La mañana del 20 de enero fue especialmente inusual para la pequeña comunidad de Cape Ray, en Canadá. El joven Gordon Blackmore, de 21 años, se encontraba cazando aves marinas a pesar de las temperaturas bajo cero cuando le llamó la atención una sombra oscura bajo las gélidas y turbias aguas de Terranova. Pocos días antes había hecho lo mismo y no había visto nada extraño, pero aquella mañana se encontró con los restos de un antiguo naufragio que podría ser del siglo XIX. 

El joven corrió a casa para decírselo a su madre Wanda que, sin terminar de creérselo, agarró una chaqueta y corrió a la playa en cuanto bajó la marea para verlo con sus propios ojos. Pronto, toda la comunidad de 350 habitantes se intrigó por el descubrimiento. No es el primer resto que conocen: Cape Ray comparte historia con un islote conocido como "la Roca", lugar donde reposan en el fondo del mar ocho embarcaciones que, por mala suerte u hostigados por el pérfido clima, terminaron naufragando y llevando a su tripulación con ellos. 

Lo extraño del caso es su aparición repentina. Wanda Blackmore estuvo toda la semana enviando correos electrónicos a cuantas instituciones fue capaz de localizar para que se desplazase un equipo de expertos para estudiar el pecio y preservaran el lugar. No todos los días emerge del mar un naufragio que lleva décadas sepultado bajo las olas y la arena.

Vista aérea del naufragio Corey Purchase

El naufragio

Las playas de la región de Terranova han sufrido una fuerte erosión en los últimos años. En septiembre de 2022, Fiona, una tormenta postropical, asoló la provincia destruyendo cerca de cien hogares y removió de forma violenta la arena de Cape Ray, según explicó a la agencia Canadian Press Neil Burgess, presidente de la Sociedad de Preservación de Naufragios de Terranova y Labrador. 

La violencia de Fiona habría sido capaz de desenterrar el buque del fondo del mar y los temporales posteriores podrían haberle acercado a la costa poco a poco. Una semana antes del descubrimiento se registró un bravo oleaje que pudo empujar el pecio hacia la costa. Restos que se calculan del siglo XIX a juzgar por los tacos de madera usados a modo de clavos y una serie de clavijas de cobre que sujetaban las cuadernas del casco, según las primeras hipótesis. 

Restos del naufragio en la playa. John Butt

El pecio, de 24 metros de largo, no está completo, por lo que la embarcación tuvo que ser aún más grande que el amasijo de madera que se puede observar desde la playa. "Se trataría de un velero de un tamaño importante, creo que más grande que una goleta", informó el experto, añadiendo que aún no saben con certeza el tipo de madera, pero que si fuera roble, su origen no sería América del Norte. La teoría no deja de ser superficial: Burgess vive a 900 kilómetros de Cape Ray y aún no ha podido presentarse en la localidad para realizar un análisis más profundo. "Es un gran acontecimiento", destacó. 

A la espera de la llegada de los expertos que han enviado las autoridades provinciales, la página de Facebook de la comunidad se ha transformado en un auténtico foro. Los habitantes más curiosos de la localidad se han volcado sobre viejos libros navales, bibliotecas e historias familiares para tratar de averiguar por su cuenta la identidad del buque y los orígenes de su fatal destino, además de expresar su preocupación por la preservación del lugar. 

"Nuestra historia"

Decenas de fotografías circularon por las redes sociales con comentarios de la comunidad. Sin embargo, más que el daño que puedan causar los residentes al llevarse algún recuerdo y alterar el sitio, el propio clima puede acabar con el buque mucho antes. 

Es una zona ártica donde en ocasiones el mar se congela. Si esto ocurriese de nuevo, el hielo desguazaría el buque que ha soportado el paso del tiempo bajo la arena del fondo del mar. La repentina aparición del barco sirve como un claro recordatorio de la histórica y tradicional relación de los habitantes de Terranova con las aguas del océano.

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"Es una parte de nuestra historia que acaba de despertar. Algunos descendientes todavía querrán saber los nombres y los lugares donde sus antepasados se perdieron en las aguas heladas de nuestras costas. Sería bueno para todos nosotros si pudiéramos ofrecer algo de historia que conocemos y un lugar para el recuerdo. Al menos una señal", escribió Elizabeth Gover, una vecina.

"Es asombroso, no hay otra palabra para describirlo", dijo Wanda Blackmore en una entrevista con la prensa local. Espera que esta desconocida historia pueda enseñarse en el faro local construido en 1871 y reconvertido en un modesto museo. "Solo tengo curiosidad por saber si pueden nombrar el barco, cuántos años tiene y si se perdieron algunas almas en él".