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La tribuna

Andalucía ante su gran oportunidad

La región se enfrenta a poner en valor su potencial y al reto de ser más ambiciosa para favorecer el camino de las próximas generaciones.

19 junio, 2021 01:34

Si nos preguntasen por una parte de España con futuro, potencial y oportunidades es probable que pensemos en primer lugar en Andalucía. Si hay un territorio con recursos, talento y margen de crecimiento en el nuevo entorno económico y social, no cabe duda de que se trata de Andalucía, una Comunidad Autónoma bien posicionada que tiene ante sí la oportunidad de dar un salto significativo y ocupar así el lugar que merece.

Sin embargo, el estado actual de nuestra región, lastrado ciertamente por la pandemia, nos muestra machaconamente que en la comparativa respecto de España seguimos mostrando una imagen claramente mejorable en la persisten factores que siguen frenando tanto la convergencia con el conjunto del país como nuestra capacidad de crecimiento.

Desde 1955, nuestra convergencia con España sigue siendo insuficiente, pues si la renta per cápita en Andalucía era del 70,3% de la media española en aquel momento, en 2020 ésta aún se situaba en el 74,4%, lo que supone tan sólo cuatro puntos en seis décadas.

Andalucía, con más del 18% de la población española, apenas aporta, en términos de PIB, el 13,6%. Cierto es que en los últimos 65 años el PIB per cápita andaluz se ha multiplicado por casi seis veces en términos reales, que el número de ocupados se ha multiplicado por 1,5 o que el porcentaje de andaluces mayores de 25 años con estudios superiores ha pasado del 0,84% en 1960 al 10,38% en 2016. Todo ello indica, sin duda, que el proceso de desarrollo económico y social de Andalucía ha sido más que evidente. Pero la falta de convergencia nos revela que este crecimiento no ha sido especialmente disruptivo, al menos comparado con el resto de España.

Además, si algo queda claro ante los registros económicos y de empleo es la mayor volatilidad de la economía andaluza frente a la española y a la europea. Esto lleva a Andalucía a crecer más en tiempos de expansión -lo vimos en 2019 con la llegada a la Presidencia de Juanma Moreno-, y permite avanzar en términos de convergencia económica en períodos de crecimiento, pero también retrocediendo con gran intensidad en períodos de crisis -como ocurrió en la crisis de 2008, donde perdimos tres puntos de diferencial con España-.

Otra de las claves para entender el presente y el potencial económico de Andalucía es la productividad, donde nos situamos en el 89,3% de la media nacional. Cabe destacar que casi la mitad de la brecha viene explicada por nuestra especialización productiva regional en sectores con menor nivel medio de productividad. Tanto la inversión como el gasto en I+D+i están por debajo de lo que marcaría el tamaño de la Comunidad Autónoma. Además, el peso de los activos intangibles en las empresas andaluzas, factor relevante para el crecimiento económico actual, es inferior a la media española.

A todo esto se une el escaso tamaño de las empresas andaluzas, probablemente porque aunque tenemos una elevada natalidad de empresas, al mismo tiempo, tenemos una elevada mortalidad, posiblemente por el “emprendimiento por necesidad” -frente al vocacional-, y por la baja formación del emprendedor. Todo ello se traduce en un tejido productivo muy volátil y con grandes dificultades de asumir proyectos a medio y largo plazo, así como de acometer inversiones o procesos de innovación relevantes.

Pero volviendo al punto de partida, no sólo tenemos potencial, tenemos la obligación con las próximas generaciones de ser más ambiciosos. Porque a pesar de todo lo anterior, Andalucía cuenta con no pocas fortalezas que van desde la dotación de infraestructuras tradicionales en la región, que facilitan una conexión rápida y ágil con otros centros económicos, hasta la conectividad instalada para la implantación y desarrollo de empresas de la economía 4.0; porque disponemos de capital humano y relacional con ecosistemas tecnológicos de éxito, como el Parque Tecnológico de Málaga, el de La Cartuja en Sevilla o el de la Salud en Granada; porque disponemos de un sector aeronáutico estratégico y diferencial; porque el bendito sol y el bendito levante suponen un recurso abundante en la generación de energía, o porque tenemos sectores maduros como la industria agroalimentaria, una minería no metálica fuerte y un sector turístico de primer nivel, cuyas infraestructuras pueden ser aprovechadas en un modelo productivo post-pandemia.

No faltan ejemplos de experiencias andaluzas de éxito, revelando que Andalucía tiene la capacidad no solo de generar capital humano sino de posicionarse en los primeros puestos en cuanto a calidad y capacidad.

La crisis del Covid-19 ha puesto de manifiesto que la economía de la región merece una reflexión sosegada para acometer las medidas de política económica necesarias que, a mi juicio, están en la buena dirección con palancas como la innovación, la sostenibilidad, la necesidad de concentrar de empresas para hacerlas más duraderas, la internacionalización o la apuesta por las nuevas generaciones y su mejor formación. Los fondos Next Generation EU pueden suponer un verdadero revulsivo para invertir en áreas prioritarias pero, sobre todo, para transformar una tierra que tiene todos los activos necesarios para ser un verdadero motor económico y de transformación económica y social.

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