digitales (y estas alianzas) parecen imperativos.

"Es esa apuesta por la digitalización la que ha salvado al sector financiero de sufrir más las consecuencias de esta crisis, se ha demostrado lo acertada de esta inversión", remarca Jaime Peñaranda, líder global de Servicios Financieros de Neoris. "Los canales digitales son los que han permitido que los clientes sigan interactuando con la banca y esta pandemia no ha hecho sino acelerar este proceso de adopción entre muchos clientes". Los datos así lo reflejan: algunas entidades han llegado a experimentar picos de hasta el 200% de usuarios adicionales a los que manejaban antes del impuesto confinamiento. ¿Será el impulso definitivo para que la banca se adentre de la mano de los colosos digitales en esta clase de asociaciones de mutuo beneficio?

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